Vida budista
En el año 627, Xuanzang tuvo un sueño que le impulsó a viajar desde su China natal a India. Este monje budista estaba preocupado por la falta de textos religiosos traducidos a su lengua, que causaba no pocos problemas por las malinterpretaciones de las enseñanzas búdicas. Dando un rodeo por Centroasia entró a India por el oeste y visitó numerosos lugares relacionados con el budismo, como Lumbini y Mahabodhi, antes de llegar a Nalanda. Residió dos años en este enorme e histórico monasterio de fuerte influencia en multitud de ramas y regiones budistas. Allí conoció a Śīlabhadra, figura más influyente del budismo entonces, y recopiló buena parte de los 657 textos que llevó a China, donde los tradujo para sentar las bases de un nuevo budismo chino. El detalle de los prolíficos textos de Xuanzang es además una de las principales fuentes para conocer la vida en Nalanda antes de su declive y saqueo final. Este monasterio no solo expandió el conocimiento budista, sino que fue un centro de conocimiento en lógica, sánscrito, medicina y filosofía que le hizo ganarse el apelativo moderno de universidad.
Nalanda era una pequeña población comercial cuando empezó a asociarse con varias figuras budistas, incluido el propio Buda. Aunque algunos textos hablan de orígenes ancestrales, arqueológicamente no hay prueba de que la fundación del lugar llegue hasta tiempos del rey gupta Kumaragupta I, en la primera mitad del siglo V. Los guptas han sido seguramente una de las dinastías más tolerantes de la historia en asuntos religiosos. No eran budistas, pero promocionaron obras como Nalanda. Ellos y las dinastías posteriores fueron levantando edificios y estatuas de Buda, con protagonismo del rey Harsha a comienzos del VII. Fue antes de las visitas de Xuanzang y Yijing, otro budista chino inspirado por el primero que estuvo aquí diez años. Sus escritos describen con todo detalle la vida diaria del monasterio, que llegó a contar con 2.000 profesores. El siglo siguiente, con los budistas Pala, se recuperó parte del esplendor perdido y Nalanda sirvió de modelo para formar una red de complejos monacales al servicio del gobierno. La biblioteca de Nalanda, no obstante, no tuvo rival. No se sabe la cantidad exacta, pero se estima en cientos de miles. Desgraciadamente, apenas unos ejemplares han sobrevivido.
En tiempos Pala, el budismo estaba siendo infiltrado con prácticas más esotéricas e iniciando cierto declive. Cuando en el siglo XI la dinastía tocó a su fin, el auge del hinduismo perjudicó a Nalanda. A comienzos del siglo XIII, el sultanato de Delhi dio la puntilla final al monasterio, seguramente de la mano del general Bakhtiyar Khilji. Aún dio cierto servicio, casi entre ruinas y un tiempo indeterminado, pero en el ataque musulmán el último dirigente de Nalanda huyó al Tíbet. Allí sus enseñanzas tuvieron continuidad, de forma que el budismo tibetano y el Dalai Lama tienen hilo directo con Nalanda. Occidente conoció las ruinas en 1811, pero no fueron identificadas con Nalanda hasta décadas después. Su investigación tardó más, con una corta campaña en el siglo XIX y dos más exhaustivas en el XX. India recuperó el espíritu de Nalanda nombrándola oficialmente universidad, reconociendo así su influencia en países como Vietnam, Corea, Japón, Indonesia, etc.
Además de filosóficamente, Nalanda influyó en la arquitectura budista. Presenta las tres estructuras fundamentales del budismo: estupa, vihara y chaitya. Inicialmente, la distribución fue la de una estupa rodeada de viharas, edificios monacales. El crecimiento de Nalanda forzó un segundo diseño en el que las viharas se alinearon favoreciendo así la enorme extensión del lugar. Hay dos contribuciones clave en Nalanda. Alberga el primer monumento funerario chaitya de tipo panchayatan, esto es, dispuesta en forma quincunce, como el 5 en los dados. La otra es la vihara cuadrangular con habitaciones dispuestas en torno a un patio central utilizado para clases, debates y rituales. El monumento más llamativo, no obstante, es la estupa número 3 o Sariputta. De uno de sus muchos añadidos se conservan valiosos paneles estucados de la era Gupta.
Nalanda se encuentra unas dos horas al sur de Patna, capital del estado y aeropuerto más cercano. Está también a unas tres horas de otro lugar central para el budismo, Mahabodhi, así que combinar ambas visitas es aconsejable. Entre ambos lugares está Rajgir, ciudad ideal para hacer noche y también con su simbolismo budista. Lo más habitual en Nalanda es moverse en carros de caballo tonga, aunque se puede hacer andando. Además de los restos arqueológicos merece mucho la pena el museo anexo. A dos kilómetros se encuentra el hall memorial de Xuanzang, por si queremos profundizar en la figura que dio proyección internacional a Nalanda. Con todo, el turismo en Bihar es reducido, aunque los circuitos budistas están aumentando estas visitas. El mejor momento para venir es de octubre a marzo.
Fotos: Wonderlane / Andrea Kirkby
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