Territorio Pakal
La escritura maya basada en glifos se usó desde al menos el siglo III a.C. hasta el fin de la civilización con la conquista europea. Estos, en plena aculturación, consideraron los glifos símbolos paganos y perdieron su entendimiento. Cuando se inició el estudio de la cultura maya fue un problema a resolver. Desde que en los años 30 se insinuó que los glifos formaban un silabario, similar al de la escritura japonesa, se inició una carrera por el desciframiento que hasta se cruzó con la Guerra Fría. No fue la competición, sino el trabajo conjunto de arqueólogos, historiadores, lingüistas y antropólogos lo que triunfó. Clave fue la Mesa Redonda de Palenque, una conferencia organizada en 1973 en esta ciudad prehispánica de tamaño medio caracterizada por la elegancia de su arquitectura y filiación con Tikal. No fue elegida al azar, pues Palenque es uno de los sitios arqueológicos que más inscripciones ha aportado. La Mesa Redonda consiguió descifrar la vida de seis dirigentes de Palenque, lo que iluminó definitivamente el mundo maya.
Cerca de una de las principales arterias comerciales mayas, el río Usumacinta, Palenque nació sobre el año 100 a.C. seguramente como ciudad agrícola, pues la zona está atravesada por multitud de arroyos. No obstante, hay que esperar a los siglos V a VII para ver su cénit con el ascenso de K’uk Balam. Ser escudero de Tikal suponía automáticamente ser enemigo de Calakmul, ciudad que arrasó Palenque en los años 599 y 611. Cuando peor estaba la ciudad llegó una renovación en el liderazgo que cambió su sino. Fue con Pakal el Grande, que marcó un récord de longevidad en América gobernando desde el 615 hasta el 683. Su madre, fiel consejera, fue clave durante los primeros 25 años al estabilizar la región. Prácticamente todo lo que vemos hoy aquí procede de esta época en la que se superó en esplendor a Tikal. Justo un siglo después del último ataque de Calakmul, otra ciudad, Toniná, atacó con éxito Palenque. Fue el inicio de un pobre siglo VIII que inevitablemente enlazó con el colapso maya.
Había acabado el esplendor de Palenque, aunque por su contexto siempre hubo alguna pequeña población agrícola. Los españoles llegaron en la década de 1520, pero no prestaron atención a las ruinas, consumidas por la vegetación, y fundaron cerca su propia Palenque. Hay que esperar a 1773 a que Ramón de Ordoñez y Aguilar redescubra la ciudad. Unos años después, Antonio Bernasconi mapea y hace copias de los bajorrelieves, un compendio de la mitología maya, que junto a los posteriores de Castañeda componen un primer libro. Es el primer paso de una nutrida historia arqueológica. Palenque ha sido de los lugares que más conocimiento maya ha generado. Fundamental fue el riguroso Alfred Maudslay, que copió las inscripciones mayas. Un momento equiparable al de Howard Carter en el Valle de los Reyes egipcio fue el protagonizado por Alberto Ruz Lhuillier. Accedió a la tumba de Pakal tras estar cuatro años retirando escombros en un pasillo. No fue el único. En 1994, una joven arqueóloga descubrió la tumba de la reina roja, posiblemente esposa de Pakal.
La tumba de Pakal se encontró en la pirámide de las Inscripciones, la más famosa. Pakal inició su construcción con la clara intención de que fuera una tumba, trabajo que acabó su hijo. El nombre proviene del conjunto de inscripciones del templo superior, el segundo más largo conocido tras las Escalinata de los Jeroglíficos de Copán. En el interior descansa el enorme sarcófago esculpido para Pakal, en cuyo interior se descubrió el tesoro con una deslumbrante máscara. Más alta es la pirámide de la Cruz, en cuyo interior hay bajorrelieves. Arquitectónicamente, el Palacio es un perfecto reflejo de la vida real maya. Su estilo palencano y amplitud recuerdan a los palacios europeos. Enriquecido en varias etapas, sus 97×73 metros están compuestos de edificios y patios conectados por pasillos de falso arco. Además de multitud de finos bajorrelieves y estatuas destaca la torre del Observatorio. Un acueducto llevaba agua a las zonas de baños del palacio.
Palenque tiene aeropuerto, aunque la mayor parte del turismo llega en ruta desde San Cristóbal de las Casas, Campeche o la frontera guatemalteca. Las ruinas están a unos seis kilómetros de la ciudad moderna y hay autobuses y taxis que hacen el recorrido. Palenque es un sitio mediano, así que nos llevará medio día incluso aunque extendamos la visita con un paseo por la zona natural que rodea las ruinas, muy aconsejable. En la pirámide de las Inscripciones ya no se puede acceder a la tumba, pero el Palacio se recorre entero. Si vamos con guía podremos interpretar cada estancia. Cerca de Palenque hay zonas naturales muy bellas como las cascadas de Mishol-Ha, Roberto Barrios y Agua Azul. También se puede hacer una excursión para visitar Yaxchilán y Bonampak. El tesoro de Pakal se encuentra en el Museo Nacional de Antropología de México D.F.
Fotos: Peter Andersen / Jiuguang Wang
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