Egipto desde el sur
La 25ª dinastía de Egipto fue muy especial. Por primera y última vez en la larguísima historia de esta civilización, Egipto fue unificado bajo el poder de Nubia. Este nombre alude a la región al sur de Egipto. Durante el Imperio Nuevo fue dividida por el propio Egipto, que sentó su poder con monumentos como Abu Simbel. En el año 744 a.C., sin embargo, las tornas cambiaron. Kashta invadió Egipto y lo unificó tras siglos de inestabilidades y divisiones. Supuso el último momento de gloria egipcia plenamente africana. Conjugaron tanto las tradiciones antiguas, incluida la construcción de pirámides, como las nuevas tradiciones nubias del Reino de Kush. Fue un periodo breve. En menos de un siglo, los asirios habían expulsado a los kushitas e instalado el primer gobernante de la 26ª dinastía. Sucediendo a ciudades míticas como Menfis y Tebas, la menos conocida Napata fue la capital de este resurgir. Está localizada a los pies de la montaña Gebel Barkal. Toda la zona contiene pirámides, templos y otros restos arqueológicos.
Gebel Barkal mide apenas 98 metros de altura, pero su relevancia histórica es alta por una coincidencia. Está justo en el punto en que es más fácil cruzar el Nilo. Como si de un faro se tratara, atrajo a poblaciones desde el tercer milenio a.C. Progresivamente se convirtió en un centro urbano y sagrado. Napata fue fundada oficialmente por Tutmosis III en el siglo XV a.C., cuando la zona era egipcia, pero su momento de gloria arranca en el IX a.C. Es cuando se forma el imperio kushita ante la debilidad de Egipto, fijándose como capital. Tras ser expulsados por los asirios, los kushitas se recluyeron con Tantamani en sus territorios nubios tradicionales y Napata siguió siendo capital hasta el III a.C. Los kushistas sufrieron la desertización regional y se refugiaron en la isla de Meroé, al sur, donde la abundancia de hierro prolongó la vida del imperio unos siglos. El rol de Napata declinó, pero siguió estando habitada hasta el año 23 a.C., cuando Roma la arrasó.
No está claro desde hace cuánto, pero cuando los primeros europeos modernos llegaron hasta Napata vivía aquí la etnia shaigiya, que había fundado la ciudad de Karima. Estamos a comienzos del siglo XIX, pero la primera investigación seria llegó en 1842 de mano del prusiano Karl Richard Lepsius. El mayor avance en el conocimiento de Nubia llegó gracias al estadounidense George Reisner en el siglo XX. Suyo fue el análisis de las peculiares características de las pirámides nubias, hermanas menores de las egipcias. Empezaron a construirse en tiempos de Napata, en el siglo VIII a.C., en la necrópolis real de El-Kurru, donde acompañaron a túmulos anteriores más sencillos. Aquí están casi todas las tumbas reales del apogeo de Napata. La excepción la suponen Tantamani y su padre Taharqa, que inauguró la necrópolis real de Nuri con una de las pirámides más altas de Nubia con casi cincuenta metros. Todas estas tumbas fueron saqueadas, pero algunas conservaron artilugios menos valiosos, relieves y frescos.
Cerca de la ciudad moderna de Merowe hay otra necrópolis, Sanam. Su particularidad es que es una de las escasas necrópolis populares de Egipto. Perteneció a una ciudad apenas investigada. Según algunos podría incluso ser la antigua Napata, aunque está en el margen contrario del Nilo al del Gebel Barkal, a cuyos pies se han encontrado edificios administrativos. La estructura más enigmática de esta ciudad es una especie de gran templo denominado el Tesoro, de función desconocida. El templo más famoso de esta región, no obstante, es el gran templo de Amón en Gebel Barkal. Levantado en el siglo XIII a.C., fue el símbolo del renacimiento egipcio en la época kushita, cuando rivalizó con el homónimo de Karnak, en Tebas. Fue ampliado hasta medir 46×110 metros en tiempos de Napata, cuando se erigieron multitud de estelas. Cuando la capital se trasladó a Meroé mantuvo su relevancia como lugar de coronación. Los romanos lo derruyeron y se reconstruyó, pero a lo largo de los siglos fue saqueado.
Visitar Sudán no es tarea sencilla por la falta de infraestructura. Además, en estos sitios arqueológicos se ha investigado más que restaurado y, dado que estamos más lejos de Jartum que Meroé, la visita es una aventura. El lugar idóneo para alojarse es Karima, desde la que podremos contratar conductor para acercarnos a los diferentes lugares. El más cercano es Gebel Barkal y los restos de la antigua Napata, seguramente lo más disfrutable por los ejemplos de relieves. Además, el atardecer desde lo alto de la montaña con el Nilo produce una postal espectacular. En Nuri y El-Kurru nos costará apreciar las pirámides, pero en alguna se puede entrar para disfrutar de los frescos. El calor es en toda la región agobiante. En el Museo de Artes Finas de Boston podemos ver varios restos del lugar.
Fotos: Bertramz / Mark Fischer
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