Legendaria resistencia
Durante los siglos posteriores a su conquista por los europeos, el Caribe fue un lugar en el que abundaron las contiendas. Piratas, gobiernos enfrentados, tratados que eran papel mojado a los pocos años… las batallas navales fue la norma. Cartagena fue una de las ciudades más asediadas. No en vano, a ella llegaban todas las riquezas de Sudamérica previo a su traslado hacia Europa, lo que hacía de la ciudad un lugar interesante que atacar. La ciudad fue fundada en una bahía ideal para fondear y que ofrecía buena defensa. Sin embargo, los ataques se fueron sofisticando y Cartagena tuvo que convertirse en la ciudad militarizada más potente del imperio español. A las murallas y baluartes se sumó uno de los monumentos más importantes de Colombia, el imponente Castillo de San Felipe de Barajas. Gracias a su defensa, Cartagena se garantizó ser una de las principales ciudades coloniales de España, donde el comercio de la plata de Potosí y el de esclavos desde África confluían.
La zona llevaba habitada milenios cuando Rodrigo de Bastidas la navegó en 1502. Pueblos precolombinos como Puerto Hormiga, monsúes, sinúes y caribes se asentaban aquí por el benigno clima y abundancia de comida. Fue nombrada como Cartagena por los españoles debido a su parecido a la bahía de la Cartagena española. Hasta 1533 no se colonizó de veras. Es entonces cuando Pedro de Heredia llegó junto a un grupo de marineros y ocupó el lugar de una aldea caribe llamada Calamar. Ya durante ese primer siglo, Cartagena soportó el ataque continuo de piratas como Francis Drake. Así fue como la Corona Española ordenó en 1586 la construcción de una larga muralla de once kilómetros al ingeniero militar italiano Bautista Antonelli. Soportó con facilidad ataques hasta 1697, cuando la ciudad fue tomada por los franceses justo antes del Tratado de Ryswick que repartió el Caribe entre españoles, franceses y británicos.
El siglo XVIII arranca así con la reconstrucción de las fortificaciones. A ello se sumaron nuevos edificios por la relajación del control comercial desde España. Cartagena llegó entonces a tener 18.000 habitantes como capital del Virreinato de Nueva Granada. En 1741 llegó el momento más histórico de la ciudad. Fue escenario de la batalla más decisiva de la Guerra del Asiento, la que prolongaría el dominio español en el Caribe frente a Inglaterra. Fue un acto casi heroico el de Blas de Lezo, responsable de la exitosa defensa de Cartagena. El inglés Edward Vernon se presentó con casi 30.000 hombres y 200 buques. Blas de Lezo contaba con diez veces menos de defensores y apenas seis buques. Sin embargo, gracias a una hábil estrategia salió victorioso y Cartagena permaneció en manos españolas. Arranca el último periodo de plata con nuevas construcciones coloniales. Así hasta 1811, cuando la independencia llamó a la puerta. Los españoles fueron expulsados de la denominada desde entonces ciudad heroica. Hubo un periodo más de dominio español, pero en 1822 la independencia fue definitiva. Cartagena, desolada, entró en su periodo más gris. Este abandono acabó en los años 80 de ese siglo, cuando poco a poco la ciudad resurgió.
La inacabable muralla de Cartagena tiene un corte en la puerta llamada torre del reloj, del siglo XIX. Está frente al muelle de los pegasos y el barrio Getsemaní, el más popular en tiempos coloniales. Una vez pasamos la puerta accedemos a la plaza de los Coches, donde ya empezaremos a distinguir casonas coloniales en todos los colores imaginables. El centro se divide en el barrio San Pedro, más gubernamental, y el de San Diego, más comercial. Paseando por sus calles veremos mansiones coloniales como el Palacio de la Inquisición e iglesias como la de San Pedro Claver. Fuera del centro destaca sobre un cerro el castillo de San Felipe de Barajas. Es el monumento principal por su demostrada inexpugnabilidad frente a los británicos. Su primera construcción data de 1656, pero ha tenido añadidos durante muchas épocas.
Cartagena es hoy una pujante ciudad de un millón de habitantes muy visitada por los turistas. Estos llegan vía aérea o en alguno de los cruceros que recorren el Caribe sur. Muchos se alojan en Bocagrande por las playas y la oferta hotelera, pero es más agradable el centro. Si queremos playa, lo ideal es acercarse a la península de Barú, con playas tan espectaculares como Playa Blanca. Cartagena tiene doble estación de lluvias y lo ideal es ir entre junio y septiembre o bien de diciembre a febrero. En esta segunda parte disfrutaremos del Festival de Música Internacional si llegamos en enero. La música es muy importante en Cartagena, como lo es el baile. La champeta es el más típico y tiene una procedencia claramente africana. La gastronomía se caracteriza por el uso abundante de frutas, solas o en salpicón. Las venden por las calles las llamadas palanqueras.
Fotos: Rafaela Ely / Garrett Ziegler
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