Lucha sin fin
Los Países Bajos han sido durante siglos un escenario de batalla entre hombre y agua. Aunque la tecnología ha venido a apoyar el tesón holandés e inclinar la partida, por el camino hubo dolorosas derrotas. Muy simbólica fue la de Schokland, una antigua isla ocupada que cedió ante el agua. En 1859 se firmó la capitulación con la evacuación de su población. Habían pasado siglos desde que Schokland disfrutara su cénit durante la Edad Media, cuando se acumularon problemas de oxidación y hundimiento del sustrato. Schokland pasó de ser una península a una isla cada vez más reducida. Sus vecinos tuvieron que cambiar de actividad económica dedicándose a la pesca, además de ser ayudados financieramente. Pese a todos los esfuerzos, las tormentas y el hielo de comienzos del siglo XIX hicieron inútil la empresa. El problema de Schokland amenazaba a muchas otras ciudades, incluida Ámsterdam. Se solucionó con el cierre y creación del lago artificial IJsselmeer, que hizo posible el control del agua. Los vestigios arqueológicos de Schokland dan cuenta de esta larga batalla.
Ijseelmeer es la última fase de un cambiante paisaje que naturaleza y hombre llevan siglos modificando. En tiempos romanos se hablaba de un gran lago dulce poco profundo denominado Flevo. Parcialmente salobre en tiempos medievales, se conoce entonces como Almere. En parte debido a la erosiva actividad agrícola y en parte por razones naturales, el proceso no se frena. De lago pasamos a la bahía Zuiderzee, cuyo agua salobre penetra hasta cien kilómetros. Ante su imparable avance, Países Bajos cerró en 1932 la bahía con el dique Afsluitdijk dando lugar a la última etapa, el Ijseelmeer. Entonces, el proceso se invierte totalmente y Países Bajos empieza a reclamar tierras al agua creando enormes pólderes. De las cinco islas que existían entonces, cuatro dejan de serlo. Schokland y Urk pasan a formar parte de Flevoland. Esta provincia, que recuerda el lago de tiempos romanos, es inevitablemente la más joven del país. Casi la totalidad de sus 1.413 kilómetros cuadrados son tierras reclamadas del Zuiderzee sumergidas hace tan solo un siglo.
Schokland es parte de ese casi. Solo unos metros lo elevan sobre el pólder que lo rodea, suficiente para recordar que esta estrecha franja de Flevoland fue una isla. La historia de Schokland es cíclica desde hace 10.000 años. El registro arqueológico muestra una presencia discontinua de acuerdo al nivel del agua. Sobre el año 1000 se drenó la isla para hacerla habitable, trabajo que finalizó sobre el 1300, aunque los primeros diques para contener las ocasionales tormentas datan del siglo XII. Sobre 1450 se inició un declive marcado por la desconexión de Schokland al resto del continente y la pérdida de la agricultura. Su población se agrupó en varios terp, montículos creados por el hombre para huir del agua. Fueron ampliados y reforzados cuando Ámsterdam se hizo con Schokland, cuya baliza en la punta sur alentaba la supervivencia del lugar. Tras el inevitable final, la isla fue utilizada como protección de la costa de Overijssel y atraque de barcos.
Schokland está compuesta principalmente de un material habitual de Países Bajos, la turba. Esta primera fase del carbón se forma por la lenta putrefacción vegetal de zonas pantanosas donde el aporte de oxígeno se obstruye. Sobre la turba de Schokland yace una capa arcillosa que sirvió de base para asentamientos y zonas de cultivo. Fue también utilizada en los distintos diques y muros de contención todavía visibles, especialmente en el terp de Middelbuurt. Es uno de los que sobrevivieron junto a Oud Emmeloord, Zuidert y Zuidpunt, donde se encontraba la baliza y podemos apreciar los cimientos de dos iglesias medievales. Otra del siglo XVIII fue preservada en el terp de Middelbuurt. En Oud Emmeloord también son apreciables los restos del puerto. El sustrato de Schokland, protegido legalmente, está empezando a revelar sus distintos niveles históricos, cursos de antiguos ríos y otros fenómenos geográficos.
Schokland no fue reocupado como ocurrió en la cercana Urk, así que su virtud reside en su estado original tras la formación del pólder. Este facilita enormemente llegar hasta Schokland, cuya ciudad de referencia es Emmeloord, una hora al noreste de Ámsterdam. La mejor manera de llegar desde aquí es en vehículo privado o bicicleta. Dos son los lugares de visita principales: el centro de visitantes De Gesteentetuin, centrado en la geología de Schokland, y el museo del sitio sobre el terp de Middelbuurt, donde también podemos ver la iglesia del siglo XIX. Por lo demás, el sitio se puede pasear atravesando el bosque Schokkerbos. De punta a punta tardaremos alrededor de una hora andando, menos en bicicleta. Podemos apuntarnos también a alguno de los paseos interpretativos que se ofrecen. Una localidad muy visitada que tiene una historia similar a la de Schokland es Marken, muy cerca de Ámsterdam.
Fotos: Jan Willem Schoonhoven / Agnes Monkelbaan
Comentarios recientes