Terrorismo de estado
Argentina, 1985: se dicta sentencia en el marco del denominado Juicio a las Juntas. Está considerado uno de los hitos judiciales de la Historia reciente porque por primera vez un tribunal civil juzgó y sentenció en su propio país a miembros de una dictadura militar que, además, hacía solo dos años que había sido disuelta. Fue un largo proceso, impulsado por el presidente Raúl Alfonsín y liderado por el fiscal Julio César Strassera, que acabó con la entrada en prisión de figuras de la relevancia del dictador Videla, primer líder de la Junta Militar. Aunque este inédito proceso quedaría parcialmente lastrado por varios indultos y leyes de olvido, Videla acabó sus días en la cárcel. Dentro un complejo panorama judicial, este fallo fue la primera pieza de la Megacausa ESMA dirigida contra aquella Junta Militar que durante siete años sembró el terror. El nombre recuerda el sitio donde la Junta centró sus operaciones, una antigua Escuela militar convertida en centro de tortura y desde 2015 un sitio de recuerdo.
La historia argentina del siglo XX es de una complejidad con poca comparación no solo en América Latina, sino en el mundo. Constantes fueron la inestabilidad y la figura de Juan Domingo Perón, tres veces presidente e iniciador de una corriente política que aún resuena en la actualidad. En los años 70, el peronismo entró en su tercera fase con la victoria de Héctor Cámpora, que abrió las puertas al retorno de Perón en 1973. A estas alturas, la tensión interna en Argentina era total, a lo que se sumaron la crisis del petróleo y la repentina muerte del propio Perón. Con el gobierno en manos de su viuda, el golpe de estado de 1976 inició el denominado Proceso de Reorganización Nacional. De corte profundamente reaccionario en lo social, la Junta Militar, en el contexto de Guerra Fría y la doctrina de seguridad nacional de EEUU, impulsó la continuada y sistemática violación de los Derechos Humanos. Se materializó con la muerte y desaparición de unos 30.000 civiles en uno de los actos de terrorismo de estado más dolosos de la segunda mitad del siglo XX.
La propia incapacidad de la Junta Militar para enderezar la economía argentina y el fracaso en la Guerra de las Malvinas forzaron la entrega del poder en 1983. Antes de desalojar las instituciones políticas, los militares se preocuparon por vaciar físicamente centros de exterminio y tortura como el ESMA. El nombre proviene de Escuela de Mecánica de la Armada, cuya sede se estableció sobre un solar vacío del norte de Buenos Aires en 1928 con los primeros pabellones. Años después, en 1939, se levantó en estilo moderno un edificio específicamente destinado a servir de residencia para los altos mandos, aunque fue profusamente remodelado siete años después. Durante la Junta Militar se hicieron otro tipo de reformas, pero orientadas a que el edificio simultaneara sus funciones previas con las clandestinas. La parte más pública, centrada en el Salón Dorado, se convirtió en centro de operaciones, mientras que el sótano y el ático se rediseñaron para servir como centro de detención y tortura.
A través de unas escaleras en la parte trasera del ESMA, el sótano era el punto de entrada para los detenidos, pero también de salida cuando se les llevaba a un avión que los arrojaba al océano. En la tercera planta se habilitaron altillos y se crearon divisiones para mantener prisioneros durante más tiempo en secciones conocidas como Capucha o Capuchita. Dirigido por Emilio Eduardo Massera, el centro mantuvo una alta actividad en sus dos primeros años, teniendo que revertir temporalmente varias modificaciones para la visita de una comisión de los Derechos Humanos en 1979. Nada más crearse la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas se iniciaron las investigaciones en el ESMA, prueba física imprescindible para la Megacausa. Tras sortear una amenaza de derribo en los años 90, la cesión del espacio del ESMA fue revocada por Buenos Aires, que inició la transformación del espacio en el museo y sitio de la memoria que es hoy.
Buenos Aires es la puerta de entrada a Argentina como capital y, con diferencia, ciudad más poblada del país. Aparte del centro colonial, es una ciudad llena de barrios históricos tan famosos como Boca, Recoleta, San Telmo o Palermo. También de actividades populares como su pasión por el fútbol o el tango. Cerca del mar de la Plata, en la estación de tren Rivadavia, se encuentra el ESMA, abierto a visitas siempre y cuando se tengan más de 15 años. El sitio está dedicado a dar voz a las víctimas y por medio de visitas guiadas y audioguías sigue un itinerario fijo. El ESMA sigue siendo relevante en causas judiciales, por lo que todas las instalaciones están montadas de forma que sean fácilmente retirables.
Fotos: Camilo Del Cerro / Adam Jones
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