Maestría sin autor conocido
A solo diez kilómetros de la enorme megalópolis de Mumbai hay una pequeña isla de diez kilómetros cuadrados llamada Elefanta. No tiene mucho que ver con la ciudad: sus escasos 1.200 habitantes viven entre árboles tropicales en un ambiente puramente rural. Esta isla es conocida por los locales como Gharapurichi en referencia a las cuevas distribuidas en ella. Están horadadas sobre la roca basáltica de las dos colinas, que alcanzan unos 150 metros de altura y forman el relieve de la isla. Entre ellas hay una garganta de norte a sur donde se localizan varias cuevas que hinduistas y budistas esculpieron aquí hace más de un milenio. Las hinduistas, más numerosas, están principalmente en la colina oeste, mientras que las budistas están en la colina este o colina estupa. Entre los locales se ha dicho siempre que, por el tamaño y perfección de las esculturas, estas cuevas solo pudieron ser realizadas por seres sobrehumanos. Lo cierto es que la ciencia no ha terminado de dar respuesta a quién las hizo, pero por su eclecticismo.
Este eclecticismo, que quizá venga por haber sido trabajadas por distintas manos, se une a la principal causa de la confusión de los arqueólogos: ninguna inscripción ha sobrevivido el paso del tiempo. Por la misma razón, la fecha de las cuevas está a debate, siempre acotando entre finales del siglo V y el siglo VIII. Esta zona fue controlada por los maurya de Konkan, pero muchos historiadores creen que no tenían capacidades suficientes para esta obra. Quizá fueran ayudados por sus amigos kalachuris, con quienes además compartían simpatías por el shivaísmo Pashupata, presente en varias cuevas. Chalukyas y Rashtrakuta son las otras opciones. Los segundos son responsables de Ellora, otras cuevas con ciertos parecidos. El nombre de Elefanta se lo dieron los portugueses que llegaron aquí en el siglo XVI y se toparon con una enorme escultura de un elefante. Desgraciadamente, los portugueses se dedicaron además a hacer prácticas de tiro en muchas estatuas, por lo que el estado de muchas es muy malo. Solo se pudo solventar en parte con la restauración de los años 70. Al menos respetaron el principal grupo, el Trimurti.
El principal conjunto de cuevas está en la parte oeste, cerca de la garganta. Aquí se acumulan cinco de ellas, encabezadas por la número 1. Desde esta hacia el sureste iremos pasando por cuevas en un estado de conservación decreciente, no tanto por culpa de los portugueses como de las filtraciones de agua. Así pues, el interés se centra en la Cueva 1, dedicada por entero a Shiva. La cueva mira al norte, pero tiene otros dos accesos en este y oeste. La sala principal tiene un diseño de mandapa cuadrado con 27 metros de lado. En su interior, seis filas y columnas de pilares cuadrados subdividen la estancia en cámaras y unen vigas ocultas que soportan el techo. La cámara más importante es la capilla de Shiva, con cuatro entradas y elevada sobre el suelo. Fuera de esta mandapa, la zona oeste está bastante derruida, mientras que la este está mejor. Tiene un patio que conduce a nuevas capillas y un templo con una linga, representación simbólica de Shiva.
La mayor virtud de Elefanta y su cueva número 1 es la escultura. Mucha fue dañada y su estado es desigual, pero su tamaño deslumbra. Todas las paredes de la mandapa tienen relieves y enormes estatuas de unos cinco metros. La historia y mitos de Shiva, acompañado por divinidades y guardianes, son el tema dominante. Destacan quince paneles de relieves, los principales a los lados de las tres entradas. La principal composición escultórica está al fondo de la mandapa: el Trimurti, en el que Shiva se acompaña de Ardhanarisvara y Gangadhara. Dado el estilo de la cueva podríamos decir que tiene origen chalukya por la enormidad de las figuras, pero también gupta por la presencia de nubes y montañas. Todas las escenas estuvieron pintadas en su momento, pero se perdió. Solo sobrevive en un muro con frescos en el patio este.
La isla de Elefanta está en la bahía de Mumbai, la ciudad más poblada de la India. El enorme puerto de la ciudad está conectado con los tres pequeños puertos de Elefanta, donde llegaremos en menos de una hora. Es buena idea hacerlo a primera hora, porque puede haber demasiada gente. Normalmente se accede por el que queda más cerca de la entrada de la cueva número 1. Aquí podemos encontrar guía fácilmente si lo precisamos y tomar un trenecito para llegar a la base de las cuevas, donde nos esperan unos cuantos escalones y muchos monos. Se pueden visitar cinco cuevas, pero merecen la pena las dos o tres primeras. La estatua que da nombre a la isla está en Mumbai, en el museo Dr. Bhau Daji Lad. A comienzos de año se celebra desde hace mucho tiempo en la cueva principal la fiesta Maha Shivaratri.
Fotos: Christian Croft / Christian Haugen
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