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Conjunto de tumbas de Koguryo

Conjunto de tumbas de Koguryo

Pyongan del Sur, Hwanghae del Sur y Pyongan del Norte (Corea del Norte)

Pintando la gloria de Koguryo


En el año 427, el reino de Koguryo trasladó su capital a la ciudad de Pyongang, la que mucho tiempo después se convertiría en la capital de la Corea del Norte escindida. La ciudad había sido hasta el 313 la capital de la comandería Lelang, ocasionalmente controlada por las dinastías chinas. Ese año, las dinastías coreanas se la adjudicaron aparentemente para siempre. Fue el fin de estas comanderías que tanto influyeron en la cultura coreana. Tras unas décadas de inestabilidad, el siglo V significó el cénit de Koguryo gracias a las conquistas de Gwanggaeto. Su sucesor, Jangsu, mudó la capital para estar en el centro de sus dominios. Este movimiento tiene hoy repercusiones transfronterizas. Hasta ese momento, la capital estuvo en territorio hoy chino. Con el traslado cambiaron también los sitios preferidos para sus enterramientos por la realeza y aristocracia de los Koguryo. Así, Gwanggaeto está en China y los posteriores en Corea del Norte. Aunque estas tumbas han sido saqueadas, muchas del periodo de Pyongang conservan fantásticos frescos que son una guía idónea para conocer este reino.

Pinturas en el interior de la tumba Anak 3

A finales del siglo IV, los reinos rivales de Baekje y Silla atosigaban a Koguryo, incluyendo saqueos a Pyongang. Tras las mejoras militares de su padre, Jangsu protegió la nueva capital y con el traslado impulsó el reino cultural y económicamente. Para muchos, el concepto de Corea, cuyo vocablo procede de Koguryo, empieza aquí. El cénit Koguryo llegó hasta el 531, cuando las luchas internas empezaron a debilitar el reino. Sus territorios fueron menguando en favor de China y los otros dos reinos coreanos. Especialmente Silla, que en el siglo VII finiquitó el reino de Koguryo por su extremo. Silla y China se disputaron Pyongang hasta que acabó en manos de los primeros. Aquí fijaron su frontera con el nuevo reino de Balhae, formado de las cenizas de lo que había sido Koguryo. Hubo que esperar al siglo IX para que toda Corea quedara de nuevo unido bajo el reino Goryeo. Fue una pequeña venganza para Koguryo, pues eran sus herederos.

Como campo de batalla, la historia no ha tratado bien los restos del reino Koguryo, así que su principal legado son sus tumbas. Hay miles repartidas entre China y Corea del Norte, todas con una disposición parecida: tumbas de piedra cubiertas por túmulos de piedra o tierra, especialmente lo segundo. El saqueo fue la norma durante siglos. A finales del siglo XIX, cuando Japón tomó el control de facto de Corea, se estudiaron. Las campañas arqueológicas entre 1911 y 1930, con Corea bajo total dominio japonés, fueron numerosas. Formó parte, todo hay que decirlo, de la estrategia japonesa de borrar toda influencia histórica china en Corea. Tras la II Guerra Mundial, la actividad no se detuvo. Aunque se centró más en la conservación, hubo hueco para descubrimientos como la controvertida tumba de Anak número 3. Otro descubrimiento, la del fundador del reino Koguryo, Tongmyong, ha sido puesto en duda. Su conveniencia para el régimen norcoreano no se escapa a nadie. De hecho, por la fecha tendría más sentido que estuviera en China, lo que no ha frenado la construcción de un enorme mausoleo.

Túmulo de una de las tumbas de Kangso

De las 10.000 tumbas de la era Koguryo, noventa tienen frescos y setenta de estas están en territorio norcoreano. Pertenecen principalmente a la época en la que Pyongang fue su capital. Los frescos, de vivos colores, suelen representar la vida diaria y/o los Cuatro Reyes Celestiales, una figura del budismo que se introdujo en esa época. Arquitectónicamente suelen tener una o varias cámaras y lo que más destaca son las soluciones en el techo, que tenía que sostener el túmulo. Un ejemplo excepcional en arquitectura y pintura está cerca de Namp’o. Se trata de las tres tumbas de Kangso, un amplio túmulo de nueve metros de altura. La de Anak número 3 destaca por ser la única con inscripción. Esta es la causante del debate, pues habla de un general chino llamado Dong Shou que fue enterrado en el 357. Su nacionalidad no cuadra con la fecha, lo que ha generado multitud de debates sobre su rol.

Pyongang es la base ideal para las tumbas y la entrada al país, que aún recibe reducido turismo. Como en cualquier movimiento por este, lo tendremos que hacer bajo vigilancia de los guías oficiales siguiendo las estrictas normas. El problema es que, al contrario de sitios como Kaesong, las visitas a las tumbas no son muy populares. La única factible en grupo es la de Tongmyong, más por las razones políticas para intentar dar legitimidad al régimen. Para el resto tendremos que mostrar nuestras habilidades y tratar de convencer a nuestros guías e ir de forma individual con un alto coste.

Fotos: Anónimo / Uri Tours

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