Bauhaus en la práctica
En 1933, la escuela de la Bauhaus cerró definitivamente sus puertas en Berlín. Las presiones de las autoridades nazis fueron definitivas. Paradójicamente para ellos, la consecuencia principal de este hecho fue la expansión internacional del estilo. Si sumamos que algunos de los miembros eran judíos, entonces toma forma la idea que hay detrás de la conocida como Ciudad Blanca de Tel-Aviv. Por entonces bajo el dominio británico de Palestina, esta joven ciudad estaba en plena expansión en la década de los 30. Las ideas de la Bauhaus encontraron un lienzo ideal, pero además tuvieron la suficiente flexibilidad para adaptarse al contexto cultural y climático del Mediterráneo. El funcionalismo y el uso de materiales baratos de la Bauhaus resultaban también ideales para el momento de la ciudad. El resultado es un matrimonio de conveniencia perfecto entre ciudad y corriente, materializado en más de 4.000 edificios. Juntos conforman el más extenso ejemplo práctico de la Bauhaus.
Tel-Aviv es una ciudad de reciente fundación levantada en torno a la histórica ciudad de Jaffa. Nació oficialmente en 1909, aunque a finales del siglo XIX habían empezado las olas migratorias judías. La primera llegó desde Yemen y fue el germen del barrio Neve Zedek. En 1906 se formó la sociedad Ahuzat Bayit con el objetivo de expandir conceptos modernistas como el de ciudad jardín. Un año después de la fundación, la ciudad adoptó el nombre actual: la vieja nueva tierra. Tel-Aviv empezó a crecer y fagocitar a Jaffa. El final de la I Guerra Mundial, que trajo el mando británico en sustitución del otomano, fue el acicate definitivo. Se crearon zonas nuevas como Lev Hayir y en 1929 se puso en práctica el plan urbanístico definitivo. Tuvo como autor al eminente teórico urbanista escocés Patrick Geddes, influencia fundamental en el siglo XX. Se fundamentó en conceptos como integración cívica, cultura, espacios abiertos, ecología, ciudad cambiante, etc. Los años 30 trajeron ingentes oleadas de migración por la situación judía. Entre ellos llegaron los representantes de la Bauhaus.
Geddes fijó indicaciones sobre tamaño, altura y uso de bloques, pero dejó libertad en cuanto al estilo. Los arquitectos de la Bauhaus se encargaron de eso. Uno de los principales fue Arieh Sharon, que había llegado en 1931 y con el tiempo fue nombrado planificador urbanístico de Israel. Además de inmigrantes, otras figuras locales como Ben-Ami Shulman adoptaron las nuevas ideas. La combinación final incluyó también conceptos de Le Corbusier o el expresionismo, representado por Erich Mendelsohn. El diseño tuvo muy en cuenta la provisión de servicios públicos y el impulso del sentido de comunidad. El impacto del legado de la Bauhaus ha sido puesto en valor desde que en 1984 se realizó una retrospectiva. En ella se usó por primera vez el apelativo de Ciudad Blanca para los barrios de aquella época. Desde hace unos años, el foco principal está siendo la conservación de los edificios más dañados por el paso del tiempo.
No solo la Bauhaus influyó en la Ciudad Blanca de Tel-Aviv. El clima jugó un papel fundamental. A fin de cuentas, la Bauhaus fijó sus preceptos para Alemania, donde el clima es muy distinto al de la costa mediterránea. Así, los ventanales redujeron su tamaño, los balcones se estrecharon y el blanco inundó las calles, tal y como es tradicional en la costa de este mar. Los tejados dejaron de ser inclinados para volverse planos, incluyendo una azotea para socializar con los vecinos. La parte inferior usó un concepto de palafito, con el primer piso sujetado solo por varios pilares. Se conseguía así ventilar el edificio por debajo y proveer de una zona segura de juego para los niños. El material utilizado fue el hormigón reforzado. Se calienta mucho en verano, lo que siempre ha empujado a los habitantes a buscar el fresco en parques y cafés. Otro distrito de interés en la ciudad es Bialik, más ecléctico y art decó.
Tel-Aviv es la segunda ciudad de Israel, además de polo económico, tecnológico y financiero. Hoy, los grandes rascacielos abundan, pero la ciudad no ha perdido su sentido cívico y cultural: es una ciudad amable, tolerante, cosmopolita y ecológica. Más de un millón de extranjeros la visitan anualmente gracias al centro de Jaffa, sus playas, sus museos y por supuesto su Ciudad Blanca. Un vistazo de ella la tendremos paseando por la avenida Rothschild, pero si queremos profundizar hay que acercarse al Bauhaus Center. Abierto en el año 2000, hace periódicamente tours guiados por la Ciudad Blanca muy recomendables. Tel-Aviv tiene una vida nocturna plena de actividad, especialmente una noche al año, a comienzos del verano. Se le llama la noche blanca en honor a los barrios Bauhaus y durante la misma todas las instituciones culturales abren sus puertas por la noche.
Fotos: אילן ארד / Avishai Teicher
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