Casas para todo
Se dice que el jurista y filósofo romano Cicerón poseía no menos de siete villas, casas de campo ideales para que las clases altas escaparan de la ciudad y su calor veraniego y entrar en contacto con la naturaleza. Este dato contextualiza la riqueza de los Médici, que en pleno Renacimiento atesoraron en la Toscana 16 grandes villas y 11 menores. Los Médici conformaron una de las casas nobiliarias que menos presentación requiere. Ganaron presencia a comienzos del siglo XV gracias a la habilidad de Cosme como banquero y político. Revolucionaron la banca innovando con el sistema contable de partida doble, aún utilizado, lo que les enriqueció groseramente. Al dinero le siguió la influencia política con papas, regentes y siendo duques de Florencia primero y la Toscana después. Esta politización fue el principio de su fin, confirmado con una bancarrota a comienzos del XVIII. Como legado, los Médici patrocinaron obras de arte que impulsaron el Renacimiento. Además de engalanar Florencia diseñaron multitud de villas y jardines en sus territorios.
Los Médici procedían de Mugello, un amplio valle entre los Apeninos unos veinte kilómetros al norte de Florencia, por lo que aquí están sus primeras villas: Trebbio y Cafaggiolo. Ambas se levantaron en el siglo XIV y eran básicamente funcionales. Con el ascenso de Cosme, el centro se trasladó a Florencia, alrededor de la cual diseñaron la mayoría de sus villas, cada vez más adornadas. Según ampliaron sus territorios levantaron otras alejadas, aunque las más lujosas fueron siempre las florentinas. Cada miembro Médici levantaba su propia villa completando una colección con cualidades heterogéneas: algunas iban mejor para cazar, otras para el verano, etc. Aunque cada villa se asignaba a un miembro, el duque tenía plena libertad para ir de una a otra. El declive familiar se tradujo en el siglo XVII en un freno a las construcciones. Las villas les pertenecieron hasta 1738, cuando fueron adquiridas por el duque de Lorena. Desde entonces han corrido distinta suerte, siendo algunas públicas y otras privadas.
Los Médici están entre los principales mecenas históricos del Renacimiento. Brunelleschi, Miguel Ángel o Da Vinci fueron algunos de sus protegidos. Las villas son también un homenaje al Renacimiento que marcaría las villas principescas de Europa. Supusieron un punto intermedio entre las funcionales granjas de campo y los castillos feudales, recuperando el concepto romano de domus rustica. Una característica fundamental fue ir más allá del funcionalismo. Se refleja en la arquitectura, la integración en el entorno y especialmente en los jardines de recreo. El principal de estos no estuvo en una villa, sino anexo a la residencia principal Médici en Florencia, el palacio Pitti. Son los jardines Bóboli, históricamente relevantes por su nivel de innovación: su concepto de jardín abierto con vistas a la ciudad, la planificación en ejes, la tecnología de irrigación en una colina sin agua natural y, por supuesto, la profusión de arte. Bóboli es un museo al aire libre con arte antiguo adquirido por la familia y esculturas, fuentes y grutas renacentistas.
No obstante, en dos siglos hubo evolución. La primera etapa está marcada por el arquitecto Michelozzo, que diseñó las dos villas de Mugello y las florentinas de Careggi y Fiesole. El aspecto es de pequeños castillos, pero con elementos luego recurrentes como las logias. En Careggi y especialmente Fiesole, el Renacimiento, con sus espacios abiertos, simetrías y distribución racional empiezan a tomar forma. Eclosionan definitivamente en el jardín de villa di Castello, primer jardín renacentista con los elementos que luego se verán en Bóboli o Fontainebleau, cerca de París. Residencia predilecta, aquí estuvieron en su día las obras maestras de Botticelli. El Renacimiento va tornando manierista en La Petraia, con un patio interior de frescos. El nombre de esta época es Buontalenti, que participó en La Màgia, Artimino, Cerreto Guidi y el parque de Pratolino, cuyo edificio es posterior, pero representa el mejor jardín manierista. La última villa, Poggio Imperiale, es paradójica. Su fastuosa renovación en el XVII fue seguida de la bancarrota final.
Casi todas las villas Médici están en torno a Florencia. Los jardines Bóboli y Poggio Imperiale, de hecho, son accesibles a pie. Los jardines tienen su ticket particular al margen del palacio Pitti. En los alrededores, una de las más visitadas es La Petraia, en parte porque guarda las pinturas lunetas que Giusto Utens hizo de todas las villas. La entrada es gratuita, pero pautada. Aprovechando el viaje podemos ir a la cercana villa di Castello, en la que hay que revisar bien los horarios y días de apertura. Si queremos algo más lejano, campestre y diferente hay que irse a Mugello, donde es visitable Cafaggiolo, usada también para bodas, congresos, etc. En Mugello merece la pena también el convento Bosco ai Frati y, ya que estamos en la Toscana más recóndita, hacer algún trekking natural.
Fotos: Andreas Jungherr / Dingy
2 Comments
Cicerón jamás fue emperador.
Toda la razón, es un error gordo, lo corrijo. Gracias!!