Bisagra de adobe
Muchos investigadores de la América prehispánica suelen dividir Norteamérica en tres regiones: Mesoamérica, Aridoamérica y Oasisamérica. Como toda división puramente teórica orientada a facilitar el estudio de una zona, las fronteras son muy difusas. La última región, que de hecho no suele ser utilizada por investigadores anglosajones, abarca los valles fértiles que van desde el estado estadounidense de Utah hasta el mexicano de Chihuahua. En la parte sur se localizó la cultura Mogollón, que ejemplifica las dificultades de estas divisiones. Tanto por lo que se sabe de esta cultura como por lo que no, los Mogollón podrían emparentarse culturalmente tanto con los Pueblo al norte como los aztecas al sur y, de hecho, funcionaron como bisagra. Aunque la primera etnografía de los Mogollón fue realizada del lado estadounidense en los años 30, su principal sitio se encuentra del lado mexicano. En el desierto de Chihuahua está Paquimé, una extensa ciudad que progresó en su duro contexto gracias a su sistema de irrigación, pero se desvaneció antes de la llegada de los colonos europeos.
Tres hipótesis diferentes buscan el origen de los Mogollón: descendientes de pueblos nómadas de Aridoamérica, agricultores migrantes de Mesoamérica o evolución de la cultura Cochise. A lo largo del primer milenio de nuestra era refinaron sus métodos agrícolas y en el siglo X empezaron a incorporar técnicas hidráulicas avanzadas. Así lo hicieron sus asentamientos, que crecieron tanto en el tamaño de cada vivienda, como en el número de estas. En el siglo XIV, estas mejoras llegaron al punto del sobrenombre que se da al sitio arqueológico de Paquimé: Casas Grandes. Inicialmente, la ciudad constaba solo de unos veinte núcleos familiares con varias habitaciones. En 1340 sucedió un incendio y Paquimé fue reconstruida con viviendas mucho más complejas, incluidos edificios con varios pisos. En esta época de esplendor contó con unos 2.500 habitantes y un área de influencia de unos treinta kilómetros de diámetro. Alrededor de 1450, la cultura Mogollón desapareció por razones aún desconocidas, dejando las ruinas en manos de distintos saqueadores.
Es también el declive de Paquimé, cuyos orígenes se encuentran en el siglo VIII, cuando fue fundada por nativos Mogollón, cuyo nombre deriva de unas montañas homónimas de Nuevo México. Aquí, más al sur, el duro desierto de Chihuahua permitía poca vida, siendo el río Casas Grandes fundamental para la existencia de Paquimé. Era explotado junto a los acuíferos subterráneos por una avanzada red de estanques y canales para regar los campos y dotar de agua a las viviendas, que incluso contaban con alcantarillado. El otro rasgo principal de Paquimé fue su rol comercial. Estando en el sur del área de influencia Mogollón, Paquimé fue una especie de almacén y mercado de productos mesoamericanos. Aves, conchas y objetos de cobre han sido encontrados entre sus ruinas. Cuando los españoles conquistaron el imperio azteca, Paquimé ya no era Mogollón y la zona había sido ocupada por otras comunidades agrícolas de modesta factura. Las ruinas fueron descubiertas en 1565 por Francisco de Ibarra, pero las labores arqueológicas empezaron bien entrado el siglo XX y han destapado solo una pequeña parte de la ciudad.
Las estimaciones hablan de unas 2.000 habitaciones agrupadas en núcleos familiares, talleres y comercios. Estos núcleos compuestos de habitaciones de distintos tamaño solían compartir un patio central y se estima que podían alcanzar hasta siete pisos. El material básico de Paquimé son los ladrillos de adobe y gravilla no cocidos. También son características sus puertas con dintel. Se utilizó la piedra en el murete y estanques que dividen la ciudad en dos partes, este y oeste, con estilos Pueblo y mesoamericano. La influencia de estos últimos se deja ver en el diseño de los dos pequeños campos de pelota descubiertos. Entre las casas más relevantes están la Casa de los Hornos, llamada así por la existencia de cuatro huecos supuestamente para cocinar; la Casa de la Serpiente, de gran tamaño y posiblemente utilizada para criar aves; y el Montículo de la Cruz, compuesto por cinco montículos con posibles funciones rituales. Entre los restos de Paquimé destaca su cerámica, con bellos motivos pintados.
El árido estado de Chihuahua es visitado principalmente por sus aspectos naturales, pero Paquimé es un contrapunto ideal. Está situado a unas tres o cuatro horas de la capital estatal o de Ciudad Juárez, por lo que habrá que buscar alojamiento por la zona, siendo ideal el cercano Nuevo Casas Grandes, que además cuenta con su aeropuerto municipal. El sitio arqueológico se visita mejor con guía y es imprescindible su excepcional Museo de las Culturas del Norte, incluido en la entrada. Es habitual llevarse una reproducción de la cerámica Mogollón. Lo más duro de la visita será el sol, por lo que es mejor evitar las horas centrales. Es también conveniente comprobar la seguridad de la zona antes de viajar a Chihuahua.
Fotos: Sam Cavenagh / DiSchamelrider
1 Comment
Me parece muy interesante el reportaje.