Procesando la riqueza sueca
Västmanland es una región histórica al oeste de Estocolmo que confío durante siglos su riqueza a dos sectores: agricultura y minería. El segundo llegó a tener tanta importancia que en el blasón de la región aparecían tres yacimientos: las minas de plata de Sala, las de cobre de Lindesberg y la de hierro en Norberg. El paisaje se fue transformando con el paso del tiempo por los trabajos en las minas, además de las presas en ríos y lagos para abastecer los trabajos. En los siglos XVII y XVIII, la minería manual se transformó paulatinamente en minería industrial, lo que finalmente convirtió en este periodo a Suecia en el líder mundial en producción de hierro de grado superior. Para ello hubo que unir a la materia prima el procesado en altos hornos en lugares como Engeslberg. En esta pequeña localidad entre lagos se encuentra el järnbruk, alto horno, mejor conservado de aquella época.
Bergslagen es una región todavía más amplia que incluye todas las provincias mineras históricas al oeste del lago Mälaren, de las que forma parte Västmanland. Toda esta zona estuvo activa a nivel minero desde el 400 a.C. hasta los años 70 del pasado siglo, cuando tras la crisis mundial del acero se cerraron las últimas minas. Especialmente desde el siglo XIII, la minería marcó toda esta región. Es entonces cuando los campesinos empezaron a explotar vetas de minerales para complementar su trabajo en el campo. Generalmente la exportaban sin procesado, pero ya en el Medievo aparecen los primeros hornos primitivos para procesar el mineral apoyándose en la fuerza generada por molinos de agua. La minería alcanzó tanta importancia, que en 1434 su exportación fue una de las principales causas de los desencuentros entre Suecia y Dinamarca. Llevarían a la ruptura de la unión de Kalmar unas décadas después. A finales del siglo XVI, la actividad se empieza a industrializar y en la ciudad de Engelsberg aparecen unos primitivos hornos que se desarrollan el siglo siguiente. La estrategia estatal es separar en lo posible la extracción brutal del mineral, trabajo de campesinos, con su tratamiento, trabajo de burgueses.
Uno de estos burgueses es Per Larsson Gyllenhöök, que funda los altos hornos de Engeslberg en 1681. El principal objetivo es transformar la mena de hierro de minas como Norberg en materiales procesados como el arrabio o las barras de hierro. Durante el siglo XVIII, Engelsberg no dejó de crecer gracias a las innovaciones tecnológicas y la compra de forjas vecinas. En 1767 producían ya 264 toneladas anuales, que se multiplican cuando llegan los motores de explosión al cambiar el siglo. En paralelo, el pueblo en torno a la fábrica crece y crece, cada vez con construcciones más elaboradas. También mejora el transporte: en 1856 se utiliza la primera máquina a vapor en el ferrocarril que une Engelsberg con la mina de Norberg, 18 kilómetros al norte. Desde Engelsberg, el lago Åmänningen y el canal de Strömsholm eran las vías para conectar con el lago Mälaren y llegar así a Estocolmo. Sin embargo, poco después, nuevos métodos de procesado empezaron a reducir la rentabilidad de Engelsberg, que sin modernizarse cierra sus puertas en 1919 cuando pertenece a la compañía Fagersta.
La tecnología de Engelsberg, por tanto, es un legado casi intacto que nos llega principalmente del siglo XVIII. A la maquinaria que ha sobrevivido se suman unos cincuenta edificios, generalmente de madera pintada de rojo y negro. Estos colores contrastan con el verde del bosque creando un paisaje idílico. El principal edificio es una mansión de 1750 con dos alas y dos plantas. En el interior hay frescos en los que se ve Engelsberg en la época. La mansión cambió de manos con cada dueño de la forja: su última actualización es en 1828. Además podemos ver la casa del inspector, establos, cochera, casas de trabajadores, edificio de oficinas, etc. El alto horno de fundición de hierro de 1778 y sus innovaciones posteriores han sobrevivido intactos, como la forja de 1850.
El pueblecito de Ängelsberg es la localidad de referencia para llegar aquí. Se puede hacer fácilmente en coche desde Uppsala o Estocolmo, que está a unas dos horas. Desde la capital hay también trenes que nos dejan muy cerca. Se puede pasear libremente entre los edificios de Engeslberg y también se organizan visitas guiadas en verano. El tren a Norberg se ha mantenido gracias a una asociación y se hacen algunos viajes turísticos, pero es mejor informarse bien. En Norberg también podemos visitar un museo minero y, si queremos completar aún más el viaje, merece la pena visitar las minas de Sala, las más espectaculares de Västmanland.
Fotos: Jürgen Howaldt / Fredrik Rubensson
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