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El kremlin y la Plaza Roja de Moscú

El kremlin y la Plaza Roja de Moscú

Moscú (Rusia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 18 07, 2019
  • Category:

Rojo y multicolor


El vocablo kremlin suele utilizarse para referirse al gobierno ruso, pero su raíz es más sencilla: ciudadela. Podemos ver muchos kremlin en distintos estados de conservación en muchas ciudades rusas. El más famoso de todos es el de la capital política, económica, religiosa y cultural del país: Moscú. Desde que hace un siglo la capital regresara aquí, el kremlin es sede del gobierno y símbolo del poder político. Al este estuvo históricamente el poder económico, representado por Kitai-gorod. Es un barrio de comerciantes con estrechas calles que se amplía en la Plaza Roja, donde se instalaba un gran mercado frente al kremlin. En esta plaza se encuentra el edificio más especial de Moscú: la catedral de San Basilio. Es un edificio único, sin precedente en la arquitectura bizantina, de inextricables influencias, pero a su vez muy influyente. Su refulgente silueta, sus vivos colores a la moda del siglo XVII y su complejo diseño son seguramente el mayor hito de la arquitectura rusa.

Plaza Roja de Moscú con la catedral de San Basilio y la torre Spasskaya

La zona del río Moscova perteneció al rus de Kiev desde el siglo XI, poco antes de formarse un primer asentamiento en la zona del kremlin. Cuando Moscú aparece en los primeros textos, en 1157, pertenece al principado de Vladimir. El primer dirigente que impulsa la ciudad es Daniel de Moscú a finales del XIII: crea su ducado y nacen los primeros monasterios. Ganándose el favor de los líderes mongoles, Moscú adelanta a Vladimir y se vuelve contra ellos. Gana su independencia y arranca su historia como capital imperial con Iván el Grande, que multiplica sus territorios por siete. Moscú construye anillos defensivos y es atacada mientras se asienta la figura del zar. Uno de ellos, Pedro el Grande, se lleva la capital a San Petersburgo provocando un ligero declive. Sin embargo, Moscú crece y crece. Vive numerosas revueltas y en la más grande de todas, la Revolución Rusa de 1917, se trae de vuelta la capitalidad. Tras resistir heroicamente en la II Guerra Mundial estabiliza su dominante posición hasta hoy.

Moscú ha tenido kremlin casi desde el comienzo. Tras arder los primeros y levantarse algunos de piedra, a finales del siglo XV Iván el Grande proyecta el actual recinto triangular con más de dos kilómetros de perímetro. Invita a varios arquitectos italianos renacentistas, que diseñan tanto las murallas como edificios en el interior. En el siglo XVIII, algunas secciones de la muralla fueron retiradas, pero el peor momento llega con la invasión napoleónica. El líder francés, al abandonar Moscú, ordenó explotar el kremlin, lo que obligó a restaurar y renovar. En las murallas destacan sus veinte torres, muchas originales. Por su arquitectura y su altura, la más destacada es Troitskaya. En el kremlin está la plaza de las catedrales, en plural porque son tres. La de la Dormición es la más antigua y centro de coronación de zares. Las catedrales comparten campanario: es la torre de Iván el Grande, el edificio más alto de kremlin. Entre los palacios, el más excesivo es el gran palacio, una inmensa mole neoclásica del XIX.

Vista del kremlin de Moscú con la Vodovzvodnaya en primer plano

El Moscova al sur, los jardines Alejandro al oeste y una enorme plaza de 330 metros por 70 al este. Es la Plaza Roja, cuyo nombre nada tiene que ver con el comunismo, pues en ruso es sinónimo de bonito. Telón de fondo de coronaciones, procesiones y levantamientos, la Plaza Roja es historia viva. Como tal, está llena de puntos de interés: el mausoleo de Lenin, los grandes almacenes GUM, la Catedral de Kazán y por supuesto la Catedral de San Basilio, hoy un museo. Fue encargada por Iván el Terrible y consagrada en el siglo XVI. Salta a la vista su originalidad y vistosidad sin apenas referencias. El simétrico plano explica parte de su embrujo, con ocho iglesias rodeando una central. El secreto es que cada una tiene su personalidad, con una base y torre propias. En todas, eso sí, está la identificable cúpula de cebolla. El interior es un intrincado laberinto que encuentra desahogo por la altura.

Moscú tiene más de quince millones de habitantes y es la ciudad más extensa de Europa. Es una pujante urbe, puerta de entrada del país gracias a sus tres aeropuertos. Para moverse, lo mejor es utilizar su metro: el más largo de Europa y una obra de arte realista en sí misma, testigo de la época comunista. También podemos tomar un barco para ver el lado sur del kremlin. Este recinto tiene muchos edificios, cada uno con su horario y régimen de visitas, muchas guiadas. El más complicado de visitar es el gran palacio, residencia del presidente ruso. En cuanto a San Basilio, es más sencillo y es interesante entrar para ver las cúpulas por dentro. Moscú tiene multitud de puntos de interés: la galería Tretyakov de arte ruso, el museo Pushkin de arte occidental, el parque Gorky, el monasterio Novodevichy, el teatro Bolshoi, etc. Para descansar, lo más auténtico son las cantinas proletarias llamadas stolovaya. Moscú es extremadamente fría, así que es mejor ir en verano.

Fotos: Alvesgaspar / Konstantin Papushin

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