Hinduismo puro en el sur de India
Una dinastía de origen tamil que dure más de quince siglos no es algo fácil de ver en el sur de la India. Fundada al menos en el siglo III a.C. y disuelta en el XIII, de ello pueden presumir los cholas. Cierto es que durante muchos siglos, los cholas permanecieron tranquilamente asentados en su valle del río Kaveri, uno de los más importantes del sureste del subcontinente indio. Sin apenas influencia, todo cambió con el ascenso al poder de Vijayalaya en el siglo IX. Los pallavas y los pandyas, dinastías hegemónicas por entonces, andaban ocupados en sus luchas y los cholas consiguieron apoderarse de la ciudad de Thanjavur, que hicieron su nueva capital. Su dominio sobre las otras dinastías se certificó poco después y empezaron a expandirse y multiplicar su influencia, uniendo por primera vez el sur de la India. No se detuvieron ahí: llegaron a reinar en las Maldivas, Sri Lanka, Sumatra y tocaron la desembocadura del Ganges. Los cholas asentaron su poder a través de sus templos. Además de centros religiosos hinduistas, fueron focos económicos y comunitarios. Tres de ellos, especialmente Brihadisvara, representan esta época.
Los cholas crearon un ejército implacable basado en el uso de elefantes y una flota marina con base en Kaveripoompattinam. No todo era hacer la guerra y sus alianzas con los chalukya del este le dieron estabilidad, especialmente a finales del siglo XI. Así se inicia la dinastía chola tardía. Aunque los principales templos de Brihadisvara y Gangaikonda Cholapuram ya se habían levantado, se considera el cénit político de los cholas. Administran su estado con una creciente burocracia y un control regional a partir de subdivisiones territoriales. Económicamente, además de la agricultura destacan sus gremios artesanos y una élite de mercaderes llamada samayam que comercia con China y Arabia. Esta etapa tardía ve levantar el templo de Airavatesvara. En 1218 empiezan las dudas con el gobierno de Rajaraja Chola II. Los pandya, recuperados y unidos, atacan a los cholas. Sri Lanka consigue independizarse. Todo se precipita y en 1279 la dinastía se agota finalmente con Rajendra III y el ascenso pandya.
Los cholas marcaron uno de los cénit artísticos indios en música, literatura, escultura y arquitectura. Con gran influencia en el sureste asiático, fueron hinduistas puros, sin apenas participación del budismo o el jainismo. Para los cholas, los templos eran extensiones de su poder y los rodeaban de instituciones educativas u hospitales. De ahí que se les denomine templos vivos. El estilo dominante drávida lo heredaron de los pallava, llevándolo a una exquisitez total y añadiendo nuevos elementos como el gopuram: entradas monumentales en forma de torre. Los tres principales templos están en el valle del Kaveri, que siempre fue su base de operaciones. Son conceptualmente grandes templos, pero con un fino trabajo de los detalles escultóricos. Gangaikonda Cholapuram es el segundo en importancia. Destacan sus cincuenta estatuas que rodean el templo central y su estilo curvilíneo que contrasta con el rectilíneo Brihadisvara. Airavatesvara es muy posterior y mucho más pequeño, pero su trabajo escultórico es el más original.
Brihadisvara, o simplemente templo de Thanjavur, no es solo el más antiguo de los templos chola, pues fue acabado en el 1010, sino el más relevante y de mayor tamaño. Tan famoso es que su arquitecto jefe, Perumthachan, da nombre a un título honorífico reservado a los grandes maestros del sur de la India. El templo está alineado con varios brazos canalizados del río que lo rodean. Se entra por un enorme gopuram que rompe el muro exterior de los dos que hay. Este gopuram es superado en altura por la espectacular vimana, de sesenta metros. Esta es la estructura sobre el santuario principal, dedicado aquí a Shiva. Las 60.000 toneladas de granito, traídas de una cantera a sesenta kilómetros, están en muchas partes labradas o pintadas. Destacan las columnas talladas en cuatro caras o la inmensa escultura de veinte toneladas de Nandi, el toro montura de Shiva.
Tiruchirappalli, cuarta ciudad de Tamil Nadu, es la puerta de entrada al valle gracias a su aeropuerto. A pesar de haber perdido su relevancia política, Thanjavur sigue siendo un centro religioso y artístico como sede de Brihadisvara. Es una ciudad muy turística a nivel nacional y cada vez más visitada por extranjeros, obligatoria en los circuitos por el sur del país. La artesanía local merece la pena: hay que preguntar por arte tanjore. Unos cuarenta kilómetros al este está Kumbakonam, centro turístico más tranquilo. Airavatesvara se encuentra a seis kilómetros. Otros 35 kilómetros al norte y llegaremos a Gangaikonda Cholapuram. Este templo es muy activo: cuenta con cuatro rituales pooja al día y varios festivales al año. En el de Brihadisvara, por su parte, tiene actuaciones de danza y música al atardecer. Esta zona tiene un clima ideal de noviembre a febrero.
Fotos: Rainer Voegeli / Ssriraman
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