Perfilado extremo
Las montañas que separan China de Vietnam, Laos, Myanmar y Tailandia son un hervidero de etnias. Solo en la provincia china de Yunnan se reconocen 25 diferentes. Muchas están presentes en varios países, pues las fronteras se tendieron de acuerdo a intereses muy distintos de ellas. Un ejemplo son los hani, cuya presencia mayoritaria se localiza en la prefectura de Honghe, donde se cuentan por cientos de miles. Dividida en dos por el río Rojo o Hong, en el sur se encuentra un paisaje identificado con los hani, sus arrozales en terraza. El accidentado terreno de las montañas Ailao, que rozan los 3.000 metros de altura, y la densidad poblacional forzó hace más de 1.300 años a innovar a la hora de buscar terreno arable. El arroz necesariamente ocupa un terreno llano inundable, así que los hani fueron perfilando las montañas hasta formar un paisaje escalonado de irresistible belleza. Los agricultores hani, además, conservan su arquitectura tradicional de viviendas levantadas con materiales como bambú, barro y madera.
El origen de los hani no está muy claro, pero lingüísticamente parece que llegaron del Tíbet hace un tiempo. Según ellos, hace cincuenta generaciones que se escindieron de otro grupo presente en Honghe, los yi. Las teorías etnográficas sugieren otro origen, pero lo cierto es que las etnias están muy relacionadas culturalmente. Como los yi, por ejemplo, los hani practican ancestrales religiones chamanistas aunque algunos abrazan el budismo. Otro rasgo común en Honghe son los arrozales en terrazas, cuyo origen tampoco está claro y posiblemente no es hani. En el siglo XIV fueron ellos los que, gracias al sistema de gobernanza tusi impulsado por la dinastía Yuan, multiplicaron el territorio terraceado durante generaciones hasta alcanzar su máximo con los Qing, última dinastía imperial. Llegaron entonces al equilibrio entre naturaleza y desarrollo. Hoy, las terrazas están protegidas legalmente, pero su principal motivo de buena salud es su uso activo, como sucede en otras regiones con arrozales terraceados como Filipinas.
El sur de Yunnan es una zona subtropical de abundantes lluvias, con multitud de ríos que desembocan en el río Rojo. Sin embargo, el accidentado relieve es un problema a la hora de inundar los arrozales. Los hani solventan la cuestión modelando un terreno montañoso forrado con unos bosques que hoy permanecen en la parte superior de las montañas. Siguen siendo fundamentales y tienen varias funciones: sagrada, fuente de madera, consolidación del terreno y almacén de agua. Aunque el espacio de los bosques se ha reducido para fines agrícolas, aún cubre la mitad de las montañas, suficiente para dejar ver al gibón de cresta negra, primate amenazado. El agua proveniente de la parte superior es canalizada por los hani para repartirla entre los arrozales. Para ello se utilizan kilómetros de canales principales, diques y tuberías de bambú. El agua, como los bosques, es gestionada comunalmente. Finalmente llegamos a los arrozales, cuya dificultad para ser modelados es directamente proporcional al gradiente del terreno. En Honghe hay zonas suaves como Bada y otras más inclinadas como Laohuzui.
Los arrozales de Honghe no precisan de muros de contención como en otras zonas terraceadas del mundo. Su construcción simplemente consiste en horadar la roca caliza hasta dejar terrenos inundables. No solo de los distintos tipos de arroz rojo viven los hani y las terrazas también sirven para otros cultivos, ganado e incluso como estanques para acuicultura como la cría de anguilas. Estas, junto a otros animales criados como los patos, no son solo fuente de alimento, sino que su presencia mejora la calidad del sustrato de los arrozales. Finalmente, junto a estos están las numerosas aldeas de los agricultores de no más de cien viviendas. Estas tienen una vistosa forma de seta con paredes de tierra, ladrillos de adobe y piedra bajo un alto techo de paja. Suelen tener tres pisos divididos para el ganado, la familia y el grano. En el centro de cada aldea está el moqiu, zona abierta con un edificio para festividades.
Xinjie, también conocida como vieja Yuanyang, es la puerta de entrada por sus posibilidades de transporte y alojamiento, aunque también podemos dormir entre arrozales en modestos alojamientos. Se puede llegar directamente en autobús desde la capital Kunming o desde Gejiu. Desde Xinjie hay transporte recurrente hacia Duoyishu, mientras que para el resto de pueblos tendremos que conseguir transporte privado en minivan, taxi o directamente excursiones contratadas. También hay recorridos para bicicletas y senderismo. Tendremos que adquirir una entrada a la zona que nos da derecho a acceder a las plataformas para el paisaje que están distribuidas. Entre estas son famosas Duoyishu para el amanecer, Laohuzui para el atardecer, Bada, Longshu, etc. La mejor época para venir es de enero a marzo, cuando antes de plantar el arroz los terrenos están completamente inundados, o de julio a septiembre, antes de la cosecha.
Fotos: Peter Chou Kee Liu / David Stanley
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