Resistencia parta
En su expansión por el mundo, Roma chocó con varios enemigos ante los que ninguna conquista fue estable. Uno de los ejemplos repetidos fue Persia, que siempre constituyó una barrera frente al avance por el este. Aunque los romanos conquistaban puntualmente ciudades y territorios, los perdían ante la menor crisis interna. Las guerras con Persia se prolongaron siete siglos, prácticamente toda la historia romana. Uno de los pueblos que más batalló con ellos fueron los partos. Dos emperadores, Trajano y Septimio Severo, lanzaron en el siglo II las campañas más cruentas contra Partia. Ambos conquistaron la capital, Ctesifonte, pero ninguno fue capaz de derrotar a Hatra. En último término, esta resistencia, fundamentada en sus gruesas murallas con torreones, supuso el fracaso romano. Poco después, Hatra cayó a manos de los persas sasánidas y fue reducida a ruinas. El legado patrimonial ha estado en entredicho desde entonces, pero pocos momentos fueron más sensibles que el ascenso del autodenominado estado islámico de Siria e Irak. Aunque la destrucción del ISIS ha sido inferior a la de Palmira o Nimrud, Hatra no ha salido indemne.
Una tribu nómada de Jorasán, al este, se lleva el crédito de fundar Hatra en algún momento del siglo III a.C., aunque rápidamente cayó bajo el influjo de Partia. A estas alturas, Alejandro Magno había atravesado la zona, por lo que su influencia se nota en el estilo helenístico de Hatra. Destacó como ciudad comercial y militar, siendo muy relevante el segundo papel por su resistencia ante Roma los años 116 y 198. El segundo ataque llegó cuando los romanos celebraban su anexión de Mesopotamia, pero no fue más que un espejismo. En el año 216, Caracalla volvió a guerrear, pero por última vez. Poco después, en el 226, los persas sasánidas ascendieron como potencia de la mano de Ardacher I. Este no solo contuvo todo contraataque romano, sino que conquistó Partia. Hatra se vio en esta conflictiva época en la zona fronteriza, resistiéndose al control de ambos y actuando como bisagra. Su autonomía era tal que se consideraba la capital del Reino de Arabia. Ardacher, sin embargo, lo dio todo para eliminar este puesto estratégico que podía caer en manos romanas. En el año 240, a la segunda, derrotó a Hatra.
La alemana Deutsche Orient-Gesellschaft fue la primera en identificar y trabajar las ruinas de Hatra a comienzos del siglo XX. Fue de la mano del arqueólogo Walter Andrae, que vino aquí mientras trabajaba en Assur. A partir de los años 50 tomó el testigo el irakí Fouad Safar y antes de la primera guerra del Golfo un equipo italiano ayudó en la restauración. Estos trabajos descubrieron una de las ciudades mejor conservadas del imperio parto. También una de las más cosmopolitas y tolerantes, como demuestran la multitud de dioses diferentes que fueron adorados: sirios, griegos, asirios, babilónicos, acadios, árabes y arameos. Desgraciadamente, Hatra chocó recientemente con la intolerancia del autodenominado ISIS, que no necesitaban saber más que Hatra era premusulmana. Ocuparon las ruinas en 2014 y grabaron varios vídeos con algunos destrozos de esculturas en la ciudad, amenazando con la destrucción total. En 2017, el gobierno irakí recuperó la ciudad comprobando que el nivel de daño había sido limitado.
Hatra ha superado su mayor desafío tras 1.700 años a expensas del desierto y las dinastías persas y árabes. Lo primero que destaca en la ciudad es su diseño circular con dos murallas concéntricas separadas por un foso. La exterior es de tierra y la interior de piedra. Su diámetro es de casi dos kilómetros, es decir, unos seis kilómetros de longitud con 160 torres defensivas y cuatro puertas fortificadas, una por punto cardinal. El interior alberga la zona residencial, alternada con pequeños templos, hasta que al llegar al centro se alza la hectárea del área sagrada o temenos. Tiene sus propias murallas y está dividido en dos partes. La mitad oeste es en la que se acumulan más templos, entre los que destaca el gran templo con bóvedas en iwan y columnas de hasta treinta metros. El temenos pudo ser también la zona comercial, con tiendas mirando a pórticos columnados. Todo Hatra tiene influencias estilísticas de origen helenístico, persa, romano y mesopotámico.
Las ruinas de Hatra están unos 110 kilómetros al suroeste de Mosul, cuyo museo contiene las principales piezas. Las ruinas están al lado de una pequeña ciudad que le da servicio, aunque en los últimos años estas no han sido visitadas más que por soldados de todos los colores. Las restauraciones anteriores a las guerras del Golfo iban encaminadas a atraer el turismo, pero la historia fue diferente. En algún momento es de esperar que la zona se pacifique y Hatra muestre todo su potencial. Hasta entonces toca reparar las heridas provocadas por ISIS.
Fotos: Véronique Dauge / 101st Sustainment Brigade, 101st Airborne Division
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