Lazos persas
El actual estado de Azerbaiyán surgió del colapso de la Unión Soviética, pero sus raíces son anteriores. Las fronteras delimitan un puzle casi perfecto de siete piezas representadas por los siete kanatos surgidos en el siglo XVIII. Estos fueron la última forma de control que ejerció Persia en el Cáucaso, una compleja región que había intentado someter durante generaciones. Nader Shah la conquistó una última vez, pero a su muerte los kanatos aportaron estabilidad. Distintos kanes dirigían su territorio salvo en las cuestiones exteriores, donde Persia tutelaba. A comienzos del siglo XIX, de poco sirvió frente a Rusia. De los siete kanatos, uno de los más representativos fue Sheki. Aunque la ciudad cuenta con siglos de antigüedad, empezó de cero en 1772 debido a un corrimiento de tierra que se llevó todo por delante. Tiene por ello un homogéneo estilo que nos lleva a la era del kanato, cuya principal representación se encuentra en el palacio del Kan, de numerosas influencias.
El nombre de Sheki parece hacer referencia a los sakas, antiguo pueblo que se movió a ambos lados del Cáucaso. El primer asentamiento en Sheki nos lleva 2.700 años atrás. En tiempos de la Albania Caucásica, estado que ocupó territorios de la actual Azerbaiyán, Sheki fue una ciudad fuerte. La islamización del Cáucaso fue un proceso que duró siglos alternando etapas con mayor o menor autonomía. Los persas safávidas y otomanos lograron apaciguar la zona desde el siglo XVI, pero en 1743 los primeros delegaron el día a día del complejo Cáucaso creando kanatos como Sheki. Incorporados no obstante a la política y economía persas, Sheki se benefició comercialmente cuando concentró su producción en la seda, uno de los productos más exclusivos que aquí goza de ideales condiciones climáticas. La ciudad comerciaba tanto con los capullos como materia prima como bordados como producto final. Cuando parecía que la ciudad despegaba de nuevo aconteció el corrimiento de tierras que obligó a la reconstrucción.
La nueva Sheki se vertebró por el río Gurjana, desde cuya orilla norte se eleva para evitar nuevos desastres. En 1790 se construyó una nueva ciudadela y a su alrededor una desordenada ciudad de estrechas calles empedradas. La vivienda clásica de Sheki incluye una muralla exterior protegiendo un jardín, muchas veces con moreras, con la vivienda en el centro. Suelen ser de ladrillo y madera y tienen porches denominados eyvan. El estilo es persa, aunque con influencias posteriores rusas, especialmente tras un terrible incendio que asoló media ciudad en 1834. Los edificios públicos incluyen mezquitas, baños públicos y caravasares, claves en el rol comercial de Sheki. Tras la nacionalización de la sericultura en tiempos soviéticos, el panorama urbano de Sheki varió con una expansión hacia el oeste y la aparición de grandes fábricas y edificios residenciales de gran tamaño. Aunque en 1968 se declaró el centro histórico una reserva arquitectónica, no ha implicado que se hayan restaurado los edificios correctamente.
Afortunadamente, los trabajos de conservación en el palacio del Kan han sido de una gran calidad gracias al trabajo temprano de los soviéticos Mamedbekov y Utsyn. Situado en el centro de la ciudadela, el palacio fue construido en 1797 durante el kanato de Mammad Hasan. Está compuesto de residencias, mezquita, baños, despensa, establos, granero y otros edificios auxiliares, aunque no todos han sido restaurados. Las miradas se dirigen a la residencia de verano diseñada por el persa Haji Zainal Abdul, gracias a su fachada dominada por ventanas vidriadas con la técnica shebeke y azulejos. Excelente ejemplo de la arquitectura de la dinastía qajar, en su interior está dividido en tres habitaciones seguidas separadas por iwanes adornados con muqarnas. El piso inferior estaba dedicado a las gestiones y no se comunicaba con el superior. Reservado para la familia del kan, a este se accedía por una escalera exterior. Ambos están decorados con frescos de temas florales o escenas de caza y batallas.
Sheki es una de las visitas más habituales y recomendadas en un viaje por el Cáucaso azerí. Desde Bakú son unas 4-5 horas dependiendo de si vamos en coche privado, autobús o minibuses marshrutkas. No es un viaje sencillo por las montañas del Cáucaso, que por otro lado nos ofrecerán oportunidades de senderismo utilizando Sheki como base. El centro se visita en un intenso día en el que podremos visitar el caravasar abierto al público, el museo de historial local y por supuesto el palacio del Kan. Este solo se puede visitar en grupo guiado. Luego podemos dar una vuelta por el bazar local para comprar algún producto de seda o artesanía shebeke y probar la cocina local, que destaca en sus dulces como el halva de sheki, un tipo de baklava, y el piti, estofado de carne y patata servido en cuencos de terracota. En Sheki se celebra anualmente el festival más relevante de mugam, música tradicional azerí.
Fotos: Robert Wilson / Ludvig14
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