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Industria perlífera tradicional, testimonio de una economía insular

Industria perlífera tradicional, testimonio de una economía insular

Muharraq (Baréin)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 2 11, 2021
  • Category:

Golfo de perlas


Una perla es una concreción con un brillante revestimiento de nácar producida en el interior de un molusco marino. Las producen solo cuando un cuerpo extraño entra en su interior, pues básicamente es un sistema defensivo. Es poco probable, pues solo uno entre 10.000 moluscos creará una, además usualmente pequeña o deforme. Si sumamos la belleza a su baja incidencia, entenderemos su alto precio. A finales del siglo XIX, este mercado cambió radicalmente cuando Japón, uno de los principales recolectores, empezó a cultivarlas en granjas. La peligrosa recolección dejó de ser un negocio viable en los años 30, por lo que simplemente se abandonó, algo que las poblaciones de moluscos salvajes agradecieron. Regiones enteras como el golfo pérsico tuvieron que cambiar su actividad económica. Países como Baréin tuvieron que adaptarse, aunque el descubrimiento de petróleo poco después facilitó las cosas. La industria perlífera de aquí, conocida desde tiempos griegos, dejó atrás almacenes, puertos y tiendas en la isla Muharraq.

Casa Siyadi en Muharraq

Baréin es un pequeño estado formado por un archipiélago en el que Muharraq es la segunda isla en tamaño. Se localiza en el extremo noreste del país, en el punto más cercano a los caladeros de moluscos marinos que propiciaron la industria perlífera. Esta fue explotada intensamente por las tribus utub de origen kuwaití que ocuparon Baréin en 1783 llegados desde Al Zubarah, en la vecina Catar. La dinastía Khalifa gobernó Baréin, aunque frecuentemente bajo el protectorado de alguna gran potencia. Su principal fuente económica fueron las perlas, actividad que explotaron romanos, árabes, persas y omaníes, entre otros. En 1820, un acuerdo de protección entre Baréin y Reino Unido abrió las puertas al primero a explotar los caladeros bajo un contexto de estabilidad. Muharraq creció alcanzando los 6.000 habitantes convirtiéndose en el principal mercado nacional. Tras el cénit de finales del siglo XIX, el fin de las perlas inició el declive de Muharraq.

Esta antiquísima ciudad había sido sede de astilleros y refugio de cristianos nestorianos hasta que llegó el Islam. La actual Muharraq tomó forma bajo la dinastía Khalifa y la industria perlífera. Esta está representada en el sur de la ciudad gracias a una serie de edificios que recuerdan partes de su cadena de valor. Forman una línea conocida como la ruta de las perlas que acaba en el fuerte Bū Māhir. En la ruta destacan diez casas originales que pertenecieron a distintos mercantes perlíferos. Eran los encargados de organizar los equipos de buceadores que se dirigían a las tres zonas de perlas situadas unos cincuenta kilómetros al noreste. Estas tres zonas alcanzan una profundidad máxima de unos veinte metros que los buceadores tenían que superar a pulmón. Tras recoger los moluscos, regresaban al puerto de Bū Māhir, donde el fuerte protegía los intereses de los mercantes. Del fuerte original han sobrevivido una torre y un ala, siendo el resto una reconstrucción.

Fuerte Bu Mahir en Muharraq

Cerca hay varios almacenes, pero no para las perlas, sino como astilleros de las embarcaciones utilizadas por la industria, los tradiciones dhows típicos de la península arábiga. Las perlas se llevaban a las tiendas del centro de Muharraq. El mayor complejo de tiendas era el de Siyadi. Este nombre recuerda a uno de los principales comerciantes de perlas local, que tenía su propia flota de dhows y un complejo formado por dos casas tradicionales más una mezquita familiar. Destaca la casa para invitados por su altura y el intrincado trabajo de madera y yeso de sus ventanas. El interior conserva la decoración original con trabajos de madera importada de Irán. Como el resto de casas, fueron construidas a finales del XIX. Reflejan un estilo propio con elementos de la arquitectura arábiga, pero influencias internacionales por la presencia de comerciantes extranjeros. Es habitual que una capa de yeso cubra un mortero de roca coralina y barro, mientras que la decoración se basaba en paneles de yeso, maderas labradas y ventanas con celosías.

Muharraq es la segunda ciudad más poblada de Baréin, pero no llega a los 200.000 habitantes. Se encuentra encajada entre Manama y el aeropuerto internacional, así que su acceso es muy sencillo. El centro histórico es el más tradicional y merece un paseo prefijado por la ruta de las perlas, de unos tres kilómetros. Aunque se puede hacer por libre, es mejor contratar un guía que identifique las casas de los mercantes y nos cuente su historia. Solo la de Siyadi tiene el tamaño y conservación para llamar la atención. Además de estas es imprescindible visitar la casa de Isa ibn Ali, uno de los primeros gobernantes de Baréin, que es la más lujosa de todas. Tras acabar el recorrido en la costa merece la pena acercarse a alguno de los zocos de la ciudad, muy auténticos, y pedir la versión local del halva de Oriente Medio, un postre que aquí tiene un aspecto gelatinoso.

Fotos: Jan Hazevoet / ZAKARiYA Abbas

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