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Monumentos históricos de la antigua Kyoto (ciudades de Kyoto, Uji y Otsu)

Monumentos históricos de la antigua Kyoto (ciudades de Kyoto, Uji y Otsu)

Kyoto y Shiga (Japón)

Retazos del Japón clásico


El periodo Heian se considera no solo la última etapa del Japón clásico, sino su cénit. Heian significa paz, la que marcó esta era que en el siglo VIII sucedió a la de Nara y se extendió hasta 1185. Al principio fue una confirmación de las influencias chinas Tang en pensamiento y religiones como el taoísmo y budismo. No obstante, Heian no implicó solo un traslado de capital, sino la asunción de una identidad japonesa propia. El auge cultural provino de una fuerte centralización de la riqueza, pero los emperadores, controlados por el clan Fujiwara, descuidaron la economía y las provincias. Este cóctel trajo el ascenso de poderes locales encabezados por señores de la guerra que terminaron sumiendo a Japón en un constante conflicto. Heian llegó a su fin, pero no así su capital homónima, renombrada precisamente como ciudad capital o Kyoto. Lo fue durante mil años convirtiéndose en el corazón intelectual de Japón. La ciudad más relevante de la historia nacional, no obstante, no conserva un centro homogéneo, sino multitud de monumentos representativos.

Templo Kiyomizu-dera con Kyoto al fondo

Los orígenes de Kyoto giran en torno a dos capillas sintoístas, Shimogamo y Kamigamo, establecidas en los siglos VI y VII. El emperador Kanmu decidió dejar Nara y apostar por una ciudad totalmente nueva diseñada a imagen de la capital china de entonces, Chang’an o Xi’an, cuyo rectilíneo diseño sobrevive. Se inicia una larga historia en la que Kyoto vivió los altibajos japoneses. Durante el periodo Heian, la aristocracia y el auge del budismo militante la dominaron. Dos fueron los templos autorizados en el interior, de los que sobrevive Tō-ji. Alrededor proliferaron otros como el hermoso y bellamente localizado Kiyomizu-dera, cuyos edificios son, como muchos otros, posteriores. La excepción la supone una pagoda de cinco pisos del siglo X en Daigo-ji, representante budista de la rama shingon junto a Ninna-ji. De la secta tendai tenemos Enryaku-ji, en la vecina ciudad de Ōtsu.

En el siglo XI, una corriente recorrió Japón. Según los cálculos budistas, en 1052 se iniciaba la era mappō o de degeneración. Esto alimentó a las sectas y el fervor religioso. Justo ese año se construyó el hall del Fénix en el templo budista Byōdō-in en la ciudad de Uji, al sur de Kyoto. Otro de los escasos supervivientes de la tradición constructiva de madera en Kyoto, a la belleza de su jardín se unen sus obras de arte y la cercana capilla protectora Ujigami. Al acabar la era Heian y comenzar la Kamakura ganó enteros la secta budista rinzai zen, asociada con unos samuráis en pleno ascenso. El templo de cabecera de la secta es Tenryū-ji, aunque el más famoso es el reconstruido pabellón dorado Kinkaku-ji. La principal seña de los rinzai son sus jardines zen. El más famoso es el asociado a Saihō-ji, conocido como jardín de musgo por las 120 clases de este que forran el suelo. También es la era de los jardines zen secos, una tradición entre jardín y arte, como Ryōan-ji.

Templo dorado Kinkaku-ji, uno de los más famosos de Kyoto

La guerra de Omin en el siglo XV supuso el mayor golpe a Kyoto, destruida y reconstruida. El intenso siglo XVI vio construir una larguísima muralla, luego desmantelada, que simboliza una conflictiva época. A finales del siglo, la paz empezó a llegar en el periodo Momoyama, última etapa esplendorosa de Kyoto representada con el templo Hongan-ji. El ascenso del shogunato Tokugawa vio un paulatino traslado del poder a Edo, actual Tokio. No obstante, el shogunato no descuidó Kyoto. Construyó un doble castillo concéntrico, Nijō, que utilizó como residencia. Es también la época en la que muchos templos y capillas se reconstruyen. Consecuentemente, Kyoto muda de ciudad política a religiosa y atrae peregrinos. Con la modernización definitiva de Japón en el XIX gracias a la restauración Meiji, la capital se trasladó oficialmente y Kyoto sufrió una modernización poco sensible con su pasado. Al menos a finales de siglo se promulgaron leyes para proteger sus monumentos.

Esta larga y compleja historia complica la visita a Kyoto, pues sus monumentos se desperdigan por el centro y alrededores de una ciudad con millón y medio de habitantes. Pese a su tamaño, el aeropuerto más cercano es Osaka, por lo que mucha gente llega en tren desde Tokio. Al estar los monumentos en una amplia extensión tendremos que interiorizar bien el sistema de transporte público y planificar bien los días, más teniendo en cuenta que Kyoto se puede utilizar como base para ir a Nara o Himeji-jo. Las actividades aquí son numerosas, con la famosa floración de los cerezos y muchos festivales famosos entre los que sobresalen el festival en julio del barrio Gion, uno de los más influyentes en la ciudad, y el de Aoi en mayo, muy relacionado con la era Heian y celebrado entre los templos Shimogamo y Kamigamo. Los dos productos gastronómicos más consumidos son el té verde matcha y el yatsuhashi, un snack dulce con canela.

Fotos: Marco Crupi / Khun Hans Photography

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