Escena romana
Entre la arquitectura destinada al entretenimiento público, los romanos innovaron principalmente con el anfiteatro, cuya morfología permitía disfrutar mejor de ciertos espectáculos, además de tener mayor capacidad. No obstante, los romanos siguieron construyendo teatros, heredados de la Grecia Clásica, por su superior acústica, imprescindible en obras, pantomimas, coros, etc. No había mucho que modificar del plano semicircular griego, pero los romanos sí cambiaron parcialmente la arquitectura. El cemento romano permitió no depender de la inclinación de colina alguna, algo recurrente en Grecia, y la scaenae frons se enriqueció. Esta parte del teatro hace referencia a la pared tras el escenario. Muy liberada en tiempos griegos, con los romanos se llenó de columnas corintias, puertas de acceso y estatuas. Pocos scaenae frons han llegado hasta hoy, menos aún hasta el tercer nivel, como es el caso de la norteafricana Sabratha. Es el principal monumento de una ciudad cuya relevancia residió en ser enlace con el interior del continente.
En la Antigüedad se denominó Tripolis a la región norteafricana formada por Oea, origen de la actual capital libia, Leptis Magna y Sabratha. Conformaron el corto, pero influyente reino numídico liderado por Masinisa en el II siglo a.C., referencia para los bereberes libios desde entonces. Quedó ligado a Roma gracias al apoyo que prestaron a Masinisa para unificar las tribus de su región. Fue un cambio de alianza, pues Masinisa había apoyado a Cartago en las guerras púnicas. No en vano, la fundación de Sabratha en el siglo V a.C. parece fenicia, aunque sobre un pequeño asentamiento bereber denominado Tsabratan. Desde sus orígenes y hasta su desaparición, Sabratha jugó un papel fundamental en el comercio con los bereberes del interior del continente. La ruta comercial establecida con Ghadames fue clave para ello. Como muchas otras ciudades, lo que comenzó como una alianza terminó siendo una integración definitiva en el Imperio Romano, aquí en el año 46 a.C. La vida no cambió, pero a finales del siglo II llegó el punto de inflexión con el ascenso de Septimio Severo.
Como en Leptis Magna, para Sabratha la dinastía severa supuso un lavado de cara integral. La mayoría de estructuras, incluido el teatro, datan de entonces. Tras el cénit, en el siglo IV terremotos, el descenso del comercio con el interior y revueltas religiosas iniciaron el declive. La invasión de los vándalos tiró abajo la ciudad, murallas incluidas, en el 455. Fue reconstruida a una escala más modesta por los bizantinos, pero la llegada del Islam la dejó en un segundo plano hasta que fue abandonada. Sabratha fue redescubierta en 1911 con la llegada de arqueólogos italianos. La investigación tuvo que esperar a la década de los años 20, cuando además se fundó la moderna ciudad homónima cerca de las ruinas. Los primeros trabajos de Renato Bartoccini sirvieron para documentar el lugar, aunque con una rigurosidad limitada. Con el ascenso de Sabratha a sitio turístico se iniciaron varias tareas de restauración entre las que destacó el trabajo de Giacomo Guidi con el teatro. Aunque la escala de reconstrucción en el scaenae frons hoy sería impensable, se convirtió en el icono de Sabratha.
A orillas del Mediterráneo, las ruinas se dividen en dos partes: el conjunto dentro de las murallas bizantinas, donde estuvo el antiguo foro y quedan restos del puerto, y la sección que quedó fuera de estas. Es aquí, rodeado de un barrio residencial con varias domus con mosaicos, donde se localiza el espectacular teatro con capacidad para 6.000 espectadores. El scaenae frons cuenta con veinte metros de altura en tres niveles, tres puertas de acceso, 108 columnas corintias y en la parte inferior, en los nichos curvados del escenario, hay varios bastante bien conservados. En la parte del graderío es interesante distinguir las zonas acotadas a los miembros más aventajados de la sociedad romana, tanto en las primeras filas como en las tribunas de honor, antecedente de los palcos. Entre el resto de monumentos romanos destacan los templos dedicados a Liber Pater, Isis y Serapis, varios baños y fuentes. De época cristiana hay varias basílicas y una necrópolis, mientras que el pasado púnico tiene su representante con el mausoleo de Bes.
Actualmente, Libia no es un destino accesible al turismo por la situación interna que ha puesto en peligro lugares como Sabratha, por lo que el turismo aquí, que tiene una larga historia desde la ocupación italiana, está en paréntesis. Para cuando regrese, Sabratha es una excursión ideal de un día desde Trípoli, a solo sesenta kilómetros. Al estar en dirección opuesta a Leptis Magna no es factible combinar ambos sitios en el mismo día. La visita nos llevará al menos dos horas incluyendo el imprescindible repaso al museo arqueológico del lugar. No todas las piezas encontradas en Sabratha están aquí, sino que parte están en el museo de Trípoli, especialmente mosaicos.
Fotos: duimdog / Sebastià Giralt
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