Legado cívico
El imperio otomano practicó durante siglos el denominado devşirme o impuesto de sangre en sus territorios europeos, principalmente Balcanes y Grecia. Consistía en el reclutamiento forzoso entre familias cristianas de niños a partir de ocho años con el fin de convertirlos, entrenarlos y, eventualmente, que sirvieran en la guardia del imperio, los temibles jenízaros. Esta sofisticada forma de esclavismo tenía sus beneficios, pues los chicos más destacados apenas tenían límites en su crecimiento personal. Podían llegar a ser militares o políticos de alto nivel como un gran visir, cuyo único superior era el sultán. Tal fue el caso de Mehmed Pacha Sokollu o Sokolović, cristiano ortodoxo serbio. Tras ascender fue gran visir durante catorce años del siglo XVI, consiguiendo lo que jamás habría alcanzado en su Bosnia natal. Estos cristianos no se olvidaban de su tierra y patrocinaban obras. Mehmed Pacha fue especialmente prolífico levantando puentes en suelo bosnio. Para el más famoso contó con el principal arquitecto del imperio, Mimar Sinan. Juntos levantaron el de Visegrado.
Esta ciudad en el corazón de los Balcanes está en la confluencia de los ríos Drina y Rzav, cerca de la frontera. El Drina es un poderoso río de montaña de la cuenca del Danubio que tras una serie de rápidos llega a Visegrado y sigue su curso hacia el norte. Al estar en la periferia de Bosnia étnicamente pertenece a la zona serbia. En la Edad Media, la zona cayó bajo la influencia de la casa Nemanjić, fundadores de Serbia, aunque la región pasó a manos bosnias a finales del XIV. No se sabe la fundación exacta de Visegrado, pero en el XV se la empieza a nombrar. Es un siglo convulso, con retorno a manos serbias antes de ser conquistada por los otomanos en 1454. Fueron 400 años de dominación musulmana hasta que los serbios locales se rebelaron, aunque Visegrado pasó a manos astrohúngaras. En la Guerra de los Balcanes fue clave por su localización, su puente, una presa cercana y la peligrosa mezcla étnica que acabó con una limpieza de bosnios a manos serbias.
El puente de Visegrado no fue aniquilado como el de Mostar, pero sufrió ligeros daños que fueron reparados. Fueron las últimas heridas de guerra de una obra tendida entre 1551 y 1557 por Mimar Sinan, arquitecto e ingeniero jefe más celebrado de la historia otomana. Además de un ejercicio de control local, el puente tenía el objetivo de enlazar las llanuras del Danubio con Sarajevo y, en último término, la costa adriática en Dubrovnik. Sinan puso su atención en la fuerza del río, pero a largo plazo no pudo evitar problemas estructurales. El puente incluso se sumergió por completo en 1896 y dio pie a la primera gran renovación de los pilares por ingenieros astrohúngaros. Entonces, Visegrado era una tensa ciudad fronteriza. De hecho, en la I Guerra Mundial parte del puente fue volado. Se arregló en 1940, justo antes de la segunda voladura durante la II Guerra Mundial. Tras las reparaciones y el cambio de flujo hidrológico por las presas, el puente ha tenido una vida más tranquila pese a su acumulada fragilidad.
Con casi 180 metros, el puente Mehmed Pacha Sokolović salva el río Drina formando once arcos ojivales de variable longitud. Tiene una ligera forma arqueada que hace que el punto más alto esté en el centro, a unos quince metros. El material del revestimiento es roca calcárea travertina de las canteras locales. Mehmed Pacha Sokolović está situado justo a la vuelta de un meandro, en una zona llana que forma una península con el afluente Rzav en la que se asienta Visegrado. El otro margen tiene una complicada orografía que obligó a Sinan a idear una rampa de acceso paralela al río. La estabilidad del puente se logra con sus gruesos pilares de cuatro metros, apuntados por delante y redondeados por detrás, y el uso de grandes bloques de piedra. No hay mucho espacio para la decoración, aunque hay un mihrab con inscripciones celebrando el puente y frente a este un saliente que funciona como diván turco.
Visegrado está conectada con la capital Sarajevo, a unas dos horas en coche. La manera más romántica de llegar es en un tren de montaña histórico, el llamado Octavo de Šargan. Visegrado es una ciudad entregada a su puente y al escritor premio Nobel Ivo Andrić, cuya novela más famosa está dedicada precisamente al puente Mehmed Pacha Sokolović. Es la razón de la localización de Andricgrad, conjunto monumental ideado por el cineasta Emir Kusturica. En cuanto al puente, se puede atravesar andando, pero merece la pena tomar un barco. Si hacemos algún itinerario en las cercanías tomaremos perspectiva para verlo con altura. Ya que estamos en la zona merece la pena acercarse al monasterio de Dobrun o los antiguos baños turcos de Vilina Vlas. El rafting por la garganta del río Drina, más arriba, tiene bastante fama.
Fotos: Ebs Els / Ceca Visegrad
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