Almacén no tan pacífico
En tiempos coloniales, todo el Caribe se convirtió en una sucesión de puestos comerciales que actuaban como almacén temporal de las mercancías americanas con destino a Europa. Era un mar de piratas, disputas coloniales y fortalezas. El Pacífico, mientras, hacía mayormente gala de su nombre. También era relevante, pues las riquezas de Sudamérica se transportaban por él antes de enlazar con el Caribe. Lo hacían hasta llegar a su punto más estrecho, Panamá. A falta de canal, las mercancías afrontaban una sensible ruta terrestre que empezaba en la ciudad que suponía una excepción a la calma del lado Pacífico: Ciudad de Panamá. Aquí se almacenaban los productos mientras se preparaba la ruta terrestre, algo muy goloso para los piratas. Tanto que uno de ellos, Henry Morgan, saqueó tan furibundamente la ciudad en 1671 que forzó a una mudanza. Mientras Panamá Viejo representa las primeras ciudades coloniales, el distrito histórico de la actual ciudad fue introduciendo renovadas influencias de otras colonias.
Vista aérea del casco viejo de Panamá
Pedro Arias Dávila fue el visionario fundador de Panamá. Visionario porque lo hizo en 1519, años antes de la conquista del imperio inca que supuso el impulso definitivo para la ciudad al convertirse en el puerto de referencia para las mercancías del Perú. Dávila concentró a las colonias panameñas previas y apostó por Panamá, cuyo primer rol fue como ciudad de paso para los conquistadores. Un siglo después se había establecido la ruta que partía de aquí llegando a Portobello o Nombre de Dios, en la costa caribeña. Contaba con unos 5.000 habitantes, pero la vida para sus comerciantes tampoco era sencilla. Los ataques piratas y de indígenas de la zona de Darién eran habituales. También hubo que lamentar algún incendio y un terremoto. Además, el crecimiento de población estaba agotando las escasas fuentes de agua dulce. Panamá resistió hasta el ataque de Morgan, que lideró una expedición atravesando la jungla y saqueó la ciudad. Durante el ataque hubo un gran incendio que terminó de convencer a las autoridades de que había que mudarse.
Dos años después del incidente se fundó la nueva ciudad de Panamá, que hoy continúa siendo el centro histórico de una capital que se ha desarrollado enormemente desde la independencia del proyecto colombiano y la construcción del canal de Panamá junto a sus socios estadounidenses. El lugar elegido por Antonio Fernández de Córdoba fue una península a unos ocho kilómetros de Panamá Viejo. Aislada del continente, por donde había llegado el ataque de Morgan, se protegió de los ataques marítimos de forma natural con el arrecife que la rodea y levantando una muralla con tres baluartes a la vanguardia de la arquitectura militar. Se utilizaron piedras de Panamá Viejo, por ejemplo en el traslado piedra a piedra de la iglesia de la Merced, lo que redujo la antigua ciudad a un amasijo de ruinas. Cuando llegó la independencia, hacía tiempo que Panamá había perdido su relevancia, aunque precisamente el libertador Bolívar la eligió para el congreso que reunió a los jóvenes estados americanos. La nueva ruta desde Perú a España por el Río de la Plata había reducido al mínimo la población local.
Ruinas de Panamá Viejo
Panamá Viejo es hoy un parque público en el que se distinguen el urbanismo colonial y quedan en pie algunas estructuras. Destacan los restos de la catedral, con un campanario de treinta metros, y los del antiguo Convento de la Concepción, bastante reconocibles. En cuanto al distrito histórico de la actual Panamá, varios incendios afectaron a la ciudad y modificaron su urbanismo. Se conservan el clásico damero colonial con su plaza central y su arquitectura, más diversa que en otras plazas coloniales con influencias francesas e incluso modernistas art decó. Quedan restos de la muralla en el oeste, con el bastión Mano de Tigre, y una veintena de edificios históricos. La catedral destaca por su original estructura de piedra con techo de madera, mientras que San José alberga un precioso altar barroco. Entre los edificios civiles están el Palacio de la Municipalidad y el Palacio Bolívar, en realidad parte del antiguo convento franciscano.
Ciudad de Panamá es la puerta de entrada al país y una de las ciudades más modernas de América Latina. Veremos mucho turismo, especialmente de estadounidenses por sus vínculos políticos. El centro histórico es perfectamente paseable y nos llevará medio día, más si dedicamos tiempo a museos como el del Canal. Este, por cierto, se suele visitar desde la capital en las esclusas de Miraflores. El centro es también ideal para alojarse, disfrutar la ecléctica gastronomía local y espectáculos como el teatro, con mucha tradición. El centro es razonablemente seguro siempre que estemos en las zonas restauradas. Algo parecido ocurre con Panamá Viejo, a la que es mejor llegar en transporte antes de dedicar unas dos horas al lugar. Son actividades imprescindibles subir al campanario de la catedral y visitar el museo del sitio.
Fotos: Garcia.dennis / Rodolfo Aragundi
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