La resistencia musulmana
Se dice que la actual etnia harari es el resultado de la suma de la antigua harla tras mezclarse con otros grupos del este de Etiopía como los somalíes o los argobba. Todos ellos tienen el común ser musulmanes en un país predominantemente cristiano. La convivencia actual fue más complicada en el pasado. En el siglo XVI, el actual territorio etíope estaba ocupado por el imperio abisinio cristiano y el sultanato Adal musulmán. Con el apoyo del imperio otomano, los segundos lanzaron un ataque fallido a los primeros. Tras la muerte de su líder, el sultanato declinó definitivamente y su gente empezó a ser hostigada por etnias como la oromo, que aprovecharon el agotamiento rival. De estas mezclas nacieron los harari, cuyo centro de operaciones se sitúa en la ciudad fortificada de Harrar, siendo su jugol levantado tras la derrota musulmana. Antiguo centro comercial y político de los musulmanes, Harrar se ha mantenido como ciudad cultura del Islam en Etiopía. No en vano cuenta con casi cien mezquitas, más de cien santuarios y es considerada cuarta ciudad santa del Islam.
Conocida como Gēy, la ciudad, por los locales, los inicios de Harrar son inciertos. La tradición habla del siglo XIII, pero varias mezquitas han sido datadas en el X. El Islam llegó aquí incluso antes estableciéndose en pequeñas villas. En todo caso, el XIII sí que fue el despegue comercial, sector controlado por los musulmanes con contactos con Somalia y la península arábiga. Hubo que esperar al siglo XVI para que Harrar fuera capital política de Adal. Era el año 1520 e inició el corto cénit de la ciudad atrayendo poetas y artesanos. Las ambiciones de conquista provocaron sin embargo su declive. Incluso llevó a Harrar a depender de Aussa para evitar las incursiones oromo. Recuperó su independencia en 1647 al fundar su propio emirato, prolongado hasta finales del XIX. Tras un breve lapso en manos egipcias cayó definitivamente bajo el control etíope. Aunque Harrar ha demostrado resistencia, este último siglo no ha supuesto precisamente su auge.
De la mano de Melenik, los etíopes modificaron el urbanismo de Harrar al incluir un nuevo eje este-oeste: la calle Amir Urga, posteriormente ampliada en el breve periodo de dominación italiana. Melenik también añadió la sexta puerta en el jugol, término que designa tanto la muralla como la ciudad intramuros. Según la mayoría de las fuentes data del siglo XVI, cuando los musulmanes necesitaron defenderse al replegarse. Harrar se localiza entre las montañas del noreste etíope, en el valle del río Wabi Shebele, a casi 2.000 metros de altitud. Otras fuentes de agua fueron incluidas en el jugol para prevenir asedios. El centro está formado por un triángulo formado por el mercado de caballos o Ferez Magala, donde se encuentran el ayuntamiento y una iglesia ortodoxa, el mercado mayor o Gider Magala y la mezquita Jamia, única suficientemente grande para aceptar hombres y mujeres. Todo este centro está plagado de mercados y tiendas que recuerdan el pasado comercial de la ciudad.
Además del jugol, Harrar destaca por su carácter santo: hay decenas de mezquitas, santuarios y tumbas de santos. Entre las mezquitas las hay de todo tamaño, incluyendo cinco grandes y otras que hacen también funciones de mausoleo. Las tradiciones de la comunidad de Harrar, de origen semítico, son muy especiales. Tiene estructuras propias como las asociaciones vecinales afocha, responsables de actividades sociales como bodas y funerales. Hay estructuras superiores denominadas kebele, equiparables a los barrios occidentales. La arquitectura civil es muy relevante por su originalidad. Hay tres tipos de casas: la tradicional harari está compuesta de unidades denominadas ge gar. Varios ge gar comparten un patio interior con estancias comunales para formar un ge abad. Antiguamente, un ge abad era habitado por familiares cercanos. El segundo tipo de vivienda son las de los mercaderes indios del siglo XIX, con tradicionales porches o verandas. El tercer tipo mezcla ambas.
Harrar cuenta con apenas 75.000 habitantes, en buena parte porque Dire Dawa, a hora y media, fue la elegida para tener estación de tren por la altitud de Harrar. Dire Dawa es hoy la segunda ciudad del país y tiene aeropuerto. Harrar está hecha para ser paseada. Si queremos entrar en alguna casa podemos ir a la que usó el poeta Arthur Rimbaud, hoy museo. En los mercados hay mucha artesanía, especialmente de tejidos, cestería y encuadernación. Harrar es famosa por su curiosa tradición de alimentar hienas salvajes, que parece se inició para evitar que atacaran al ganado local. No hay que asustarse ante ellas, pero sí tener precaución. Este extraño asunto ha derivado en show turístico con dos puntos en la ciudad donde podemos ver hienas y alimentarlas. No es seguro que se presenten, así que a veces se las busca fuera de la ciudad.
Fotos: mariusz kluzniak / Ahron de Leeuw
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