Camuflados en el Atlas
Dos términos del norte de África son habitualmente confundidos. Por un lado está kasbah, que hace referencia a lo que en la península ibérica se conoció como alcazaba. Eran fortalezas donde una familia poderosa se resguardaba. Por otro esta ksar, que seguramente proceda de castro y castillo. En las zonas bereberes del Magreb, ksar o aghrem se refieren a villas fortificadas donde no vive una familia, sino toda una población. Los ksur son pequeños asentamientos localizados cerca de wadis u oasis al abrigo de montañas que favorecían su protección. La arquitectura de los ksur es muy particular, con casas apiñadas que comparten graneros colectivos, así como edificios públicos como mezquitas o baños. El aspecto exterior es el de una gran fortaleza, sobre todo si han conservado las murallas, acentuado por un adobe enlucido con colores que camuflaban los ksur. Han llegado hasta nosotros numerosos ksur en un arco que va de Mauritania hasta Libia. Se acumulan sobre todo en la cara sur de los montes Atlas, justo donde se levanta el más prototípico de todos ellos: Ait Ben Hadu.
El origen de estos ksur no queda claro. Hay quien afirma que proliferaron tras la llegada del Islam sobre el siglo VIII, mientras que otros defienden una antigüedad superior y lo enlazan con tradiciones bereberes preislámicas. Musulmanes o no, el origen bereber sí parece estar más consensuado. La tradición marca aquí que un líder local llamado Ben Hadu fundó el ksar en el 757. Fue levantado a orillas del río Ounila y constituido inicialmente por poderosas familias de seis kasbahs y cerca de cincuenta ksur menores. La localización estuvo clara: con un río y una montaña, se buscó cercanía al paso natural en el Atlas que comunica a Marrakech con el Sáhara. Es decir, cerca de donde hoy está el puerto de Tizi n’Tichka. Distintas familias relacionadas con las rutas comerciales transaharianas, que llegaban de sitios como Timbuctú, necesitaban mayor seguridad frente a los ataques de bandidos. Además, había negocio en ofrecer protección a las caravanas.
Alrededor del siglo XVI, las nuevas rutas comerciales marítimas por el Atlántico empezaron a dañar las rutas transaharianas. Se inició así un declive en los ksur y kasbahs de la zona, que no obstante en Ait Ben Hadu fue menor. Seguramente por entonces se había establecido aquí una base de poder local que mantuvo el ksar con vida. De hecho, lo que vemos hoy es procedente del siglo XVII como pronto. Las técnicas constructivas de los bereberes parecen, no obstante, venir de mucho antes. En las últimas décadas, inevitablemente, la mayor parte de las familias se han ido mudando al Ait Ben Hadu moderno, en la otra orilla del Ounila. Esto ha provocado que varios edificios hayan sufrido el abandono, principalmente por culpa de la erosión, pero en paralelo ha abierto las puertas a planes de conservación más integrales. No se ha descartado una repoblación de Ait Ben Hadu, pero es probable que su principal función siga siendo la de atracción turística y también plató de películas: el ksar ha aparecido en muchas como Lawrence de Arabia o Gladiator.
La técnica constructiva de Ait Ben Hadu es similar a la de otros ksur. La unidad fundamental son ladrillos de tierra o barro que se secan, más el uso de madera de forma complementaria. La construcción final tiene una capa de enlucido totalmente roja que uniforma el aspecto exterior de la ciudad y contrasta con los árboles a orillas del río. Hace ya tiempo que Ait Ben Hadu perdió la muralla exterior por dejar de ser necesaria. Hoy se ven directamente las casas construidas en capas por la falda de la montaña. Entre estas se distribuyen una plaza, un caravasar, una mezquita y el santuario de un santo local. La colina está coronada por una fortaleza o agadir que remarca el carácter defensivo que tuvo Ait Ben Hadu. Contiene un gran granero pensado para asedios.
Ait Ben Hadu está a treinta kilómetros de Ouarzazate. Esta ciudad, muy expandida en el periodo francés, es hoy la puerta al Atlas por su cara sur. Es muy habitual visitar el ksar en ruta, antes o después de cruzar el Atlas como parte del camino entre Ouarzazate y Marrakech. No está en la carretera principal, pero el desvío es de solo nueve kilómetros. Si estamos en Ouarzazate, bastará con buscar un taxi grande que esperará a nuestra visita. El ksar es pequeño y con una o dos horas tendremos. Merece la pena subir hasta arriba por las vistas. En Ouarzazate podemos comparar y visitar una de las kasbahs más famosas, la de Taourirt. Desde esta ciudad se organizan también muchas rutas de trekking al Atlas. Es mejor visitar Ait Ben Hadu en primavera para evitar el calor y contar con agua en el río.
Fotos: Maureen / Carlos ZGZ
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