Olvidados en el Cáucaso
El norte de Georgia, en plena cordillera del Cáucaso, no es un lugar sencillo. Los valles dividen la población y se forman etnias y regiones con férreas identidades nacionales. Los casos más extremos son los de Osetia del Sur y Abjasia, autoproclamados estados soberanos, aunque con limitado reconocimiento internacional. Justo entre estas dos regiones está Svaneti. Sin llegar tan lejos, Svaneti tampoco es puramente georgiana. Aquí, la etnia dominante son los svanos, que tienen su propia lengua, costumbres y, aunque son cristianos desde el siglo IV, hasta sus propias formas religiosas con residuos paganos. Los svanos han vivido siempre en un contexto natural extremadamente duro, rodeados de picos de hasta 5.200 metros, entre los que el más famoso es el bello Ushba. Es el corazón del Cáucaso, donde ni los mongoles pudieron penetrar. Una cordillera separa las dos subregiones principales: alto y bajo Svaneti. En la primera se encuentra la especialmente inaccesible zona de Ushguli. Aislada del mundo, ha retenido su arquitectura religiosa y civil-defensiva desde la Edad Media.
Estamos en una región de alta montaña con bosques de coníferas y mixtos. Los svanos fueron nombrados en tiempos griegos, cuando pertenecían al reino de Lázica. Tras depender de Abjasia, formaron parte del Reino de Georgia cuando este se fundó en el siglo XI. Como ducado del reino fue una región favorecida en lo económico y cultural, sobre todo por la reina Tamar, pero también con identidad propia. Al disolverse este reino, Svaneti fundó su propio principado, que en su zona alta sobrevivió hasta 1858. En esta etapa, Svaneti sufrió un parón cultural: se aisló en su propio feudalismo y se preocupó solo de defender su autonomía. En el siglo XIX, las luchas internas acercaron a los gobernantes a Rusia. Estos prometieron mantener la autonomía, pero una vez abres la puerta es difícil calcular las consecuencias. Desde 1858, los rusos suspendieron la autonomía e intentaron borrar la identidad de los svanos, a los que contuvieron en sus levantamientos. Tras la disolución de la URRS, las guerras y varios desastres naturales han empujado a la emigración.
Si Svaneti está aislada, Ushguli está aparte del mundo. Se denomina así a un conjunto de cuatro pequeñas poblaciones insertadas en la garganta del río Enguri. A más de 2.000 metros, cerca del monte Shkhara, es el asentamiento antiguo a mayor altitud de Europa. Se han mantenido casi intactos a pesar de la aparente cercanía en el mapa con otros sitios como Mestia. Hoy vive aquí unas 200 personas repartidas en setenta familias y cuatro pueblos: Zhibiani, Chubiani, Murqmeli y Chazhashi. Este último es el más destacable y acumula 200 viviendas tradicionales, las casas machubi, cuya principal característica es la de unir la zona de vivienda con torres defensivas. Además de la arquitectura, esta zona ha desarrollado una artesanía propia para poder ser autosuficientes: joyería, metalurgia, manuscritos, textiles, madera, iconografía, música, etc. Es un auténtico paraíso para etnógrafos.
La religión aprovechó la pericia artesana y momento económico de Svaneti en el Medievo para levantar sus principales templos entre los siglos X-XII. Lo más destacado de las iglesias, que se levantan en los pueblos o sobre alejadas lomas, está en el interior. Hay fantásticos murales y finos trabajos de artesanía en iglesias como Matskhvar o Lamaria. Los campanarios no son las únicas torres: a pesar de que quedan menos de las que fueron, las torres defensivas levantadas con piedra forman bellos paisajes con las montañas nevadas de fondo. Las mejor conservadas están en Chazhashi y son de los siglos IX-XII. Alcanzan cinco pisos y el grueso de sus muros va descendiendo. La parte superior servía para vigilar y disparar proyectiles. Se cubría con un tejadillo decorativo. Estas torres se unían a viviendas con dos plantas: la baja o machub servía para que personas y animales convivieran separados por un panel decorado; la superior o daroazil servía de almacén.
La entrada ideal a la estrecha garganta donde se encuentra Ushguli es Mestia. Esta tiene un pequeño aeropuerto y sirve perfectamente de base para visitar la zona. Se puede ir y volver en el día a Ushguli, aunque el viaje en coche concertado nos llevará unas dos horas y media en cada sentido. En Ushguli, lo ideal es pasear entre sus pueblos, muy cercanos unos de otros. De vuelta a Mestia podemos visitar el museo etnográfico Svaneti para aprender más de este pueblo. También podemos aprovechar que estamos entre montañas para hacer rutas a pie o a caballo. La del glaciar del monte Shkhara es relativamente sencilla. En invierno, las fuertes nevadas dejan zonas como Ushguli incomunicadas durante meses, así que es imprescindible venir aquí en verano.
Fotos: Marco Fieber / Wikimedia
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