Puro Renacimiento en España
La influencia del Renacimiento no golpeó con fuerza a España. Hasta bien entrado el siglo XVI, el país todavía estaba anclado en el recuerdo gótico. La primera etapa estuvo marcada por el estilo plateresco, corriente fundamentalmente española. Progresivamente se fue imponiendo de forma localizada un estilo que sí recordaba más al italiano, con un corte purista y clásico. Andrés Vandelvira fue una de las figuras más asociadas a este movimiento en el XVI. Natural de Albacete y educado por su padre, que había estado en Italia, desplegó sus ideas arquitectónicas principalmente en la provincia de Jaén. Más tarde, esas ideas influirían en América. El estilo es muy visible en dos enclaves que distan diez kilómetros entre sí: las villas de Úbeda y Baeza. Ambas tenían por entonces una morfología original marcada por su pasado musulmán y la conquista del siglo XIII. Ambas necesitaban un lavado de cara y también contaron con un mecenas adecuado. Así pues, Úbeda y Baeza se convirtieron en uno de los mejores ejemplos de rediseño renacentista de toda la península ibérica.
Situadas en la cara norte de los cerros del valle del Guadalquivir, Úbeda caminó siempre un poquito por delante que su hermana. Fue fundada por los íberos, mientras que Baeza es de época romana. Esta fue impulsada sobre todo cuando el obispo de la desaparecida ciudad de Cástulo se mudó a sus murallas. Abderramán II las refundó ya bajo un dominio musulmán que alcanzaría hasta el siglo XIII. Fernando III las cristianizó entre 1227 y 1233. Gracias al fuero de Cuenca las repobló con cristianos del norte para que funcionaran como ciudades fronterizas. Las distintas familias de castellanos tuvieron disputas territoriales hasta que los Reyes Católicos pusieron orden. Clave para el rediseño renacentista fue la orden de tirar abajo los alcázares de tiempos musulmanes. Esto dejó espacio libre a los arquitectos. Francisco de los Cobos, ascendido a comendador y original de Úbeda, fue el mecenas que necesitaron ambas ciudades. Estas estaban viviendo además un auge económico gracias a la agricultura y la industria textil. La crisis española del siglo XVII afectó a ambas, lo que por otro lado preservó su diseño renacentista.
Úbeda es la villa aristocrática y palaciega, pues cuenta con más de 250 palacios de época. Tiene un diseño cuadrado y en uno de sus extremos se encontraba el alcázar. Su transformación en la plaza de Vázquez de Molina pasa por ser uno de los mejores ejemplos de diseño renacentista de Castilla. La plaza se quedó con un diseño trapezoidal en la que mires donde mires ves obras arquitectónicas de relevancia. Entre los palacios destaca el del prohombre ubetense, el palacio de los Cobos. Su panteón asociado, la Sacra Capilla del Salvador, es otra pieza maestra. Fue diseñada por Diego de Siloé y obrada por Andrés de Vandelvira. Destaca su portada, de estilo aún plateresco, y en el interior su sacristía, con una puerta en esquina solucionada de manera brillante. Otros lugares de relevancia son los palacios de Vázquez de Molina, Deán Ortega y Marqués de Mancera, el Hospital Honrados Viejos y la iglesia de Santa María.
Baeza tiene un corte más público y eclesiástico, con su universidad de 1538 como símbolo del nuevo humanismo. El diseño es similar al de Úbeda, con estrechas calles partiendo de la plaza que fuera el antiguo alcázar. En este caso es la plaza de Santa María la que funciona como centro del que parten dos ejes que distribuyen la ciudad. Domina la catedral de la Natividad de Nuestra Señora. Fue reconstruida en 1529 en estilo gótico con tres naves y bóvedas de crucería que se desplomaron poco después. Es entonces cuando Andrés de Vandelvira interviene para recuperar la estructura y utiliza su invención de las bóvedas vaídas. Otros edificios de interés son el seminario de San Felipe Neri y el Colegio de las Madres Filipenses.
Úbeda y Baeza son hoy dos agrociudades de corte andaluz, de 36.000 y 16.000 habitantes respectivamente. Aunque el turismo ha ganado su sitio, la agricultura sigue jugando un papel fundamental, gracias sobre todo a los olivos. Es algo que se aprecia a simple vista en los cerros que rodean las dos ciudades. Se puede llegar en tren a la estación de Baeza-Linares y desde ahí en bus público a ambos sitios. Si se va entre enero y marzo se podrá disfrutar de la feria gastronómica del Renacimiento en Úbeda. Esta gastronomía está muy marcada por el aceite de oliva. Se puede ver por ejemplo en los hochíos, tortas de aceite con pimentón, o los buñuelos. La Semana Santa fue declarada de interés turístico y está entre las más importantes de Andalucía. En ella es típico el hornazo, una torta de pan de aceite con huevo cocido. Sea en enero o en Semana Santa, lo mejor es evitar el pleno verano.
Foto: Trevor Huxham / Javier M Mora
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