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Gruta de Seokguram y templo de Bulguksa

Gruta de Seokguram y templo de Bulguksa

Gyeongsang del Norte (Corea del Sur)

Corea hacia el sol naciente


Los reinos coreanos siempre han tenido su vida social y política fuertemente influida por China. El budismo es buen ejemplo, pues llegó en el siglo IV desde allí y fue desplazado por el neoconfucionismo un milenio después. Aunque tardó algo más, en el reino coreano de Silla el budismo se convirtió en estatal en el 552. Hoy, los budistas no suponen más del 15%, pero su legado perdura. Igual que en grutas chinas como Longmen y Yungang, los budistas coreanos del siglo VIII, en pleno apogeo artístico en Silla, esculpieron Budas en la roca. El más celebrado de todos es el Buda que preside la gruta granítica de Seokguram. Está asociada al templo Bulguksa, cuyas principales construcciones son de la misma época. Fueron responsabilidad del primer ministro coreano Kim Daeseong. Según la tradición, construyó el templo en memoria de sus padres en vida y la gruta en memoria de los de la anterior reencarnación.

Buda en el interior de la gruta de Seokguram

Ambos lugares están localizados en la montaña Toham, sagrada para los Silla incluso antes del budismo. Es en buena parte gracias a su localización cerca de la costa este, que le permite recibir el sol antes que nadie. Cuenta la historia que el héroe de la unificación, Munmu, tuvo un sueño en el que se apareció Talhae, rey del siglo I, tras el cual movió sus restos a Toham. El cénit artístico llegó bajo Kim Daeseong, que tras dimitir de su cargo se vio con tiempo y fondos. Sin fechas claras, parece que Seokguram y Bulguksa se iniciaron en el 751 y finalizaron sobre el 774. Con el fin del budismo decayó su fama. La dinastía Joseon, aunque no era amiga del budismo, tuvo la sensibilidad de renovarlos. En el siglo XVII y XVIII, buena parte de Bulguksa se reconstruyó en piedra tras unos incendios. En cuanto a Seokguram, los Joseon también hicieron algún arreglo, pero el gran proyecto llegó en el siglo XX con el objetivo de controlar sus problemas de humedad y temperatura.

Estas últimas restauraciones fueron necesarias tras una serie de calamitosas decisiones tomadas durante el dominio japonés. El principal debate estuvo en mantener la antecámara, que bloquea la vista de Buda hacia el horizonte y según algunos no es original del siglo VIII. Cuenta con una entrada arqueada y ocho figuras protectoras que abren a un pasillo flanqueado por los cuatro reyes celestiales. Al fondo, dos pilares octogonales dan paso a la cámara principal, de forma circular y 6,5 metros de diámetro. Aquí, la estrella es el Buda de tres metros y medio en el centro. Está sentado sobre un trono de loto con expresión calmada y una mano tendida en la posición denominada bhumisparsha mudra. Alrededor hay 39 figuras labradas en paneles, destacando especialmente el finísimo Avalokitesvara, justo detrás. Hacia el techo continúan diez nichos con esculturas y una bóveda en sillería que culmina en otra flor de loto que asemeja ser el halo de Buda.

Estupas en el templo de Bulguksa

En la falda de la montaña se alza el complejo de templos Bulguksa, cabecera del budismo coreano de la rama Jogye. Se accede tras una doble escalera de piedra, Cheongungyo y Baegungyo, que forma un puente. Da acceso al patio principal, donde se alzan los dos principales monumentos: las estupas Seokgatap y Dabotap. La primera es muy sencilla, mientras que la segunda presenta un estilo coreano muy elaborado en sus tres pisos y diez metros. Justo detrás de ambas está el templo Daeungjeon, el hall de la gran iluminación, y en la parte trasera está Museoljeon, que posiblemente es la parte más antigua de Bulguksa y antecede al resto de construcciones. A nivel escultórico, el complejo también destaca gracias a un par de estatuas de Buda, aunque en este caso no son de granito sino bronce. Según su estilo fueron talladas entre los siglos VIII y IX y miden poco menos de dos metros. Hay otras obras valiosas como la pagoda Sarira, de época Joseon, o el puente Yeonhwagyo.

La ciudad de Gyeongju, antigua capital de Silla, es la puerta de entrada a ambos monumentos. Está a solo una hora de Busán, por lo que podríamos llegar en una excursión de un día, pero Gyeongju merece mucho la pena. Además, desde esta hay transporte público con buena frecuencia que en media hora nos dejará en Bulguksa. Es buena idea llegar muy pronto y evitar fines de semana, pues toda esta región es muy turística y veremos grandes grupos. Hasta Seokguram podemos optar por ir en otro autobús que parte de Bulguksa o, más romántico, hacer el camino andando como hacían los reyes Silla. Es solo media hora, pero cuesta arriba. Tras admirar las vistas entraremos en la gruta, donde un panel de cristal nos impedirá entrar del todo en la cámara. Es imprescindible por los problemas de humedad y por las grandes aglomeraciones que se forman e incomodan la visita. Ambos monumentos tienen culto, así que hay que extremar el respeto.

Fotos: Richardfabi / Xiquinho Silva

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