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Medina de Marrakech

Medina de Marrakech

Marrakech-Safi (Marruecos)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 28 05, 2020
  • Category:

Esencia nacional


No hay mejor manera de sentir Marruecos que acudir a la plaza Yamaa el Fna de Marrakech. Lo idóneo es subir a una azotea y dedicarse a ver la vida pasar. De día abundan los puestos de zumo, aguadores, improvisados dentistas o encantadores de serpientes. Cae la luz y Yamaa el Fna se transforma con puestos de comida, bailes bereberes y cuentacuentos. Es la magia de una plaza llena de vida que conecta uno de los zocos marroquíes más extensos con la mezquita más imponente de la ciudad, la Koutoubia, cuyo espectacular minarete inspiró la Giralda sevillana. Aunque Marrakech no es ni la capital política ni económica del país, no hace falta más que mirar a su nombre para entender la influencia que esta ciudad de origen almorávide ha tenido y tiene no solo en Marruecos, sino el Magreb y España. Por las estrechas calles de su medina amurallada encontraremos mausoleos, palacios, mezquitas, puertas monumentales, madrazas y todo tipo de zocos, auténticos centros comerciales abiertos.

Plaza Yamaa el Fna de Marrakech al atardecer

Marrakech está en una zona históricamente bereber, pero fue fundada sobre el 1070 por Abu Bakr ibn Umar, primo del califa almorávide. Gracias a su localización a las puertas del Atlas, progresó comercialmente, pero fue su rol religioso y cultural el que la hizo despuntar. Los almorávides, que controlaban Al Andalus, trajeron a sus mejores arquitectos y artistas de Sevilla y Córdoba para fusionar el estilo dominante de Marrakech. Poco después levantaron las fortificaciones que aún perduran y la ciudad se convirtió en la capital de facto de los almorávides. De esta época es también el sistema de irrigación denominado rhettara, similar al qanat persa, que permitió la profusión de jardines pese a su clima desértico. Menos de un siglo después de fundarse, los almorávides fueron expulsados por los almohades, que renovaron la ciudad. De esta época es la mezquita de los libreros o Koutoubia, la más deslumbrante. Los almohades residían en la cercana kasbah y con ellos llegaron eruditos de todo el imperio.

El siglo XIII, sin embargo, inició un paulatino declive tras la muerte del almohade Yusuf II. Varias tribus disputaron el gobierno que los zenata se llevaron, de forma que la capital se trasladó a Fez. Por suerte, Marrakech tuvo un segundo cénit gracias a los alauitas, especialmente a dos gobernantes del siglo XVI: al-Qaim y al-Mansur. No solo restauraron los edificios almorávides y almohades, sino que construyeron palacios como Badi y reestablecieron la economía con las caravanas del desierto. Antes de devolver la capital a Fez en 1659, Marrakech se convirtió también en una capital religiosa del sufismo musulmán. Varias tumbas de santos sufíes fueron trasladadas aquí, lo que atrajo multitudes de peregrinos. Tras la era colonial, Marrakech se erigió en ciudad de moda para el movimiento hippy, atrayendo a artistas, cineastas y músicos que fueron un imán para el turismo. Consecuentemente se restauraron muchos edificios de la medina.

Mezquita y minarete de Koutoubia en Marrakech

19 kilómetros de murallas protegen intermitentemente la medina de Marrakech con su color rojizo, que da sobrenombre a la ciudad. Sobreviven 200 torres defensivas y veinte puertas históricas entre las que destaca Bab Agnaou, antigua puerta a la kasbah. Fuera quedan los amplios jardines de Menara con su pabellón saudí y numerosos olivos. La medina contiene multitud de riads, pequeñas mansiones con patio interior, y dos grandes palacios: Badi, en estado irregular, y el moderno de Bahia. De los saudíes destacan su mausoleo con tres tumbas. Está bellamente decorado con materiales nobles como mármol y madera de cedro. Entre las mezquitas, la más antigua es la de Ben Youssef, aunque fue muy renovada por los saudíes. En 1948 se descubrió la fuente de abluciones original, la Koubba. El monumento principal de Marrakech es la Koutoubia gracias a su excelso minarete rojo de 77 metros y estilo omeya. Las bolas doradas que la coronan son un detalle local.

Marrakech es la ciudad turística por excelencia de Marruecos desde hace tiempo, por lo que tiene una dotación hotelera nutrida en Guéliz, la zona moderna, donde está el histórico La Mamounia. En la medina es típico alojarse en riads. Esta no es tan laberíntica como la de Fez y es factible orientarse entre los zocos. En ellos podemos comprar de todo, pero cerca de Yamaa el Fna tendremos que ser pacientes con la insistencia de los vendedores. La plaza merece la pena en cualquier momento, pero especialmente al atardecer, momento en el que podemos bajar a cenar a sus puestos. La cocina es muy especiada, empezando por la mezcla Ras el hanut. En las mezquitas no se puede entrar y dos museos merecen la pena por su contexto: el de Marrakech en un antiguo palacio y el de Arte Islámico en los jardines Majorelle. Marrakech es la base ideal para visitar el Atlas y ciudades como Esauira.

Fotos: Hagens_world / Olivier

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