Horror vacui hinduista
La manifestación artística que más sorprende del hinduismo es la escultura, muchas veces tan ligada a la arquitectura que cuesta fijar las fronteras. Muchos templos indios aparecen revestidos de esculturas hasta el último rincón y, aunque con variaciones locales y temporales, ciertos elementos comunes: figuras anónimas, esbeltas y dinámicas que forman parte de complejas escenas en las que juegan un papel. La escultura india tendió a la filigrana y encontramos algunos ejemplos sobresalientes en las últimas dinastías previas al Islam. En el sur del subcontinente, donde varias resistieron el empuje, destacaron los hoysala, cuyo auge se establece en la región de Karnataka entre los siglos XI y XIV. Aprovechando un vacío de poder se asentaron y fueron grandes patrocinadores de decenas de templos. Representan como pocos esta etapa tardía del arte hindú marcada por la plenitud escultórica con figuras hiperrealistas que ocupan completamente el espacio en el más puro horror vacui.
Hoysala fue una dinastía de origen kannada que nació en los Ghats, montañas occidentales de India. Eran solo jefes locales, pero cuando los chalukya y los chola lucharon entre sí en el sur del subcontinente, supieron elegir bando ganador. En el siglo XI dieron un paso al frente cuando los propios chalukya declinaron y Vishnuvardhana declaró su reino como autónomo. Fueron años de luchas, pero los hoysala salieron victoriosos e iniciaron su intenso programa constructivo. Básicamente un imperio agrario, supieron también comerciar con socios lejos de sus fronteras y amasar una fortuna a base de impuestos que invirtieron de diversas formas. A finales del siglo XIII alcanzaron su máxima extensión controlando casi todo el sur de India, pero el cambio de siglo dio un giro: el sultanato de Delhi fue un desafío constante y los hoysala se vieron rodeados de enemigos musulmanes. En 1343 murió su último rey y los territorios hoysala dieron forma al naciente imperio Vijayanagara instalado en Hampi.
En la India hinduista del siglo XI, construir templos no era una cuestión exclusivamente religiosa, sino también política. Ambos mundos estaban unidos y eran una forma de asentar poder y trascender en el tiempo. Hasta 1.500 construyeron, de los que sobreviven más de un centenar. Tienen un estilo común que parte de la síntesis de estilos del sur de India como el dravídico, pero con adaptaciones locales debido al material utilizado. En esta zona de India abunda el esquisto, una roca fácil de labrar que luego se endurece expuesta al sol. Esto permitió el grado de finura de las superficies labradas, pero también forzó un reducido tamaño de templo modelo con adaptaciones arquitectónicas como la circunvalación sobre una plataforma exterior al santuario. Situado en Belur, capital hoysala desde el 1048, el templo Channakeshava es un ejemplo temprano. Presenta por primera vez el esquema básico de los templos hoysala, pero más sencillo. Cuenta con una muralla exterior atravesada por una puerta o gopuram en cuyo recinto interior se cuentan varios templos y capillas. Típico de los hoysala son las inscripciones de los artistas involucrados en el templo.
Este primer templo fue construido por orden de Vishnuvardhana, responsable también de Hoysaleswara en la ciudad de Halebidu, que posteriormente fue nombrada como capital, título que ostentaría hasta el final de la dinastía. Hoysaleswara tiene la particularidad de tener dos capillas prácticamente gemelas dedicadas a Shiva mirando al este. En el programa escultórico podemos apreciar referencias a la leyenda Sala, formativa para la dinastía hoysala y otra característica habitual de sus templos. Un siglo después, en el XIII, el arte hoysala llegó a su cénit con el templo de Keshava en la ciudad de Somanathapura. Este último gran templo tiene un plano diferente que asemeja a una iglesia cristiana: planta en cruz con una entrada común a tres zonas formadas por una antecámara y un santuario en forma de estrella de 16 puntas. La plataforma exterior permite circunvalar los tres santuarios apreciando su exquisito trabajo escultórico. En Keshava es donde más sentido cobra la expresión horror vacui, pues incluso los techos están labrado a un nivel extraordinario.
Los principales templos hoysala están en ciudades hoy muy pequeñas, por lo que se suele llegar desde otras: Somanathapura está a media hora de Mysore, una de las ciudades más encantadoras del sur de India, mientras que a Belur y Halebidu se llega desde Hassan. Estas dos están tan cerca que es fácil ver los dos templos en un día y volver a Hassan. De hecho, se suelen combinar con la visita al Buda de Shravanabelagola. También el de Somanathapura se suele combinar con otro templo cercano, en este caso el de Talakadu del siglo X. Existen también excursiones a cualquiera de los tres templos desde Bangalore, ciudad más grande de Karnataka, que no obstante exigirán más horas por carretera. Esta zona de India tiene una intensa estación lluviosa que va de abril a octubre.
Fotos: Vedamurthy J / Lodo
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