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Kasba de Argel

Kasba de Argel

Argel (Argelia)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 6 07, 2021
  • Category:

Medina con personalidad


El 19 de marzo de 1962, Francia cerró una crisis de descolonización equiparable a la que sufrió en Vietnam. Ese día concluyó la guerra por la independencia de Argelia con los Acuerdos de Evian tras más de siete años de guerrilla, terrorismo, torturas y descrédito francés. Estos habían conquistado este convulso estado norteafricano en 1820. Aunque el casus belli fue una excusa, lo cierto es que los argelinos llevaban siglos practicando la piratería en el mar Mediterráneo e implicándose en todo tipo de refriegas. Políticamente formaban parte del imperio otomano, pero en realidad cada ciudad seguía sus propias reglas. Una de las más rebeldes, protagonista en 1957 de una de las mayores muestras de represión francesa, era Argel, un lugar complicado. Su centro histórico o kasba conserva desde la construcción de la ciudadela en el siglo XVI una estructura urbana basada en una estratificación y sentido de comunidad particulares que influyeron en todo el oeste del Magreb. 

Vista hacia la kasba de Argel

La historia de Argel está partida en dos. La primera versión de la ciudad nació como una pequeña colonia fenicia del siglo VI a.C. sobre unas islas hoy incorporadas al continente. Tras las guerras púnicas se denominó Icosium bajo los romanos. Esta pujante ciudad costera declinó posteriormente y fue totalmente arrasada por la invasión árabe. En el año 944, el primero de la dinastía zirí, Buluggin ibn Ziri, refundó la ciudad sobre las ruinas bizantinas siendo esta fecha oficial de la Argel moderna. Los ziríes fueron una de tantas dinastías que gobernó esta zona, pero siempre con el denominador común de una alta autonomía que se convertiría en la seña de identidad argelina. La ciudad fue relativamente menor hasta que la expulsión de musulmanes de la península ibérica la pobló. A comienzos del siglo XVI, la región pasó a manos otomanas gracias al corsario Jeireddín Barbarroja. Con ellos mantuvo su autonomía e inició al auspicio de sus poderosos dirigentes su historia como refugio de piratas. 

Los piratas argelinos le hacían buen servicio a los otomanos capturando mercancías y secuestrando cristianos, como le ocurrió al escritor español Miguel de Cervantes. Argel se convirtió en destino de prófugos, renegados, conversos y todo tipo de piratas. Como fortín se amuralló fuertemente y levantó una ciudadela en la parte alta de la colina en que se asienta, al-Gabal. A su alrededor se distribuían sus vecinos según sus variopintos orígenes. En la parte baja o al-Wata estaban los edificios administrativos y comerciales junto a las mansiones de los otomanos. Durante la ocupación francesa, la kasba sufrió la asimilación cultural. Su urbanismo fue criticado por eruditos franceses y muchos edificios religiosos musulmanes fueron derruidos o secularizados para otros fines. Tras jugar un papel clave entre lo guerrilleros argelinos, la independencia no le ha sentado bien a la conservación de la ciudad. La falta de mantenimiento y sobrepoblación de la kasba han dificultado su restauración y multitud de edificios amenazan colapso.

Vista desde la parte superior de la kasba de Argel

Pese a todo, la kasba de Argel conserva su esencia, que podría resumirse como la tecnología y arquitectura militar otomana al servicio de una ciudad cuyas viviendas recuerdan más a la tradición árabe-mediterránea. Esto se traduce en que entre sus intrincadas callejuelas abundan las viviendas con patio central de estilo árabe-mediterráneo, mientras que la kasba se encuadra entre las murallas otomanas. Más bien lo poco que queda de estas, porque la parte alta al-Gabal fue la que se llevó la peor parte en la era colonial. El palacio de los dey y la ciudadela fueron gravemente dañados y esperan restauración. En la parte baja, al-Wata, las cosas tampoco fueron mucho mejor. Solo ha sobrevivido la zona denominada bastión 23 o Palais des Rais, compuesta por tres palacios y seis mansiones. Aquí están también las tres principales mezquitas: la gran mezquita de Argel, originalmente almorávide del siglo XI, la mezquita nueva levantada por los otomanos y la mezquita Ketchaoua, simbólicamente reconvertida al Islam tras haber sido convertida en iglesia por los franceses. 

Los convulsos tiempos de Argelia y Argel nunca han terminado de despejarse del todo, por lo que el turismo sigue siendo limitado. La capital es puerta de entrada y la kasba destino habitual, aunque es aconsejable ver las medidas de seguridad antes del viaje. La kasba es menos amenazante de lo que dicen, pero sí es aconsejable un guía por lo laberíntica que es en la parte alta. En la baja, las mezquitas en principio están restringidas a no musulmanes, pero dependiendo de la persona al cargo podremos entrar fuera de culto. Dos monumentos contrapuestos son muy visitados: la iglesia francesa Notre Dame d’Afrique y el monumento a los Mártires en recuerdo de las víctimas de la guerra de descolonización. Argel es ideal para probar la gastronomía argelina, que tiene el cuscús como plato nacional.

Fotos: Mesbahi belkacem mustapha / Meriembenhabiles

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