Navigation Menu
Centro histórico de Bujará

Centro histórico de Bujará

Bujará (Uzbekistán)

  • Author: info@viajealpatrimonio.com
  • Date Posted: 8 03, 2018
  • Category:

El corazón de Centroasia


Una de las figuras que inspiró al personaje de James Bond fue la de Fitzroy Maclean. Este político y escritor británico entró en la embajada moscovita en 1937 y, atraído por el exotismo de las lejanas tierras de la URRS, se embarcó en varios viajes a zonas desconocidas para Occidente. En su cuarto y último viaje llegó a Bujará, que hasta hacía poco había sido capital de su propio emirato. MacLean la consideró una ciudad encantada cuya arquitectura podía rivalizar con el Renacimiento italiano. No exageraba: Bujará conserva un centro histórico casi intacto desde el siglo XVI, cuando Muhammad Shaybani arrancó la última remodelación de la ciudad, en el que se agolpan hasta 140 monumentos de diversas épocas. Este diseño fue el ejemplo que utilizaron una multitud de ciudades centroasiáticas. No solo arquitectónicamente fue ejemplar: Bujará es desde hace 2.500 años un centro cultural, intelectual y religioso de todo el valle del río Amu Daria. La ciudad de la buena fortuna es un paso obligado en Centroasia, más incluso que la mítica Samarcanda.

Complejo religioso de Poi-Kalyan en Bujará

El oasis de Bujará ha sido habitado desde hace unos 5.000 años. Aquí se reunieron las culturas Sapalli y la etnia aria, que poco a poco convergieron en los sogdianos, con centro neurálgico en Samarcanda. Bujará en sí fue fundada sobre el 500 a.C. con la unión y fortificación de tres asentamientos. Cayó bajo la influencia de los persas, para los cuales fue el centro del culto a la diosa Anahita. La celebración de festivales en su honor y el intercambio de ídolos estimuló un comercio que ha marcado siempre a Bujará. En los primeros siglos de nuestra era se afianzó la Ruta de la Seda, que tuvo un obligado paso aquí. Un vacío de poder persa dejó la ciudad en manos de tribus mongolas. Separada de Persia, se convirtió en un refugio para grupos de cristianos que enriquecieron aún más la capital. Bujará tenía tanta personalidad que, a pesar de ser conquistada por los árabes en el 650, aún permanecería más de un siglo a espaldas de la nueva religión.

El Islam consiguió enraizar cuando los habitantes de Bujará lo vieron como suyo, esto es, cuando su dinastía samánida lo adoptó. Esta dinastía recuperó la identidad persa bajo la nueva religión y formó una oposición política a Bagdad. Es la época de oro de Bujará, centro intelectual del mundo y puntal económico con 300.000 habitantes. El cambio de milenio trajo nuevas amenazas mongolas del norte. La ciudad empezó a pertenecer a distintos kanatos e imperios turco-mongoles. Gengis Kan asedió y conquistó la ciudad. No la redujo a escombros como otras, pero sus efectos se notaron durante un tiempo de declive que incluyó el creciente protagonismo de Samarcanda con Tamerlán. Los shaybánidas la remozaron en el siglo XVI al hacerla su capital. En 1785 se creó el emirato en el que la ciudad gobernó sobre la propia Samarcanda y buena parte del valle del Amu Daria. Este emirato se prolongó durante todo el XIX, pese a los repetidos intentos de colonización de británicos y rusos, quienes finalmente se la adjudicaron en 1920.

Entrada a la ciudadela de Ark en Bujará

Labi-havz es el centro de la ciudad. Se trata del único estanque superviviente tras el paso de los soviéticos. El resto fueron clausurados por falta de higiene; este se salvó por sus tres edificios. El centro político y militar durante 1.500 años fue la ciudadela de Ark. Ha perdido su relevancia como tal, pero sus 790 metros de murallas de barro del siglo XVI de hasta veinte metros de altura aún deslumbran. Pocos metros al sur está el complejo religioso más importante de Bujará, el de Poi-Kalyan. Fue construido originalmente en el siglo VIII, pero no resistió el ataque de Gengis Kan. Solo se salvó su icónico minarete del siglo XII. Sus 46 metros de altura de ladrillos cocidos descienden en anchura hasta llegar a una trabajada cornisa. El resto del complejo es del XVI y similar en tamaño al de Samarcanda con sus 288 cúpulas, la más grande en brillante azul. El mausoleo de Ismail Samani es una pequeña joya del siglo X: única pieza samánida, es uno de los monumentos más antiguos de Centroasia.

Son solo una muestra de la interminable lista de monumentos de Bujará, que ocupa perfectamente dos días completos de visitas. Hoy, la ciudad tiene 300.000 habitantes y es un paso obligado para cualquier viajero que se acerque a Centroasia. Está bien conectada por carretera, tren y avión. Es habitual enlazarla con Samarcanda a la ida o a la vuelta, pues distan 270 kilómetros entre sí. Desde Labi-havz hasta la zona de Poi-Kalyan hay una red de bazares cubiertos con cúpulas denominados aquí taqi. En ellos encontraremos distintas tiendas: por ejemplo en Telpak están todos los textiles y alfombras, mientras que en Zaragon hay joyas. En el primero hay también un concurrido hammam. El reciente festival de la seda y las especias intenta cada primavera conservar las tradiciones de la ciudad.

Fotos: EuyasikChristopher Rose

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.