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Parque Nacional de Uluru-Kata Tjuta

Parque Nacional de Uluru-Kata Tjuta

Territorio del Norte (Australia)

De la nada


Geográficamente, un cerro testigo o monolito es una protusión aislada en una zona llana. Se suelen formar tras un pliegue que deja expuesta una sección rocosa más resistente a la erosión que su base. Esta erosión no perdona al cerro testigo, que suele presentar fracturas, capas y pedreras como parte de un lento proceso de desaparición. Lo más especial del monolito más famoso del mundo, Uluru o Ayers Rock, es su lisa superficie sin apenas rastro de este proceso erosivo. Es como si lo hubieran instalado aquí y se mantuviera intacto. Desde luego no es así y las laderas tienen cicatrices aluviales, pero el tipo de arenisca que lo compone, la arcosa, y la gran escasez de lluvias en esta parte del outback australiano le dan su imperturbable aspecto. Una formación tan peculiar llamó la atención de los aborígenes locales, las tribus Anangu, para los cuales Uluru es protagonista de su particular cosmogonía. No es el único, pues las cercanas formaciones de Kata Tjuta comparten cualidades naturales y culturales.

Vista aérea de Uluru

Uluru y Kata Tjuta se localizan en el interior de Australia, a muchos kilómetros de la ciudad más cercana. Es lo que se conoce como el outback australiano, una vasta extensión generalmente semiárida o directamente desértica. Sobre esta infinita llanura se alzan ambos monolitos, con una edad geológica en torno a los 600 millones de años y un similar aspecto marcado por la suavidad de una superficie coloreada por una pátina ferruginosa que le da tono rojizo. Sin embargo, tienen diferencias. Uluru es un monolito único de nueve kilómetros de circunferencia que sobresale 340 metros sobre la llanura, mientras que Kata Tjuta está compuesto por varios cerros agrupados. La dureza del contexto del outback hace de esta región una de las más intactas del planeta. De hecho, estamos ante la sabana virgen más extensa que existe, lo que implica una gran muestra de la fauna australiana: mamíferos marsupiales como canguros, perros salvajes dingos y aves como los emúes.

Entre Uluru y Kata Tjuta hay una veintena de marsupiales, pero hubo más en el pasado y hoy se intentan reintroducir para regenerar el paisaje de la flora local, en la que la fauna juega un papel clave. Otros mamíferos muy numerosos son los murciélagos, que abundan en las cuevas y grietas. Las tribus Anangu siguen teniendo permitida la caza que hace tiempo llegó a un equilibrio ecológico al restringirse a especies sin problemas de conservación. Los Anangu no solo explotan la caza, sino que son consumados recolectores de una vegetación que les proporciona herramientas, bumeranes y medicinas. La llegada de los europeos provocó la introducción de especies exóticas, algo a controlar. Ha sido en tiempo récord, porque los europeos no llegaron a esta zona hasta 1872. Fueron los exploradores Ernest Giles y William Gosse, responsables de los nombres europeos de los monolitos: Ayers y Olga. Los colonos empezaron a usar la zona para pastoreo, pero se encontraron con la oposición aborigen.

Vista aérea de Kata Tjuta

Tras años de conflictos, a comienzos del siglo XX parte de la región fue declarada reserva aborigen. Esta no incluía Urulu, que poco después empezó a atraer turismo por su belleza. El gobierno australiano explotó la zona, aunque también la protegió nombrando el Parque en 1958. Sin dejar de ser considerado como tal, en los años 80 se devolvió el control a los aborígenes reconociendo el papel de los monolitos en sus mitos y leyendas fundacionales, conjuntamente conocidos como tjukurpa. Los lugares más sagrados en Uluru y Kata Tjuta están vetados a los occidentales, investigadores incluidos. Del arte rupestre presente en doce sitios principales y cientos menores se sabe lo justo. En Uluru abundan las pinturas en zonas protegidas de la erosión, mientras que en Kata Tjuta hay más petroglifos por la exposición a esta. No se sabe su fecha. Estilísticamente hay ejemplos que se han datado en 2.000-3.000 años, pero la tesis principal es que la mayor parte del arte es reciente pese que la tradición venga de muy atrás.

Pese a la lejanía de Uluru, su fama hace que sea visitado anualmente por cientos de miles de turistas. Tras comprobar el impacto del turismo, en los años 80 se revirtió el desarrollo aquí y se llevó a Yulara, a 18 kilómetros. En esta cara ciudad de servicios hay aeropuerto y podemos contratar un coche de alquiler o excursión para ir a los monolitos. Hay otras opciones más exóticas como el helicóptero o los camellos. De camino hay puntos de obligada visita como el mirador de Talinguru Nyakuntjaku, ideal para el amanecer en Uluru, y el centro cultural que explica las ideas aborígenes sobre los monolitos. En estos hay varios recorridos de trekking, pero lo que no está ya permitido es ascender Uluru, actividad clásica que chocaba con las ideas aborígenes. Las temperaturas aquí son mucho más calurosas en el verano austral.

Fotos: Corey Leopold / mapu

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