Ciudad en ciudad en ciudad
En 1275, Marco Polo visitó una de las capitales del nuevo imperio mongol del este. Se llamaba Shangdu o, tal y como Occidente la elevó a la categoría de mito, Xanadú. Marco Polo describió su largo camino de tres días a lo largo de la despoblada estepa mongola hasta llegar a la deslumbrante Xanadú. Allí, el kan le recibió en un palacio de mármol forrado por dentro de pan de oro y pinturas. Este palacio, protegido por una muralla, compartía espacio con unos jardines que deleitaron al viajero italiano. Arroyos, fuentes y prados llenos de animales salvajes y otros adiestrados, como 200 halcones. En el jardín había también un curioso palacio desmontable hecho de caña dorada con columnas lacadas. Allí residía el gran kan cuando las temperaturas eran elevadas. Montado a caballo con un leopardo detrás, el kan mostró a Marco Polo todas estas maravillas que el italiano plasmó en sus escritos. Es la descripción más detallada que tenemos de una Xanadú que el tiempo convirtió en un montón de ruinas al servicio de la arqueología y la leyenda.
El kan del que hablaba Marco Polo fue Kublai Kan, nieto de Gengis Kan. Kublai ascendió al poder en 1260 tras morir sin herederos su hermano mayor Möngke, hecho que propició la gran división del imperio mongol. Kublai controló el territorio este. Esto incluía China, que dominaba de facto y que aseguró al fundar la dinastía Yuan. Kublai quiso acercarse a la cultura china de origen Han y fusionarla con la mongola para lograr una mayor legitimidad. Por eso construyó su nueva capital, Daidu, 350 kilómetros al sur de Xanadú, ya en territorio Han. Xanadú pasó de ser la única capital a la capital de verano. Había sido diseñada entre 1252 y 1256 por Liu Bingzhong, consejero y arquitecto jefe de Kublai. Aquí se reunieron las élites Han y mongolas y también aconteció un relevante debate entre budistas y taoístas que derivó en el auge de los primeros en el norte de China. A finales de siglo, Xanadú llegó a contar con unos 100.000 habitantes. La única sombra, las constantes inundaciones, fueron corregidas con la apertura del canal Tiefan’gan.
En 1351 se inicia en China la Revuelta de los Turbantes Rojos. 17 años después, el último kan, Toghon Temür, fue derrotado por Zhu Yuanzhang, que luego iniciaría la exitosa dinastía Ming. La derrota de los Yuan se llevó por delante tanto Daidu como Xanadú. Mucho tiempo después, cuando Xanadú ya no era más que un recuerdo lejano en Oriente, arrancó su leyenda en Europa. En el siglo XVII, el clérigo Samuel Purchas utilizó el texto de Marco Polo para describir Xanadú. A Purchas lo leyó el poeta romántico Samuel Taylor Coleridge, que en medio de un trance soñó con una Xanadú legendaria que plasmó en un poema. Xanadú se transformó de ciudad a concepto romántico y empezó a aparecer en obras literarias o películas como Ciudadano Kane. De vuelta a la realidad, el británico Steven Bushell llegó aquí en 1872 y describió restos de templos, bloques de mármol y azulejos. Xanadú se había convertido en una cantera local y, cuando se iniciaron en 1990 las labores arqueológicas, muchos de los restos se habían perdido.
El entorno de Xanadú es el de las praderas mongolas, con montañas como Luuii Dobqag al norte y ríos como el Xandii Goo al sur. El diseño chino en feng shui clásico domina con sus ciudades cuadradas dentro de ciudades. La ciudad más externa cuenta con 2.200 metros de lado. En su interior hay una ciudad prohibida de 1.400 metros de lado y dentro de esta una zona palaciega de 550 metros. Estos tres cuadrados están amurallados con ladrillos grises, muros de unos 5-7 metros de altura más anchos en la base que en la cima, barbacanas y bastiones. Esto es lo más visible hoy, aunque también se pueden distinguir templos budistas, el pabellón del trono Da’an, una zona comercial y una más abierta para montar los ira ordo, los palacios de caña que vio Marco Polo. También hay dos zonas funerarias, una para los Han y otra para los mongoles.
Dolon Nor es la ciudad de referencia, a unos veinte kilómetros de las ruinas. Esta es una zona mongola con mucho nomadismo y poco turismo, por lo que llegar aquí será complicado por la falta de infraestructuras. Si venimos desde Pekín tendremos un viaje de ocho horas por tierra, más luego un taxi hasta las ruinas. Otra opción es volar a Xilinhot y conseguir transporte allí. Si venimos desde Hohhot, la capital de Mongolia interior, podemos acercarnos en tren o bus. Una vez en las ruinas podemos movernos con pequeños carros eléctricos por la amplitud del terreno. Las ruinas son grandes, pero no hay que esperar grandes estructuras. Eso sí, el diseño del lugar se distingue perfectamente. Para ir más allá es mejor contratar una visita guiada. Xanadú fue la capital del verano y esta es la mejor época para ir.
Fotos: natural wonders / Xinhua
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En la historia del pueblo mongol y chino es imposible negar su hermandad pues su doble asimilación de china en Mongolia y de Mongolia en china están íntimamente ligadas por lados de sangre; cultura taza y geopolítica mente