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Centro histórico de Nápoles

Centro histórico de Nápoles

Campania (Italia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 30 05, 2020
  • Category:

Capital del sur


Italia se suele dividir en dos macrorregiones: el norte industrial y el sur rural, también llamado Mezzogiorno. Al ser oficiosa no hay una frontera definida, pero la más aceptada otorga al sur los territorios del Reino de las Dos Sicilias, existente hasta la unificación nacional. La historia de las dos Italias se había separado mucho antes y la situación social era mejor al norte. La unión política no solo no equilibró la balanza, sino que terminó por acentuar las diferencias deteniendo la industrialización del sur y dañando su agricultura. Sin trabajo y asolados por el crimen organizado, llegó la diáspora italiana. La situación no se ha corregido del todo. Solo Nápoles se puede considerar una gran ciudad, aunque de fuertes contrastes. La capital histórica de las Dos Sicilias es uno de los asentamientos más antiguos de Italia y acumula construcciones y restos de muchas épocas, aunque su barroco influyó más allá de su icónica bahía.

Vista del centro histórico de Nápoles

Esta bahía fue objeto de colonias griegas desde el segundo milenio a.C. La más relevante fue Parthenope, donde hoy se asienta el Castillo del Huevo. Asentada en una pequeña isla, la colonia traspasó sus límites hasta que sobre el siglo VI a.C. se fundó la ciudad nueva, Neápolis, sobre una llanura. Dependiente primero de Siracusa, Nápoles fue ocupada por tribus samnitas en guerra con Roma, pero el Imperio triunfó y convirtió a su aliada en colonia. Cerca de Roma y dado su origen, Nápoles fue el paradigma helénico. Era elegida como destino vacacional por los emperadores y fue el lugar de exilio de Rómulo Augústulo cuando Roma fue invadida. Inevitablemente llegó una época de disputas entre germánicos y los bizantinos de Rávena. En el siglo VII, Nápoles buscó su destino fundando su ducado y acercándose al papado. Con el tiempo, las regiones del sur se fueron uniendo, gracias en parte a los normandos.

Hasta 1266, la capital del sur fue la Palermo, pero Carlos I mudó la capital. No sentó bien a Sicilia, que se independizó. Fue el momento de Nápoles, que atrajo a mercaderes y banqueros del norte, además de artistas. Pasar a manos ibéricas no restó empuje alguno a la ciudad y su renovación renacentista, hasta el punto de que en el siglo XVII es la urbe más poblada del Mediterráneo con 250.000 habitantes. Es el cénit napolitano, materializado en su barroco. Con todo para entrar con fuerza en la Revolución Industrial, Nápoles se lastró en su tradición feudal e inició el declive pese a la suntuosidad de sus palacios. Las disputas por su gobierno en el XVIII la debilitaron y la unificación fue la puntilla que llevó a cuatro millones de napolitanos a emigrar. Por si fuera poco, fue la ciudad italiana más bombardeada en la II Guerra Mundial. Si le añadimos la presencia de la Camorra se entiende que Nápoles nunca haya terminado de remontar.

Castel Nuovo de Nápoles

Nápoles reúne edificios de su época más esplendorosa, desde la Alta Edad Media hasta el barroco. Baste decir que su devoción católica le proporciona más de mil iglesias y la mitad son históricas. No hay ninguna que sobresalga, pero cabe mencionar la gótica Santa Clara, las pinturas renacentistas de la Catedral o las esculturas barrocas de San Severo. En este estilo, lo principal es el castillo real del siglo XVII que tiene anexo el influyente teatro de San Carlo. Inaugurado en 1737, es el más antiguo en Europa aún activo. Ambos se encuentran en la principal plaza napolitana, Plebiscito, de comienzos del XIX. Si nos vamos más atrás tenemos el Castel Nuovo, castillo medieval cargado de momentos históricos al que se añadió un arco triunfal en el siglo XV. El Nápoles antiguo se distingue levemente en el diseño urbano griego y el subsuelo. Ahí perduran catacumbas, túneles y cisternas de la Edad Antigua.

Nápoles tiene un centro histórico extenso y un horroroso tráfico que aconseja moverse en metro, factores a tener en cuenta para diseñar el viaje. Aunque a dos horas de Roma en tren, una visita de un día sabrá a poco. A pesar de la fama y la innegable presencia de la Camorra, para el turista es una ciudad segura y solo tenemos que tener precaución en dejar el coche en aparcamiento. Además de los monumentos son recomendables la galería renacentista del museo Capodimonte y el Arqueológico, con restos de Pompeya. Esta ciudad romana está en las faldas del cercano Vesubio, que domina la bahía y nos recuerda el carácter geográfico de la región que podemos comprobar en las calderas volcánicas de los Campos Flégreos. Si sabemos bucear es imprescindible hacerlo entre restos antiguos en la zona de Bayas. Muy napolitanos son sus mercados de antigüedades y por supuesto la pizza. La comida más italiana tiene su origen aquí. Son muy estrictos en sus estándares y la más típica es la más simple, la margarita.

Fotos: Pablo Cabezos / toocheesh

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