Paraíso subterráneo
Hasta 1986, la cueva de Lechuguilla, en Nuevo México, no había llamado la atención. Un pozo llevaba a una zona de cámaras de apenas unos metros. Durante una época se había recolectado aquí guano, pero poco más. Sin embargo, se especulaba con la posibilidad de que hubiera pasadizos y cámaras por debajo. Dave Allured consiguió el permiso para horadar la cueva y consiguió acceder al nivel inferior. El resultado han sido más de 200 kilómetros de cuevas que discurren hasta medio kilómetro bajo tierra. Aunque esto sitúa a Lechuguilla entre las más profundas y largas del mundo, no es conocida por esto sino por sus espeleotemas. Es así como se denomina a cualquier depósito mineral en una cueva. Estalactitas o estalagmitas son los más famosos, pero la variedad es muy amplia. En Lechuguilla lo es tanto que la cueva adquiere tintes surrealistas: candelabros, estalactitas tubulares, globos de hidromagnesita, perlas de cueva, helictitas y otros cuantos espeleotemas de calcita o yeso visualmente apabullantes. Lechuguilla se ha convertido en la estrella del Parque Nacional de las Cuevas de Carlsbad, que suma más de cien cuevas.
Carslbad se localiza en las montañas de Guadalupe, compartidas con Texas, estado en el que se encuentra el pico más alto. Es una zona desértica con más matorral que bosque y especies como el agave lechuguilla, que da nombre a la cueva. Esta región fue un mar de poca profundidad hace unos 250 millones de años. El arrecife coralino pérmico generó la caliza que luego fue cubierta por sedimentos y hoy es el corazón de Guadalupe. Movimientos tectónicos hicieron emerger la caliza y esto facilitó la aparición de cuevas. Hasta aquí, lo ocurrido en Carlsbad no deja de ser un proceso kárstico común. Sin embargo, esta capa caliza se sostiene sobre otra petrolífera. De esta se ha ido filtrando ácido sulfhídrico que, junto al agua subterránea, ha generado ácido sulfúrico, causante de la variedad de espeleotemas de las cuevas. Este proceso se forma desde el subsuelo y complementa el proceso más común desde el exterior, caracterizado por la apertura de cavidades y la acción de agua de lluvia, aire, etc.
Numerosas cuevas han sido habitadas desde hace milenios, pero las más especiales están en la sección noreste de Guadalupe, la zona conocida como Capitán Reef. De todas las cuevas, la más conocida es de largo Carlsbad. Aunque entre los geólogos Lechuguilla la ha superado en muchos aspectos, al estar cerrada al público por conservación la fama ha permanecido en Carlsbad. Tampoco es injusto, pues la cueva que da nombre al Parque tiene también multitud de cámaras con espeleotemas muy atractivos visualmente y de una variedad casi similar. Además, ninguna cámara de Lechuguilla alcanza el tamaño de la Big Room de Carlsbad: 78 metros de altura en más de 33.000 metros cuadrados de superficie. Las cámaras más sorprendentes son las de la Reina y el Rey por sus espeleotemas y la del Lago de Nubes, en el punto más profundo. A pesar de tener una larga historia espeleológica, aún hoy se siguen descubriendo nuevas cámaras.
En Carlsbad son también famosos los murciélagos, cuyas 17 especies suman cerca del millón de individuos. Estos murciélagos, de hecho, fueron los que en 1898 dieron la pista a Jim White de que algo especial pasaba aquí. Este cowboy vio de lejos la nube de murciélagos saliendo al atardecer. Creyendo que era humo volcánico o un tornado, se acercó y comprobó que los murciélagos procedían de un gran agujero. White regresó con herramientas para fabricar una escalera y una linterna de queroseno. Tras varias visitas, White había explorado la sección hoy visitable. Los turistas empezaron a llegar en el siglo XX. Primero descendían por unas aparatosas escaleras, hasta que en 1932 se instalaron ascensores en el centro de visitantes. Fue dos años después del nombramiento de Parque Nacional. Hoy, dos tercios están protegidos, aunque el laboratorio geológico principal está en Lechuguilla. Aquí, los procesos geológicos se pueden estudiar mientras suceden. Algunos se denominan biotemas porque ciertas bacterias participan en la formación de espeleotemas.
Carlsbad, cuyos aeropuertos más cercanos están en Albuquerque o El Paso, comparte nombre con un pueblo que sirve de puerta de entrada. No obstante, aún dista cuarenta kilómetros a cubrir en taxi o coche. Al ser la cueva más preparada con mucho, es una atracción que atrae a medio millón de visitantes al año. Se puede acceder sin guía, con audioguía o con un ranger como guía. De mayo a octubre es típico ir a un anfiteatro al atardecer para ver la salida de los murciélagos. También se puede ver el regreso de estos al amanecer. Si se quieren cuevas más salvajes, Slaughter Canyon y Spider son las idóneas. También hay recorridos por el exterior. La zona más desarrollada es el oasis de Rattlesnake Springs, una zona boscosa.
Fotos: J.J. / Dave Bunnell
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