Bendita arenisca
Dentro del arte maya existe una mayor muestra de escultura que de pintura. No es que los mayas no pintaran, pero las condiciones de conservación por la humedad han provocado una peor conservación. La escultura también lo pasa mal por la erosión, pero bajo tierra no tiene ese problema. Los mayas esculpieron por muchas razones y en muchos sitios, siendo su mejor ejemplo las estelas. Típicas del periodo clásico, sobre una losa alargada se esculpían motivos relacionados con los gobernantes. Presentes en todas las ciudades mayas, hubo algunas que lograron una maestría especial. Es el caso de Copán y Quiriguá, añadiendo la segunda además un mayor tamaño. Estas ciudades vecinas situadas en el sureste maya fueron primero aliadas y luego enemigas, cuando en el siglo VIII Quiriguá se alió con Calakmul para gobernar sobre Copán. El legado histórico de Quiriguá comprende principalmente sus fantásticas estelas, aunque también tuvo una manifestación escultórica única. Son los zoomorfos, enormes rocas esculpidas con forma de animal.
Uno de los secretos de la escultura de Quiriguá es el lecho del valle del río Motagua. Aunque el río era proclive a inundar periódicamente la ciudad, su lecho de arenisca, una piedra mucho más dura que la caliza de Yucatán, ha permitido a las esculturas sobrevivir en perfecto estado. Quiriguá está cincuenta kilómetros al norte de Copán, muy cerca del mayor lago guatemalteco, Izábal. Ambas ciudades fueron anomalías en su zona en el periodo clásico, cuando la influencia maya se había difuminado aquí. Se cree que Quiriguá fue ocupada previamente, pero no se ha conservado ninguna estructura. Su razón de ser fue principalmente comercial, pues cerca se minaba el valioso jade y se producía cacao y maíz. Quiriguá, en un punto medio entre las tierras altas y el Caribe, servía de mercado. El origen de la ciudad clásica en el siglo V se comparte con Copán, colonos de Tikal llegados a la región. Quiriguá toma así un rol de vasalla sobre Copán e indirectamente Tikal, cuyo devenir marca la región.
En el 724, Copán aumentó su control instalando un rey propio: K’ak’ Tiliw Chan Yopaat. La jugada salió del revés, pues Yopaat se rebeló contra Copán, algo que solo pudo ser posible con el apoyo de Calakmul, tradicional enemiga de Tikal. La inversión de poder no supuso más derramamiento de sangre que el del gobernante de Copán, sacrificado en la gran plaza de Quiriguá. Aquí se inicia su cénit, aunque no obstante no pasó de 2.000 habitantes y duró poco. Como buena parte del mundo maya, en el siglo IX empezó a declinar. Hubo una etapa posterior de ocupación, cuando Quiriguá estuvo relacionada con Chichen Itzá, pero desde el 1200 es definitivamente abandonada. Aunque las ruinas eran conocidas, fueron investigadas por primera vez en 1840 por el artista Frederick Catherwood, famoso por sus cuadros de ruinas. La zona fue comprada para plantar plátanos a comienzos del siglo XX, pero la empresa respetó la jungla en torno a Quiriguá. Fue investigada en esa época, aunque el desbrozamiento y restauración esperó a los años 70.
Quiriguá no es una de las ciudades mayas más monumentales, pues su auge tuvo una corta vida. El centro neurálgico está en la gran plaza, la más extensa del mundo maya, que mediante escaleras y terrazas enlaza con las plazas ceremonial y de los templos. Reconstruida en el siglo VIII para imitar a Copán, las principales estructuras de Quiriguá se encuentran en la zona palaciega de la acrópolis. No cabe duda de que lo más destacable son las estelas inusualmente grandes, bien conservadas y ricas en glifos que describen fechas señaladas y eventos políticos y sociales. No solo han reconstruido la historia local, sino que han ayudado a comprender el universo maya. Las principales corresponden al gobierno de K’ak’ Tiliw Chan Yopaat, destacando la E por sus 65 toneladas y diez metros, tres bajo tierra y siete expuestos. Superó a la F, erigida solo diez años antes. Los principales zoomorfos son posteriores, como la gran tortuga, finamente labrada por Cielo Xul. Las otras asemejan un monstruo en forma de cocodrilo y montaña y un jaguar.
El área de Izábal y Río Dulce son habituales en los circuitos más extensos por Guatemala. Antes se pasa tanto por Copán como Quiriguá, aunque en esta seguramente veremos menos gente. Alrededor no hay mucho alojamiento, así que al acabar es mejor llegar hasta Río Dulce. Aunque también hay estructuras visibles, Quiriguá funciona más como un museo el aire libre para ver sus estelas y zoomorfos, en muchos casos techados para evitar la erosión. Podemos contratar a un guía para que los interprete y sitúe temporalmente. También hay un museo del sitio que merece una rápida visita. Esta zona es una de las mejores en Guatemala si queremos comprar alguna joya de jade. De octubre a abril tendremos menos lluvias.
Fotos: Arian Zwegers / Daniel Mennerich
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