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Palafitos del entorno de los Alpes

Palafitos del entorno de los Alpes

Alemania, Austria, Eslovenia, Francia, Italia y Suiza

Alpes de bronce y madera


Varias cuevas y petroglifos como los de Val Camónica son la presencia más antigua que tenemos de la ocupación humana en los Alpes, ocurrida durante el Paleolítico. Siendo una gran cordillera que separa geográficamente Europa, alrededor de los Alpes proliferaron multitud de culturas diferentes desde el 5000 a.C. No obstante, tuvieron en común algunas características como una economía agropastoral y la expansión del bronce desde el cuarto milenio a.C. Muchas de ellas, las más estudiadas por los restos encontrados, compartieron también su forma de vida en palafitos. Se situaban en pequeñas comunidades en zonas inundables, de forma que al estar elevadas podían aguantar las crecidas estacionales del nivel de agua. Con el tiempo, muchos de estos palafitos quedaron anegados y se abandonaron, conservándose en muchos casos bajo el agua. Alrededor del año 1000 a.C., los Alpes empezaron a ver llegar oleadas de tribus célticas. No mucho después, el hierro ganó presencia como materia prima, aproximadamente en paralelo al abandono de los palafitos. Se han descubierto unos mil asentamientos, de los cuales más de una centena dan una foto precisa de estas sociedades alpinas.

Restos de palafitos en Fiavé, Italia

Los palafitos cubren tres edades diferentes, comenzando con el Neolítico o Edad de Piedra y acabando con el hierro, aunque el grueso de estas culturas ocurrió durante la Edad de Bronce. Tan largo periodo implica una evolución en los asentamientos, cada vez más estables, en los rebaños, más grandes con el tiempo, y las herramientas y armas. El análisis de las zonas arqueológicas de los palafitos ha proporcionado una foto completa de la economía de estos pueblos, basada en sencillos cultivos y ganadería autosuficiente que complementaban recolectando miel, cazando y pescando. Aunque no fuera el foco de estas sociedades, también se ha encontrado evidencia de comercio entre distintas sociedades, tanto terrestre como con canoas. Algunos ejemplos de ruedas con 5.400 años están entre los más antiguos del mundo. Estas dataciones tan exactas se deben a la omnipresente madera como materia prima. A través de la dendrocronología de 300.000 fragmentos se ha dibujado un mapa completo de las culturas de los palafitos. No es el único material orgánico, pues trozos de tela con 5.000 años son los más antiguos de Europa.

Con todo, lo que más identifica a estas culturas alpinas son sus viviendas construidas como palafitos. Este tipo de construcción es relativamente habitual en el mundo, en lugares que van de Chiloé al largo birmano Inle. Principalmente se instalan en sitios donde la inundación es habitual, pero no es la única ventaja. Su diseño previene la presencia de ratones, razón por la cual son más habituales aun como graneros, y la parte inferior se puede utilizar en temporada seca. Los palafitos alpinos son los más antiguos conocidos, teniendo aquí sentido por la fluctuación del nivel a orillas de lagos, ríos y pantanos. La variedad de las piezas encontradas es sobresaliente, pues la madera se utilizaba en todas las partes de las viviendas en varias formas y acabados, incluidas distintas maneras de unir los tablones entre sí. Los asentamientos también muestran sencillos diseños en la agrupación de viviendas, generalmente alineadas. No obstante, hablamos siempre de pequeños pueblos, pues salvo un caso en Francia todos cuentan con menos de quince hectáreas.

Reconstrucción moderna de palafitos en Unteruhldingen, Alemania

Estos asentamientos llevan estudiándose en cada país unos 150 años, dando conjuntamente una foto completa de esta era. El acervo acumulado asciende a más de 900 sitios arqueológicos que se complementan. Todos los países alpinos tienen palafitos prehistóricos, aunque la mayor parte se sitúan en la cara norte y noroeste, en territorio actualmente suizo y lagos como Zurich, Constanza, Morat, Biel, Zug, etc. Por el sur destaca que se extienden bastante más allá de los Alpes, por el valle del Po. La mayoría de palafitos se conservaron bajo capas de sedimentos en el agua, por lo que sus restos han sido trasladados. Los más de cien sitios con mayor nivel de protección son excepciones, pues sus lugares han sido menos alterados y conservan restos in situ. Aún así, la mayoría son indetectables para el ojo no entrenado. Una excepción puede ser el italiano de Fiavé, que conservan un centenar de pilares en un pantano.

Visitar los palafitos es una experiencia diferente. Son muchas localizaciones, pero pocas son sencillas de encontrar y entender, así que es conveniente informarse antes para manejar las expectativas. En todo caso, más que los sitios en sí, lo normal es acercarse a algún museo relacionado donde veremos reproducciones y restos encontrados. Son muy numerosos y suelen tener actividades culturales relacionadas. En algunos países es posible gestionar permisos para poder bucear en zonas de palafitos inundadas. El sitio más conocido de todos es seguramente el museo Unteruhldingen en el lado alemán del lago Constanza. Aquí se ha reconstruido un asentamiento entero para dar una idea completa de como vivían estos pueblos prehistóricos.

Fotos: Dega180 / JoachimKohler-HB

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