Libertad en la selva
Durante la Edad Media, las comunidades judías de Europa sufrieron multitud de pogromos que fueron desplazando sus comunidades. Dentro de la principal división de los judíos europeos, los asquenazíes centroeuropeos y los sefardíes ibéricos, los segundos vivieron una medida más radical. A finales del siglo XV, las coronas de esta península promulgaron la expulsión de aquellos que no se convirtieran. La medida iba encaminada a asentar las conversiones de las décadas precedentes y acabó con la histórica presencia de esta religión que había tenido especial protagonismo conviviendo en las ciudades musulmanas. En realidad, no del todo. La opción de convertirse fue tomada por muchos sefardíes que legalmente pasaron a ser cristianos, aunque siempre bajo sospecha. Atosigados por la Inquisición, parte de estos supuestos conversos emigraron después a América y allí buscaron mejores acomodos. Algunos grupos buscaron en las colonias de otros estados europeos la libertad religiosa y tras varias generaciones revirtieron su fe al judaísmo. Uno de los ejemplos más exitosos se asentó cerca de Paramaribo, en las plantaciones de caña de Jodensavanne.
A mediados del siglo XVII, los territorios de las denominadas Guyanas, al este de Venezuela y norte de Brasil, estaban todavía por colonizar. Los primeros en llegar fueron ingleses y holandeses que vieron en las productivas tierras de la región un lugar ideal para plantar caña de azúcar. Este control de facto cristalizó en una primera colonia británica a mediados de siglo, cuando grupos de sefardíes procedentes principalmente de Brasil pidieron con éxito permiso para asentarse en la zona. Así nace un primer asentamiento en la zona de Cassipora Creek que crece exponencialmente con la expulsión de más grupos sefardíes de Brasil. El éxito llevó a un cambio de localización unos dos kilómetros al norte, cuando nace oficialmente Jodensavanne sobre un pequeño alto rodeado por los campos de caña de azúcar que fueron el motor económico durante su existencia, gracias en buena parte a la presencia de mano de obra esclava. Antes del fin de siglo, el territorio de Surinam pasó a manos holandesas y los nuevos gobernantes no solo mantuvieron, sino que mejoraron los derechos de los sefardíes de Jodensavanne más allá que cualquier otro grupo de sefardíes de aquella época.
A comienzos del siglo XVIII, el asentamiento alcanzó su máximo número de habitantes con medio millar de sefardíes. No todo era idílico en la colonia y antes del 1700 ya habían sufrido varios conflictos que se volvieron recurrentes: ataques de indígenas y revueltas de esclavos, que en no pocas ocasiones escaparon formando sus comunidades de cimarrones. Por si fuera poco, piratas franceses oyeron hablar sobre las riquezas de la colonia, a la que atacaron. Jodensavanne construyó defensas para ello y también una gran sinagoga llamada Beracha ve Shalom que terminó de atraer a los sefardíes de Surinam, entonces también en Torarica. El contexto económico de la colonia holandesa empezó a afectar a mediados del siglo XVIII a Jodensavanne, que perdió paulatinamente población en favor de la capital de Paramaribo, hasta que en 1832 una última revuelta de los esclavos hizo arder el reducido asentamiento, que quedó abandonado. El cementerio de Cassipora Creek y la sinagoga aún fueron usados unas décadas, pero finalmente la selva se los terminó tragando. En la década de 1970 se iniciaron las labores arqueológicas para ir descubriendo el pasado judío del lugar.
El desbrozamiento de la selva ha permitido sacar a la luz varias estructuras centradas en el antiguo cementerio de Cassipora Creek y especialmente en Jodensavanne. Aunque todo a nivel de cimientos, hay varios edificios de ladrillo, un puesto militar, infraestructuras del puerto fluvial y de forma más destacada los restos de la sinagoga Beracha ve Shalom. Está considerada la primera sinagoga monumental de América y fue construida con ladrillos europeos en estilo holandés, aunque el diseño completo se ha perdido en el tiempo. En Jodensavanne también hay restos de dos cementerios, aunque el más antiguo es el de Cassipora Creek, que conserva unos dos centenares de lápidas, incluyendo dos que por su estilo pudieron ser de rabíes. También hay en la zona un cementerio posterior, Nengre Berpe, que fue utilizado por la población de origen africano, tanto en la era esclavista como posteriormente.
Jodensavanne es una excursión de día ideal desde Paramaribo, cada vez más popular aunque no encontraremos mucho turismo. Se puede llegar por carretera o, de forma más romántica, en barco remontando el río, como en el pasado. En cualquier caso es buena idea hacerlo con un guía, porque el sitio ofrece sobre todo su historia y ambiente selvático, pues los restos son limitados. También es buena idea complementar con el museo local. Los tours al lugar suelen finalizar con una comida en alguna aldea indígena en las cercanías y un baño en las aguas cristalinas de los arroyos de la zona.
Fotos: Dan Lundberg / Dan Lundberg
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