Equilibrio milenario
Muchos desiertos cuentan con oasis, palabra de origen egipcio que empieza por dejar claro una característica del concepto, su relación con el hombre. Efectivamente, un oasis surge donde se dan ciertas características en el subsuelo que permiten que el agua almacenada en acuíferos emerja, pero su valía es tan alta que los oasis son fundamentalmente paisajes culturales. Su etimología hace referencia a su cualidad como asentamiento y así ha sido históricamente. Por su localización, en medio de kilómetros de arena, fueron imprescindibles para la viabilidad de distintas rutas comerciales. Las caravanas del desierto pasaban de largo, pero dejaban riquezas para los habitantes del oasis. La otra actividad imprescindible era la agricultura, que aquí sigue una estructura clara: una capa de palmeras a cuya sombra se cobijan otros cultivos. En el caso del considerado oasis más extenso del planeta y uno de los más históricos, Al-Ahsa, hablamos de la apabullante cifra de 2,5 millones de palmeras.
El paisaje de Al-Ahsa se localiza en el sudeste de Arabia Saudí, a unos sesenta kilómetros de la costa del golfo de Baréin. Como todo oasis, el equilibrio existente entre la ecología natural y la acción del hombre ha sido fundamental para definir el propio oasis y garantizar su sostenibilidad. Parte de la existencia de dos zonas muy diferentes: una habitada con unas 600.000 personas distribuidas en varias ciudades y otra marcada por dos grandes lagos, Asfar y Jubail. Estos, aunque pendientes de más estudios, son humedales en los que se citan miles de aves migratorias que los utilizan como parada. Funcionan como desagüe de los oasis gracias a distintos canales que llevan el agua sobrante a esta depresión. Entre los núcleos de población y los lagos quedan las principales zonas de cultivo. Entre el oasis norte y este suman unas 6.000 hectáreas de palmeras y otros cultivos delimitadas por canales de riego. En la sección este hay una montaña, Al Qarah, que permite disfrutar del mar de palmeras de Al-Ahsa.
Un oasis así atesora un potencial que pocas comunidades humanas pasarían por alto. Los primeros signos de ocupación datan de hace 8.000 años, durante la era neolítica precerámica. Posteriores son los restos de los sitios arqueológicos de Jawatha y Ain Qinas. La ciudad de Jawatha fue parte de distintos pueblos, principalmente persas, pero cambios en las rutas comerciales romanas la afectaron. Al-Ahsa empezó a mirar entonces hacia el interior de la península arábiga, donde se centró el comercio. Desde la temprana llegada del Islam, la zona alcanzó su apogeo con la multiplicación de los pozos artesianos y el uso de animales de carga como el burro. Distintas localidades fueron creciendo y declinando hasta que los otomanos eligieron Hofuf como capital regional. Salvo un breve periodo en el que la tribu Bani Khalid trasladó el poder a Mubarraz, Hofuf se mantuvo como ciudad de referencia. Pese a perder el liderazgo regional en el siglo XX, el descubrimiento de petróleo en la zona multiplicó la población de Al-Ahsa abrazando un desarrollismo que ha ido parcialmente contra el uso sostenible y tradicional del oasis.
Hofuf es parte de otra zona de oasis, As-Seef, en el que las zonas de cultivo se han ido sustituyendo por espacio ocupado por viviendas. En el centro de la ciudad se encuentran el zoco de Qaysariyah y el palacio Ibrahim, sede principal de los otomanos. De aspecto militar, sus murallas están rematadas con torres circulares y en el interior se levantaron la mezquita Al-Qubbah, baños y almacenes. Cerca de Hofuf hay otras dos fortalezas de similar etapa, Sahood y Khuzam. Fuera de las ciudades de Hofuf y Mubarraz podemos ver una localidad tradicional en el oasis norte, Al-Oyoun. En la zona arqueológica de Jawatha no hay grandes estructuras, pero aquí se encuentra la reconstruida mezquita de Jawatha. Original del siglo VII, está considerada la mezquita más antigua en el sureste de la península arábiga. A su lado se ha conservado las ruinas de la mezquita del siglo IX.
Hofuf tiene aeropuerto internacional, aunque desde la capital Riad podemos llegar en tren en unas dos horas. También es fácil llegar al oasis si estamos en Baréin o Catar y en todo caso necesitaremos un coche para movernos por el oasis. De momento será complicado ver turismo internacional, pero sí mucho local visitando parques, mezquitas o palacios. Además del centro de Hofuf es buena idea acercarse a la montaña Al Qarah y su Museo de las Civilizaciones, una mezcla de museo y cuevas. Es también la zona idónea para conseguir las mejores perspectivas del oasis, pues la montaña está rodeada de palmeras. La mezquita Jawatha forma parte de un parque de corte familiar. En el zoco de Qaysariyah de Hofuf podemos acabar el día de compras. Al-Ahsa es famoso por su sastrería de bisht, prenda tradicional saudí masculina.
Fotos: Chris Helmkamp / Richard Mortel
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La cultura árabe tiene una relación profunda y rica en la preparación de perfumes que se remonta a miles de años, usados inicialmente para ceremonias y rituales para atraer fortuna