La gran barrera americana
Belice es uno de los países más pequeños y menos poblados de América. Sin embargo, en su costa guarda uno de los mayores tesoros que existen en la Tierra: la barrera del arrecife de Belice. Esta barrera supone el tercio más rico e importante del total del Sistema Arrecifal Mesoamericano, la segunda barrera de Coral del mundo, que se extiende desde Cancún en México hasta Honduras. Desde cayo Ambergrís a cayo Ranguana, 350 kilómetros de longitud conforman el sistema del arrecife de Belice. El sistema protege 450 cayos, tres atolones y siete reservas marinas. En la parte norte, el agua cubre solo dos o tres metros y el sistema coralino se encuentra apenas a 300 metros de la costa. Desde aquí hacia el sur, la barrera de coral contiene una superficie de agua cada vez más profunda, hasta los 65 metros, y se aleja más de la costa. Al llegar a la zona colindante con Honduras, la barrera está ya a 40 kilómetros de tierra firme. En este espacio se reúne multitud de fauna marina y avifauna de alta relevancia ecológica.
Aunque habitado por todo tipo de indígenas y piratas ingleses durante siglos, fue realmente explorado científicamente en el siglo XX. Jacques Cousteau, entre otros, lo investigó a bordo de su Calypso para descubrir sus secretos. Entre estos secretos se encuentra el Gran Agujero Azul, el símbolo de Belice. Los agujeros azules son depresiones en zonas marítimas de baja profundidad. Hay varios repartidos por el mundo, pero el más famoso de ellos es el de Belice. En realidad, el Gran Agujero Azul es una especie de atolón coralino de 300 metros de diámetro y 124 metros de profundidad en medio de una zona con apenas tres metros de profundidad. Esta diferencia genera un fuerte contraste entre el turquesa del mar y el azul oscuro del interior del atolón. Su belleza es uno de los iconos de la naturaleza en todo el mundo. El Gran Agujero Azul forma parte del atolón de Lighthouse, el más famoso de los atolones de Belice. Mide 35 kilómetros de largo en los que se acumulan distintas islas y playas paradisíacas.
Este atolón, junto con los de Turneffe y Glover, son las zonas más relevantes de biodiversidad del Sistema de Belice. Más allá de la belleza de este lugar, su verdadero valor se encuentra en la cantidad e importancia de la vida que albergan sus aguas. Más de cien especies de coral blando y duro, 500 de peces, multitud de aves migratorias y especies de valor especial por su debilitado estado de conservación: el manatí antillano, la tortuga verde, la tortuga carey, la tortuga boba y el cocodrilo americano. Esto no es todo en realidad, puesto que se calcula que solo se han investigado el 10% de las especies presentes en el sistema del arrecife. La riqueza e importancia de este ecosistema ha hecho que distintas zonas se hayan ido protegiendo hasta totalizar unos mil kilómetros cuadrados. Desgraciadamente, esto no ha evitado el deterioro de la barrera de coral, que no puede hacer nada por sí sola frente a fenómenos globales como la subida de las temperaturas, que ataca directamente a organismos tan sensibles como el coral.
El blanqueamiento del coral es una realidad que puede acabar con todo el ecosistema y afecta ya hasta el 40% del presente en esta zona. En la fase de blanqueamiento, el coral es más proclive a enfermedades y necesita mucho tiempo para recuperarse. Muchas son las causas de este declive y no todas son atribuibles al ser humano. Las más devastadoras son los huracanes, cada vez más habituales en Belice por el calentamiento global. Solo el huracán Mitch acabó con el 50% del coral por la sedimentación y las fuertes lluvias. De otras causas sí que no tenemos más remedio que echarnos la culpa. La pesca, por ejemplo, se practica en la zona desde hace 2.500 años, pero sin control puede alterar irremediablemente la cadena alimentaria. El turismo en la barrera de coral, que atrae a la mitad de los visitantes de Belice, está también estresando algunas áreas por la polución que puede generar.
Este turismo se concentra sobre todo en dos actividades: snorkel y buceo. Para lo primero, lo ideal son sitios como la reserva marina Hol Chan o el Shark Ray Alley. Para bucear está claro que la atracción principal es el Gran Agujero Azul, que es un habitual en todas las listas de mejores puntos de buceo del mundo. No obstante, conviene saber que es más caro por la distancia que hay hasta allí y tiene poca fauna marina, salvo por los tiburones que suelen visitarlo. Lo ideal para ir moviéndose por el sistema del arrecife es alquilar un barco, pero puede ser bastante caro. Más económico es alojarse en Cayo Caulker, un paraíso mochilero del que parten barcos a los distintos puntos de snorkel y buceo. En esta zona del país la estación seca, libre de huracanes, va de enero a mayo.
Foto: The TerraMar Project / jayhem
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