Señores del Altiplano
Es famoso el título de lago navegable a mayor altitud otorgado al Titicaca. Aunque sea discutible, estamos ante un particular lago a más de 3.800 metros que por volumen y extensión es el mayor cuerpo de agua dulce sudamericano. Compartido por Perú y Bolivia, el Titicaca protagoniza la cuenca endorreica del Altiplano, región de la cultura precolombina de Tiwanaku. En un estilo distinto al inca, Tiwanaku fue un imperio basado principalmente en la colaboración de distintos pueblos. Fue la solución en una incómoda zona que tuvo en los cultivos irrigados elevados sukakollu la clave para asegurar la producción de alimento. Tomó forma sobre el año 550 y desapareció sobre el 1000 por razones desconocidas, quizá climáticas o disputas internas, dejando atrás lugares como su capital Tiwanaku. Aquí vivieron sus élites políticas y religiosas, pero el tiempo no ha pasado en balde y los saqueos han sido numerosos. Sobreviven restos de pirámides, puertas monumentales, templos y varios monolitos antropomorfos.
La ciudad de Tiwanaku precede al ascenso del imperio, aunque cuánto es objeto de debate. Lejos están las imaginativas estimaciones que le otorgaban más de 10.000 años. Ni siquiera podemos hablar de una Tiwanaku anterior a nuestra era. Las últimas dataciones, consistentes con el estilo de su cerámica, nos sitúan sobre el año 110. El cénit se alcanzó sobre el año 800, cuando vivían aquí no menos de 10.000 personas tras concentrarse la población de varios asentamientos medios. Además del liderazgo religioso y político, Tiwanaku también tenía un mercado que atraía a las caravanas de llamas de todo el Altiplano, donde una red de aldeas agrícolas, especialmente en torno al Titicaca, cubría la zona. Fuera de esta región se han encontrado restos de la civilización en la costa peruana, especialmente en el valle de Moquegua, donde las similitudes culturales hacen indicar que funcionó como centro agrícola y minero englobado en la cultura Tiwanaku.
Una vez esta civilización desapareció, su capital lo notó. Construida unos kilómetros al sureste del Titicaca, las numerosas estructuras de adobe se fueron perdiendo. El saqueo de los bloques de piedras, material monumental, fue extensivo entre incas y españoles, de modo que no tenemos edificios enteros, sino poco más que los cimientos. La arqueología tomó conciencia del lugar en la segunda mitad del siglo XIX, cuando varias descripciones escritas y fotográficas popularizaron Tiwanaku. El gobierno boliviano investigó especialmente a partir de los años 60, pero en paralelo se intervino excesivamente en Tiwanaku con reconstrucciones de dudoso rigor como las murallas que rodean el templo Kalasasaya y el desplazamiento de la Puerta del Sol. Unos años después se ganó en rigor y profundidad, siendo clave para explicar el ascenso de esta civilización el descubrimiento de los sukakollu. En los últimos años, las investigaciones y restauraciones no han cesado.
La arquitectura monumental de Tiwanaku comparte con la inca el uso de grandes bloques de piedra, pero aquí los bloques en sillar de arenisca roja y andesita se producían de tamaño estándar para facilitar su uso, siendo su transporte el mayor reto. Algunos bloques se labraban tanto al ser colocados en los edificios como en grandes esculturas de más de tres metros como los monolitos Ponce, Fraile y Bennett, descubiertos todos bajo Tiwanaku. Otro rasgo común en la ciudad es el avanzado sistema de drenaje preparado para las puntuales, pero copiosas lluvias. Entre las estructuras destacan el Templo Semisubterráneo con numerosas cabezas clavas, la pirámide de Akapana con 800 metros de perímetro, plano en cruz y siete pisos escalonados y otra estructura piramidal, el Pumapunku, de tallado mucho más fino y pesados bloques que fueron posibles al encuadrarse en la última fase de Tiwanaku. Otras dos estructuras monolíticas que formaron parte de templos son las Puertas del Sol y de la Luna. Ambas labradas, la primera es especialmente valorada por su representación de una deidad identificada con Viracocha o el Dios de los Báculos.
El sitio arqueológico de Tiwanaku se encuentra sobre la localidad homónima a poco más de noventa minutos de La Paz, por lo que es posible visitarla en excursión de ida y vuelta. Parte del turismo, no obstante, llega del Titicaca, tanto de la parte boliviana como de la peruana. En la zona hay pocos servicios, así que generalmente se visitan las ruinas antes de seguir el viaje a otros puntos. La visita se compone del sitio en sí, bastante extenso y sin mucha sombra, y dos museos asociados a la cultura Tiwanaku: el de cerámica, otro rasgo artístico imprescindible, y el museo Lítico, con varias piezas del lugar entre las que destaca el monolito Bennett. Si dormimos en Copacabana, a orillas del Titicaca, podemos visitar islas del lado boliviano como Pariti, Sol y Luna. De diciembre a marzo llueve más en esta región donde lo principal a vigilar es el mal de altura.
Fotos: rodoluca / twiga269 ॐ FEMEN
1 Comment
Faltó agregar que tanto Argentina como Chile recibieron más que la influencia de los Tiwanacos.