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Sitios de arte rupestre de Kondoa

Sitios de arte rupestre de Kondoa

Dodoma (Tanzania)

Arte sin evolución


Con todo lo que ha evolucionado la pintura en cuanto a técnicas, estilos y motivaciones, a los expertos a veces les cuesta ver que hay lugares del mundo en los que esta evolución apenas ha sucedido. En lugares como Dodoma, en Tanzania, el arte rupestre es también el arte moderno. Existen allí una serie de cuevas mirando al valle del Rift, a la estepa de la sabana que forma parte del Parque Nacional de Tarangire. En medio de un espectacular paisaje escarpado con caprichosas formaciones geológicas, las fracturas de las rocas produjeron una serie de idóneos lienzos que las tribus locales han utilizado durante siglos. La calidad pictórica de algunas de las imágenes es tan alta que las emparenta con otros grupos situados más al sur del continente. Las pinturas en las rocas de Kondoa, conocidas como Mongomi wa Kolo, nunca han sido restauradas, pero tampoco han dejado nunca de ser utilizadas.

Figuras antropomorfas y zoomorfas en Kondoa

El vertical paisaje de la ladera de las montañas en Kondoa está lleno de losas de roca sedimentaria. Muchas se han fragmentando y se han quedado colgando de la ladera por culpa del movimiento de las fallas. Tanto movimiento ha ido generando cuevas naturales que los pobladores de la zona empezaron a utilizar para sus rituales. Desde cuándo está a debate, aunque probablemente arranquen hace 1.500 ó 2.000 años. No responden a un momento único, sino que nunca se han dejado de producir imágenes. Podemos así entender también la evolución de la región, cuyos pobladores pasaron de una sociedad basada en la caza y la recolección a una más moderna basada en la agricultura y la ganadería. Tampoco se sabe qué etnia es la responsable de las pinturas, si es que es solo una. Los sandawe son los principales candidatos si atendemos a su arte contemporáneo y a la evolución de su estilo de vida. Desde la llegada de los colonos en el siglo XVIII, los sandawe se volvieron más sedentarios y se hicieron agricultores.

Estos sandawe son también los que más utilizan actualmente las cuevas de Kondoa. Lo hacen a través de una serie de rituales en los que las pinturas forman parte fundamental de cada acto: representan su cosmología y visión de mundo. Algunos de estos rituales sirven para predecir la errática meteorología de la zona, para curaciones o como iniciación para los más jóvenes. Este uso moderno forma parte de las pinturas, pero puede dañarlas. Una de las mayores amenazas son los rituales para propiciar la lluvia, pues suelen incluir lanzar grasa o cerveza a las pinturas. Además de esta amenaza, las pinturas y sus cuevas dependen de la vegetación que hay a su alrededor, que está amenazada por los nuevos usos para la agricultura que se da a muchos terrenos. La reducción de vegetación aumenta la presencia de distintos factores erosionantes que atacan las pinturas.

Figuras antropomorfas en Kondoa

El número total de cuevas en Kondoa no se conoce, pues falta aún mucha investigación y documentación por llevar a cabo en la zona. Se estima que hay entre 150 y 450. Las primeras fueron descubiertas para Occidente por misioneros en 1908. El primero en investigarlas fue Nash en 1929 y en la década siguiente llegó a la zona el prestigioso Louis Leakey, responsable de muchas investigaciones sobre la evolución humana en África. El paleontólogo y arqueólogo señaló que las pinturas de Kondoa eran muy primitivas, aunque el consenso posterior le ha quitado la razón: no es la arqueología la principal ciencia que tiene que estudiar estas pinturas, sino la etnología, pues están vivas. La mujer de Leakey, Mary, publicó en los años 80 un libro con muchas reproducciones que hicieron crecer la fama de la zona. Las imágenes de Kondoa muestran principalmente figuras humanas alargadas, animales y escenas de caza. La mayoría están rayadas sobre la roca, lo que dificulta su conservación, y en general se usan colores rojos, blancos y negros.

Kondoa no es un sitio muy turístico a pesar de encontrarse en la zona norte de Tanzania, no lejos de las estrellas del país: Serengueti, Ngorongoro y Kilimanjaro. Casi todos los turistas llegan de esta zona, en concreto de Arusha. En la carretera hacia Kondoa, que hay que hacer en 4×4 y a poder ser entre junio y octubre, hay que tomar un desvío para llegar a Kolo. En total hay unas seis horas de viaje. En Kolo está la oficina del departamento de antigüedades responsable del sitio. Esta oficina y su museo anexo fueron promovidos en su momento por los Leakey. En Kolo podremos hacer noche y contratar un guía, aunque podemos llevar todo este trabajo hecho desde Arusha con alguna agencia. Una vez dejemos el coche, las principales cuevas suponen un recorrido de unos noventa minutos, no excesivamente duro y muy escénico por las vistas. Las principales cuevas que se visitan son las B1, B2 y B3, más antiguas, y las de Pahi, más modernas.

Fotos: BlondeWatchmakerTamino Boehm

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