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Masada

Masada

Distrito Meridional (Israel)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 29 03, 2020
  • Category:

Asedio imposible


Hasta la era napoleónica, el asedio fue una de las formas de guerra habituales. Cuando el enemigo se protegía tras una fortaleza y sus ocupantes se negaban a rendirse, tocaba tener paciencia. La historia proporciona infinidad de ejemplos, aunque el de la fortaleza romana de Masada suele encabezar muchos artículos. No fueron romanos, sino un grupo de rebeldes judíos, los que se apostaron en esta meseta de verticales paredes con un único punto de acceso, el camino denominado de la serpiente por ser estrecho y sinuoso. Los romanos llegaron en el 72 con 9.000 soldados dispuestos a esperar. Su general Lucius Flavius Silva, sin embargo, decidió cortar por lo sano. Si no podemos acceder por ese camino, construiremos otro. Durante tres meses, los soldados levantaron una inmensa rampa por la que accedieron a Masada. Según el único testimonio de la época, los rebeldes optaron entonces por el suicidio masivo. Aunque no existe ninguna evidencia arqueológica de ello, al pueblo judío le ha valido para utilizar Masada como símbolo de valentía y resistencia.

Vista aérea de la meseta de Masada

Masada está sobre una meseta natural de unos 550×270 metros con acantilados en todos los lados y fantásticas vistas al mar Muerto. Es decir, estamos ante un lugar idóneo para construir una fortificación. El narrador de la historia de Masada, tanto de la anterior como del asedio, fue Flavio Josefo, un judío romanizado. Josefo cuenta que fueron los judíos asmodeos los primeros en levantar un fuerte, aunque arqueológicamente no hay constancia. Así, el primer constructor probado de Masada es Herodes, que en el 37 a.C. erigió las primeras estructuras y diez años después un segundo palacio. Su objetivo era tener un lugar donde huir si las cosas pintaban mal, pues la resistencia judía estaba siendo incómoda. Esta se aplacó con la segunda destrucción del Templo Judío de Jerusalén en el año 70, pero distintos grupos extremistas continuaron la lucha. Uno de ellos, los sicarii, habían ocupado Masada cuatro años antes dándole la vuelta a la historia del fuerte. Huyendo de Jerusalén, otros judíos, los zelotes, se unieron a la heroica empresa.

Según Josefo, solo dos mujeres y tres niños de los 960 judíos pertrechados en Masada sobrevivieron. Contaron las arengas de los sicarii en pos del suicidio masivo, que algunos critican por oponerse a su religión. En todo caso, la arqueología ha refutado varias afirmaciones de Josefo. Entre otras cuestiones se han encontrado unos 28 cuerpos, aunque hasta qué punto son de romanos o judíos no queda claro. El lugar fue identificado en 1838 y escalado cuatro años después, pero las investigaciones tuvieron que esperar a los años 60 con la llegada de Shmarya Guttman primero y Yigael Yadin después. Las ruinas estaban en buen estado, pues la aridez de la región ha prevenido la ocupación de Masada. La excepción fue un monasterio bizantino que renombró el sitio como Marda y levantó una iglesia. El equipo de Yigael Yadin reconstruyó los edificios romanos, los frescos y las sinagogas de los rebeldes. También identificaron el sistema de canales y cisternas utilizados para sobrevivir los años previos al asedio final.

Vista desde el palacio de Masada hacia el Mar Muerto

Los factores clave en un asedio son el alimento y la defensa. Solucionado lo primero, Masada se apoya en 1.300 metros de murallas dobles con espacio entre ellas para barracones. Por encima de sus cuatro metros de altura se alzan varios torreones que rematan la protección natural del precipicio. En el interior hay almacenes, cuarteles, armería, cisternas, columbarios, la iglesia bizantina y dos palacios. El palacio del norte es posterior y más lujoso, conservando mosaicos. Su construcción es espectacular, pues se apoya en la propia geografía del barranco asomándose con tres terrazas consecutivas. El palacio oeste, más funcional, tiene un porticado para recibir visitas. Cerca de este está la rampa de acceso del ataque romano, que se apoya en una loma natural que ahorró trabajo. Al otro extremo, en el este, está el sendero de la serpiente.

Masada forma parte del Parque Nacional homónimo, por lo que solo entrar en él tiene su coste. La mayoría de turistas llegan en visita diaria por la carretera del este, antes o después de ir a descansar a algún punto del mar Muerto. La otra opción es la carretera que llega de Arad. Cada lado nos dará acceso a un ascenso: por la serpiente o la rampa romana. El segundo es más sencillo, pero en ambos casos conviene subir antes del amanecer. Disfrutaremos del mismo arriba y evitaremos el calor. La alternativa cómoda es tomar el teleférico del lado este, aunque por sus horas de funcionamiento nos privará del amanecer. En la cima hay audioguías para visitar las ruinas. Las vistas son fantásticas y se aprecian los campamentos montados por los romanos durante el asedio. De vuelta abajo hay un museo arqueológico con artefactos del lugar.

Fotos: Andrew Shiva / Gary Todd

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