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La Gran Barrera

La Gran Barrera

Queensland (Australia)

El edén submarino


En 1770, el explorador James Cook estaba navegando por el noreste de Australia en viaje científico cuando encalló cerca de la costa. Descubrió con ello, involuntariamente, la Gran Barrera. La ausencia de atolones hizo que inicialmente no llamara mucho la atención y apenas se estudió la formación en el siglo XIX. A comienzos del XX se empezó a tener conciencia de lo que de verdad representaba este lugar. Hablamos del mayor sistema de coral del mundo, compuesto por casi 3.000 arrecifes diferentes y 900 islas a lo largo de 2.300 kilómetros de costa. La Gran Barrera se extiende desde el estrecho de Torres, que separa a Australia de Nueva Guinea, hasta la isla Fraser. No es que la Gran Barrera se vea desde el espacio, es que es la estructura formada por organismos vivos más grande que existe. La protección aquí llegó tarde, en 1975, con el objetivo de proteger este sensible y rico ecosistema. Esta protección no ha evitado que el sistema haya perdido la mitad de su cubierta desde 1985. La Gran Barrera está expuesta a amenazas que ponen en duda su futuro.

Una isla rodeada de coral en la Gran Barrera

El coral se forma cuando los pólipos forman exoesqueletos de carbonato cálcico que, al morir, sirven de base para la generación siguiente. Hay tres tipos fundamentales de coral. Los arrecifes de barrera son los más extendidos en las setenta biorregiones que componen la Gran Barrera. Más escasos son los arrecifes costeros, que aquí se encuentran en las islas Whitsunday. El tercer tipo, los atolones, no está representado. A lo largo de toda la Gran Barrera hay montones de islas. Las hay de origen volcánico, como el grupo de las islas Whitsunday, que se separaron de la costa al subir el nivel del agua. Sus playas son muy visitadas por su aspecto paradisíaco. Luego están todas las islas coralinas, entre las que destacan algunas tan bellas como Lady Elliot en el sur o la de Heron. Esta, por ejemplo, tiene apenas 16 hectáreas y no pasa de los tres metros de altitud, pero su arrecife alberga multitud de vida.

Lo bueno aquí está bajo el agua. Las 400 especies de coral, ascidias, briozoos, las quince especies de pradera oceánica y los cientos de algas, algunas también formando zonas calcáreas, son el alimento y hogar de multitud de animales. La Gran Barrera no cuenta con un endemismo muy fuerte, pero la variedad de especies no tiene igual en el mundo. 1.500 especies de peces, incluido el mítico pez payaso, 4.000 de moluscos y animales tan carismáticos como las ballenas, delfines, marsopas, tiburones, mantas, rayas, serpientes marinas y otros muchos viven en la Gran Barrera. Muchos están amenazados, como los manatíes y algunas de las seis especies de tortugas marinas que viven aquí. En sus manglares y marismas hay cocodrilos marinos y en las islas hay una avifauna muy apreciable: más de millón y medio de aves nidifican en la Gran Barrera, en la cual se han registrado 215 especies de aves diferentes.

Dos peces payaso en la Gran Barrera

La cuenca del mar de Coral, donde se sitúa la Gran Barrera, empezó a multiplicar sus corales hace unos 25 millones de años, cuando la placa que lo soporta se movió hacia regiones tropicales. El coral ha ido aumentando o disminuyendo de acuerdo al nivel del mar. La Gran Barrera que vemos ahora se eleva sobre otra anterior de unos 20.000 años y creció junto al nivel del agua hasta hace 6.000. El nivel y la temperatura del agua marcan la vida de la Gran Barrera. Ambas variables dependen del cambio climático, principal amenaza del lugar. El aumento de la temperatura está propiciando el blanqueamiento del coral. Es una fase en la que el coral no muere, pero detiene su crecimiento. La actividad de la costa también afecta al coral. Los ríos transportan sedimentos, nutrientes que provocan la eutrofización de las aguas, químicos y otros factores contaminantes de los pesticidas. Además, estos factores ayudan a la proliferación de la corona de espinas, una estrella de mar depredadora del coral que en cantidades elevadas es una amenaza fatal.

El turismo es otro factor estresante por muchas medidas que se tomen: simplemente con las aves que se ven atraídas por el turismo se generan heces que estresan al coral. Dos millones de personas vienen anualmente a este sitio de obligado paso cuando se visita Australia. Para minimizar nuestro impacto es conveniente, como mínimo, optar por las propuestas de ecoturismo, que aquí abundan. Las dos puertas de entrada principales son Cairns y las islas Whitsunday, ambas con aeropuerto. No obstante, casi cada localidad costera de Queensland ofrece sus propias excursiones. Es habitual pernoctar a bordo de yates o en algún pequeño resort de islas coralinas. Las actividades más habituales son lógicamente el snorkel y buceo. Hay también actividades más sofisticadas, como observatorios submarinos y vuelos en helicóptero. De mayo a octubre evitaremos las lluvias, aunque tendremos más turismo.

Fotos: Lock the Gate AllianceSprain

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