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Palacio Real del siglo XVIII de Caserta con el parque, el acueducto de Vanvitelli y el conjunto de San Leucio

Palacio Real del siglo XVIII de Caserta con el parque, el acueducto de Vanvitelli y el conjunto de San Leucio

Campania (Italia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 11 09, 2020
  • Category:

Proyecto ilustrado, realidad absolutista


El despotismo ilustrado fue una de las corrientes políticas más apreciadas por la realeza europea del siglo XVIII. Conjugaba las ideas ilustradas que empezaban a recorrer el continente con un mando más centralizado que nunca. Carlos III de España fue uno de los principales impulsores. Antes había sido VII de Nápoles y V de Sicilia, reinos que abdicó en favor del español. Camino de Nápoles conoció al tuscano Bernardo Tanucci, uno de los actores secundarios que en ese siglo fueron tan influyentes. Cuando Carlos cedió el trono a su hijo Fernando, Tanucci fue regente y solo cedió poder cuando la esposa del despreocupado rey, María Carolina, se unió al consejo de estado. Tanucci fue el principal impulsor de San Leucio, un inusual experimento tecnológico y social en una factoría de seda gestionada de forma totalmente innovadora para la época. Este edificio, que simboliza la Ilustración, contrasta con el despotismo de su vecino palacio de Caserta. Levantado para rivalizar con Versalles y el Palacio Real de Madrid, es la residencia real más voluminosa del mundo. En su interior cabría dos veces el Empire State neoyorquino.

Vista del palacio real de Caserta desde el passegio

Al llegar a Nápoles, Carlos inició una serie de procesos modernizadores y decidió construirse una residencia real alejada del mar, fácilmente defendible. Eligió los terrenos del conde de Caserta y contrató a Luigi Vanvitelli, arquitecto del Papa, para el diseño. Este entusiasmó a Carlos, cuya ambición inicial era construir toda una ciudad ilustrada, y las obras arrancaron a buen ritmo en 1752. Siete años después, las cosas cambiaron. La marcha de Carlos a España paralizó las obras, que quedaron a cargo de Tanucci. Fernando, el heredero, no mostró mucho interés, pero una oportuna erupción del Vesubio le obligó a mudarse. Las obras finalizaron en la década de los 70 tras la muerte de Vanvitelli, cuyos planos se respetaron en lo fundamental, aunque se omitieron varias estructuras. Poco después empezó la época más convulsa de la región, con constantes cambios de gobierno. Caserta perdió relevancia en el periodo, además de sufrir algún saqueo, y finalmente se nacionalizó en 1919. Tras tener otras funciones, como la de academia aérea, en la II Guerra Mundial sufrió bastantes daños. Estos fueron restaurados tras la rendición italiana, firmada aquí.

Caserta destaca por su descomunal tamaño y volumen. Hablamos de 235.000 metros cuadrados repartidos en cinco plantas. El plano general es un rectángulo de 247×184 metros en cuyo interior dos alas se cortan en cruz dando lugar a cuatro patios interiores. Tiene dos fachadas principales, una hacia Nápoles y otra hacia los jardines, coronadas por balaustradas y ligeramente monótonas. En el interior hay 1.200 habitaciones además de una inmensa biblioteca, capilla y un teatro a imagen del napolitano San Carlo. Decorativamente guarda equilibrio entre barroco y clasicismo, destacando sus escaleras monumentales. Caserta está a tres kilómetros del macizo Taburno Camposauro, los que mide el ondulante passeggio en el que se acumulan fuentes, cascadas y estatuas barrocas. Esta sección del jardín tiene estilo francés, mientras que alrededor del palacio domina el italiano. Más especial es el jardín inglés del botánico, diseñado una década después del fin de las obras. Es un ejemplo temprano de su estilo en el continente.

Edificios de San Leucio en Caserta

El passegio obligó a Vanvitelli a refrescar sus conocimientos de ingeniería hidráulica, aunque no tanto como el acueducto que se hizo necesario para acercar el agua a Caserta. La mayoría de sus 38 kilómetros son subterráneos, pero el valle de Maddaloni obligó a tender una sección inspirada por los acueductos romanos, medio kilómetro expuesto de 56 metros de altura. También da servicio al complejo San Leucio, el proyecto más ilustrado en Caserta. El edificio había sido un pabellón real de caza de la familia Acquaviva que Fernando, amante de esta actividad, amplió. Usando elementos anteriores nació en 1778 la sedería real, equipada con la última tecnología. Las casas de los trabajadores que vemos fueron el inicio de una utopía protosocialista, Ferdinandopoli, que la invasión francesa detuvo. Sí hubo tiempo de establecer unas condiciones de trabajo adelantadas a su tiempo. 

Caserta es una excursión ideal desde Nápoles que, entre unas cosas y otras, nos puede llevar todo el día. Podemos llegar en 45 minutos por carretera o en tren, muy práctico por estar al lado de la entrada. Todo es tan extenso que andaremos mucho, tanto dentro del palacio como fuera. Hay algunos tramos en los jardines que podemos ahorrarnos usando un minibús, bicicletas eléctricas o carroza con caballos. San Leucio recibe comparativamente menos visitas y es más complicado llegar, pero con guía merece la pena. Además, sigue habiendo una factoría de seda y podremos comprar prendas locales. En cuanto al acueducto, solo podremos llegar por coche tanto a la parte inferior como, tras una estrecha carretera, a la superior. Generalmente se puede caminar por encima de sus tres niveles.

Fotos: Carlo Pelagalli / Mia Battaglia

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