Patrón de convivencia
Por momentos irreconciliables, las comunidades musulmana y judía han convivido en las mismas ciudades desde el nacimiento del Islam. Cuando los primeros fueron conquistando Oriente Medio y norte de África, muchas ciudades tenían comunidades judías asentadas desde la Antigüedad. Al compartir creencias, fueron otorgados el estatus de dhimmis, igual que los cristianos: grupos infieles, pero con sus derechos. Aunque también tuvieron episodios de rechazo y persecución, el estatus de los judíos en zonas musulmanas fue más elevado que el de zonas cristianas, donde los pogromos medievales eran habituales. De hecho, muchos huían aquí. El siglo XX cambió radicalmente esta foto de convivencia tras la creación del estado de Israel y la II Guerra Mundial. Miles de judíos abandonaron sus barrios históricos haciendo crecer su propio estado, que además originó el mayor desencuentro entre ambas religiones en toda su historia. Hoy los judíos viviendo en países musulmanes son menos de 30.000. En Túnez apenas viven unos mil, pero se concentran en la histórica isla de Djerba.
A pocos metros de la costa tunecina, Djerba es un mundo aparte. No solo por su viva comunidad judía, sino porque la rama musulmana mayoritaria es la ibadí, con las particularidades que supone. Los ibadíes llegaron sobre el siglo VIII, cuando Djerba presentaba una típica distribución territorial compuesta de tres núcleos urbanos y granjas. El panorama cambió con sus valores filosóficos y éticos basados en el trabajo, la austeridad y la igualdad social. En el siglo XI crearon un órgano de gobierno común para la isla, que se mantuvo autónoma respecto al resto de Túnez, al margen de cambios dinásticos. Esto provocó no pocos conflictos entre los que hay que contar distintas etapas de dominio normando o español. Esto acentuó la austeridad de su arquitectura, que asemeja fortificaciones desde las viviendas básicas hasta las mezquitas. La convivencia con los judíos derivó en una simbiosis social entre ambos grupos. Los ibadíes se centraron en la industria textil y el comercio con Túnez, mientras que los judíos manufacturaban orfebrería y zapatos y miraban al Mediterráneo.
También se complementaban en el tipo de ocupación de Djerba, árida isla con escasez perenne de agua. Los judíos fundaron varios municipios denominados hara que asemejan una medina magrebí. La más antigua es Hara Sghira, posiblemente habitada desde el siglo X, cuya sinagoga tiene partes del siglo XVII. La mayoría ibadí ocupó casi toda la isla bajo un patrón rural particular. La unidad básica es el menzel, donde una familia convive. De unas dos hectáreas, un menzel tiene infraestructuras hidráulicas para la extracción y reparto de agua, campo para cultivar y un hogar típico denominado houch. Los houch de Djerba son asombrosamente similares: cuadrangulares, blancos, con torres defensivas y un patio interior. Varios menzel de la misma línea hereditaria se agrupan en una houma, en la que se añaden infraestructuras comunes como talleres, hornos y molinos. Algunas de las houma más relevantes de Djerba son Temlel, Khazroun, Sedghiène, Guechéine y Mejmej. No obstante, este patrón de houma-menzel se debilitó desde los años 60, tras la llegada de la modernidad y el turismo.
Los houem de Djerba se conectaban entre sí, con los hara judíos y con el zoco central de Houmt-Souk, situado en la costa norte, quedando fuera del esquema solo zonas verdes denominadas ghaba donde se cultivaban olivos y legumbres. Hasta los tiempos coloniales, Houmt-Souk era un lugar vacío de viviendas, en el que solo estaba el zoco abovedado de Erbaa, del siglo XVII. A su alrededor había hospedajes temporales para los comerciantes denominados fondouk. Entre los sitios de culto se cuentan 22 mezquitas históricas, la sinagoga El Ghriba y la iglesia de San Nicolás, pues en Djerba también hubo una modesta comunidad cristiana. Las mezquitas de Djerba, sobre todo en el litoral costero, están fortificadas. En tiempos pasados formaban parte de un complejo que vigilaba la costa y utilizaba las mezquitas interiores como refugio ante invasiones. Mayormente modestas, es difícil destacar alguna de las mezquitas, pero merecen una visita algunas como Fadhloun, la turca en El May o Abu Miswar, seguramente la más antigua.
Aunque Túnez cuenta con zonas más populares, Djerba se ha convertido en uno de los destinos turísticos preferidos por su combinación de visitas y playa. En la franja este de la isla se han abierto varios hoteles, aunque si queremos sentir la isla es buena idea alojarse en Houmt-Souk. Djerba tiene aeropuerto, pero también está conectada por tierra al resto de Túnez. Cerca del punto de entrada se encuentra, de hecho, el museo del patrimonio en Guellala, una interesante aldea de artesanos. Además de las visitas culturales, que incluyen restos púnicos, y disfrutar de sus bellas puestas de sol, también podemos apreciar el patrimonio natural en sitios como Ras Rmel. Djerba es uno de los paraísos culinarios de Túnez, siendo muy famoso el pescado.
Fotos: Hatem Ben Said / IssamBarhoumi
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