Pasillo americano
El río Grande de Jujuy es un río de curso alto, no muy largo ni caudaloso, que deja sus aguas para formar el río San Francisco, luego al Bermejo y finalmente al Paraná. En sus pocos kilómetros, el Grande ha sido históricamente de vital importancia al unir el altiplano andino con la Pampa argentina. Este corredor humano fluye de oeste a este antes de virar hacia el sur. Antes de llegar a la capital de Jujuy, San Salvador, forma la conocida como quebrada de Humahuaca, una garganta que se ensancha y estrecha habitada desde al menos 10.000 años. Además de la belleza natural en varios puntos de geología muy especial, la quebrada fue el corazón de la cultura omaguaca, que ha evolucionado muy influida por incas y colonos. En pleno proceso de recuperación de su memoria oral, los omaguacas se caracterizan por esta mezcla cultural en una zona que ha visto pasar a multitud de pueblos. El paisaje cultural resultante es una cultura propia que lo mismo adora a la Pachamama que va a la iglesia o habla español con influencia quechua.
Río Grande nace en el altiplano de Jujuy, cerca de Tres Cruces, enfilando hacia el este atravesando una angosta zona. Gira hacia el sur pasando primero por un ensanchamiento alrededor de la ciudad Humahuaca y estrechándose luego hasta llegar a San Salvador de Jujuy, al final de la quebrada. En total son 150 kilómetros. La región tiene un clima extremo acumulando lluvias en verano, aunque en general el aspecto es seco. Parte de culpa la tiene la altitud, que parte de más de 3.000 metros y va descendiendo junto al río hasta los 1.250 de San Salvador. Geológicamente es una región de original belleza gracias a la claridad con la que se ven las distintas capas estratigráficas, muy cortas y definidas. Son apreciables en la serranía de Hornocal, donde las montañas forman picos triangulares, y en el famoso cerro de los Siete Colores. Cada color pertenece a una capa formando un arcoíris de areniscas, pizarras, arcilitas, calizas o arcillas.
La quebrada Humahuaca ha estado ocupada desde al menos 10.000 años. Los primeros pobladores eran cazadores-recolectores que estacionalmente atravesaban la quebrada y se resguardaban en cuevas. Dejaron señas de su paso con petroglifos de formas principalmente geométricas y zoomorfas. Tras un amplio periodo de condiciones climáticas adversas, la quebrada volvió a ser habitada combinando agricultura a pequeña escala, aunque las primeras poblaciones fijas llegan hacia el año 100. Se comunican entre sí gracias a las caravanas de llamas que transportan mercancías. Humahuaca se relacionó con la poderosa Tiahuanaco al norte, pero cuando esta declinó se inició una época incierta. Los asentamientos pasaron de la orilla de río Grande a zonas altas. Es la época de las fortalezas pucaras. Entre las treinta que hay destaca Tilcara, que en la confluencia de dos ríos dominaba la vista. Las viviendas de piedra tenían una puerta baja y ninguna ventana. Hay restos de su necrópolis y terrazas de cultivo.
Con el tiempo, los asentamientos volvieron al río y el comercio se impulsó. Los habitantes se acostumbraron a ver pasar tanta gente que hasta les dieron nombre, los pasajeros. El desarrollo local llegó a su fin en el siglo XV con la conquista inca. Estos explotaron la agricultura y minería local y enlazaron la quebrada con su sistema de caminos, Qhapaq Ñan. Esta mejora de los caminos fue su principal legado. Con la llegada de los españoles, la función de Humahuaca no varió, aunque demográficamente los cambios fueron profundos. Las rutas ampliadas hicieron fundamental la quebrada para enlazar el altiplano peruano con Buenos Aires. De esta época proceden las villas diseñadas en damero y muchas iglesias, hoy reconstruidas. Sus estilos van del mudéjar al manierista. El mismo recorrido lo hicieron tropas independentistas a comienzos del siglo XIX. Con la paz volvió el rol comercial, acentuado por el ferrocarril en 1900.
La quebrada Humahuaca se visita habitualmente al ir a la zona de Salta. La forma más sencilla es contratar ahí una excursión o alquilar un coche para ir a los principales puntos. Es factible hacerlo en un día, pero muy aconsejable hacer noche en algún pueblo como Humahuaca o incluso San Salvador. Cualquiera merece la pena por su tranquilidad y autenticidad. Más al norte de Humahuaca pueblo es raro ir salvo que vayamos hacia Bolivia. Justo aquí se toma el desvío a la pista que lleva a la serranía de Hornocal. Más al sur quedan Tilcara y el cerro de los Siete Colores, en Purmamarca. Los cerros de colores mejoran con luz menos dura, al amanecer o atardecer. El mejor momento para venir a la quebrada es el invierno austral, entre mayo y septiembre, sin lluvias ni tanto calor. La carne domina la gastronomía local, especialmente de llama y preparada en empanadas.
Fotos: Kimon Berlin / Augusto Sarita
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