Acceso marítimo
Alrededor del siglo XII se puso de moda en Japón contrastar el arte con el entorno natural. Esto hizo que muchos templos se colocaran a pie de colinas y montañas y utilizaran colores fuertes como el naranja. En la isla de Itsukushima la cuestión fue un poco más allá. Como toda la isla era sagrada y está culminada con un monte, la solución solo podía ser una: el santuario tenía que estar a los pies de la montaña, pero justo en la orilla. De este modo, los profanos no pisarían la isla al caminar por el templo, que se concibió casi como un barco flotante. Así es como renació el santuario principal de la antigua provincia de Aki. El santuario tenía su historia, pero a partir del siglo XII se convirtió en uno de los más icónicos y admirados de Japón. A ello contribuye y mucho el arco de entrada o torii, que a falta de otro sitio está colocado sobre el agua, lo que le ha convertido en una de las postales más típicas del país.
La isla de Itsukushima se encuentra en el mar de Seto, un mar interior flanqueado por las principales islas del país. Este mar contiene en distintos puntos el Parque Nacional de Setonaikai, disgregado entre zonas más industriales. La isla del santuario, también conocida como Miyajima, es la estrella del Parque. Se sitúa en la bahía de Hiroshima, a pocos metros de la gran isla de Honshu. Está coronada por el monte Misen, de 530 metros, donde se sitúa un monasterio budista: Daisho-in. Fue fundado en el siglo IX por Kukai, el fundador del budismo shingon. La naturaleza de la isla es deslumbrante. Dominan los cerezos y los arces, entre los que campan a sus anchas ciervos y monos. Los ciervos, en particular, son muy respetados por ser mensajeros especiales para los sintoístas. Hay otros santuarios relevantes en la isla, como el de Toyokuni, una pagoda de cinco pisos. También es relevante el de Daiganji, dedicado a la diosa Benzaiten. Esta deidad es muy particular por su sincretismo, pues procede del hinduismo.
Hoy viven en Itsukushima unas 2.000 personas, pero durante mucho tiempo su acceso estuvo prohibido por ser sagrada. Aún hoy está mal visto que haya nacimientos, muertes o tumbas en la isla. Esta sacralidad es la razón de que el santuario casi parezca un malecón. Se cree que el primer santuario fue construido en el 593, aunque su primera mención es del siglo IX. Taira no Kiyomori, el triunfante líder japonés que estableció la primera administración regida por samuráis, tenía a la isla en mucho aprecio. Ordenó a Saeki Kagehiro que levantara de nuevo el santuario de acuerdo a la moda Heian de la época. Al ser de madera ha tenido numerosas restauraciones durante los siglos, pero lo principal que vemos es del siglo XIII. Según una marca del torii, el monasterio está asociado al sintoísmo ryobu, que procede del budismo shongun. En 1868, la simbología budista fue eliminada del santuario según la orden de la restauración Meiji, que impuso el sintoísmo en Japón.
Itsukushima está dedicado a las tres hijas de Susanoo, el dios de los mares y las tormentas. El honsha o santuario principal mira hacia el norte y está dividido en distintas secciones enlazadas con una pasarela en la que destacan su madera y sus colores. Una pasarela techada lleva a otra zona orientada al oeste y también hay un teatrillo o noh que se utiliza para rituales sintoístas. Frente al honsha está el famoso torii. Estos toriis están presentes en todos los santuarios sintoístas. Al marcar el paso de lo profano a lo sagrado están siempre frente a la entrada. Como Itsukushima está en la orilla, el torii solo podía situarse en el agua. El actual es de 1875, pero ha habido distintos toriis desde la remodelación del siglo XII. Tiene 16 metros de altura y su madera es del árbol alcanforero, muy resistente. El contraste de sus colores rojo bermellón y negro contra la montaña es inolvidable. En marea baja es posible acercarse a su base. Entre los locales es habitual hacerlo para marisquear.
La isla de Itsukushima está muy cerca de Hiroshima. Hay ferris constantemente desde la estación de tren de Miyajimaguchi en un viaje de apenas diez minutos. Hay un parque botánico en la parte norte y un telesilla que nos lleva al monte Misen. También es posible llegar a la cima en un trekking de una hora. Es muy recomendable esperar al atardecer para tener una vista única del torii y disfrutar del santuario con menos gente. Dormir en la isla es una opción, pero es caro y los ferris salen hasta muy tarde, por lo que no es realmente necesario. Es también buena idea informarse de los rituales bugaku, una tradición de ocho siglos, que se celebran frente al santuario. Antes de irnos hay que comprar una cuchara de madera para el arroz, la artesanía típica, y probar un momiji manju. Este dulce típico japonés tiene aquí forma de hoja de arce. Esas hojas forman un manto que hacen la visita en otoño rivalizar con la de primavera, cuando los cerezos están en flor.
Foto: Tim Kirman / kmf164
Esta entrada fue previamente publicada en colaboración con la web QueAprendemosHoy.
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